Con pluma, brújula y mapa

Actualizado
  • 02/10/2011 02:00
Creado
  • 02/10/2011 02:00
D espués de varios años de habernos entregado su última novela, El silencio de Gaudí, Juan David Morgan saltó a los titulares con su lib...

D espués de varios años de habernos entregado su última novela, El silencio de Gaudí, Juan David Morgan saltó a los titulares con su libro El Ocaso de los Inocentes en la pasada Feria del Libro. La temática es absolutamente cautivante y se aleja de la novela histórica que había cultivado desde que se atrevió a escribir Con Ardientes Fulgores de Gloria, quizás el mejor relato sobre nuestra separación de Colombia. Se lee de manera muy ágil y no se puede soltar a pesar de que uno quiera ponerla en pausa.

EL ESCRITOR

Juan David tiene a su haber ya seis novelas, un libro de cuentos que pasó sin pena ni gloria y una obra de teatro que fue montada con dignidad en el Teatro En Círculo, escrita en conjunto con el gran escritor panameño Ernesto Endara, El Veredicto.

Inició su incursión en la literatura de manera tímida y con el seudónimo de Jorge Thomas, y poco a poco, sin mucha alharaca, ha llegado a ser un escritor al que las editoriales se pelean por publicar, y eso ya es mucho decir.

Empezó a firmar con su verdadero nombre a partir de la publicación de su cuarta novela, titulada El Caballo de Oro. Morgan es un abogado muy conocido dentro y fuera de Panamá y dedica mucho de su tiempo a las fundaciones Ciudad del Saber y Museo del Canal Interoceánico, de las cuales es presidente.

Por las casualidades de la vida, que nunca son casuales, me ha tocado estar en el camino de Juan David en circunstancias muy determinantes: cuando supo de la enfermedad de su primera esposa, que posteriormente falleció. Yo fui quien le presentó a su segunda cónyuge, lo que me hace, para siempre, su madrina y cómplice. Pero esas circunstancias no me obnubilan al momento de valorar su quehacer literario.

SUS OBRAS

Fugitivos del paisaje fue su primera novela y me llegó de forma anónima a mi oficina, desconociendo quién era el autor. Me la leí con fruición por la bella recreación que hace de sus raíces chiricanas, y en su momento la comenté. La siguiente, que no es histórica, titulada Cicatrices inútiles, trata el tema de la invasión estadounidense a Panamá y la reacción y actitudes que tuvimos muchos panameños durante esos aciagos días. Considero que fue hecha con un ojo de bisturí, sin falsos apasionamientos patrioteros y los personajes fueron los adecuados.

Entre el Cielo y la Tierra narra la historia de un sacerdote que deja una extensa descendencia. Allí le critiqué que a pesar de haber tenido varios hijos con varias mujeres, parecieran engendrados por intervención divina. Las siguientes, Con Ardientes Fulgores de Gloria, a la que ya me referí, y el Caballo de Oro, son novelas estrictamente históricas, o historias noveladas, que tienen su peso en oro en la prolija investigación sobre la que están sustentadas. El Silencio de Gaudí, alejada de nuestra realidad por situarse en Barcelona bajo los interiores de la Catedral de la Sagrada Familia, recibió mi comentario que semejaba la trama de La Piel del Tambor, de Arturo Pérez Reverte, a lo que Juan David se defendió diciendo que no había leído ese libro.

EL OCASO

Recreada ‘en todas partes ninguna’, El ocaso de los inocentes reclama ser una novela policíaca, un ‘thriller’ para estar más a tono con los términos de moda. Tiene sólidas bases de historias recientes que se dan en los países donde la violencia se ha tomado las calles, donde los capitales dictan el mandato de los gobernantes, donde la pobreza y la miseria conviven al mismo nivel que la opulencia y de los que muchos tienen, marcando la destructiva distribución de la riqueza.

En esta historia bien enhebrada, Morgan ha cre ado personajes que cautivan, como es el periodista argentino cuyos complejos le impiden tener una relación amorosa pero sacia sus apetitos sexuales en casas de citas; la hija del aspirante a político, que se comporta como una diva y el fiel mano derecha del millonario, que se cree que sabe todo de su jefe.

De igual forma, es cruda en las escenas violentas, que no llegan a ofender. Tal parece que el autor no se tomó a la ligera la exploración de un terreno tan delicado como peligroso.

Señala con suprema certeza las agendas a las que se ven enfrentados los políticos cuando se dejan penetrar por las oscuras e ilegales intenciones de quienes pretenden -mediante una ‘mano blanca’- eliminar los obstáculos que les impidan alcanzar sus propósitos, que casi siempre son mantener su hegemonía y, por ende, sus florecientes negocios.

EXPLORADORES LITERARIOS

Hace un par de meses estuvo en Panamá el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez, quien presentó la novela con la que se hizo merecedor al Premio Alfaguara. Entre las cosas que dijo al momento de su presentación mencionó la teoría del español Javier Marías, de que hay los escritores con mapa y los escritores con brújula. Los que usan mapa saben perfectamente la ruta que llevará la novela y no dejan que los protagonistas se tomen sus destinos, como es el caso de los que van con brújula.

Para conocer mejor si Juan David Morgan es un escritor con brújula, a quien sus personajes lo fueron guiando por senderos que a lo mejor no previó que desembocarían en esos desenlaces, sostuve una productiva conversación con él y al final, después de un intercambio de textos sobre estos conceptos, me indicó que tiene un mapa que encuentra con una brújula, mejor dicho, se declaró ecléctico.

Sobre el título de la novela también me contó cómo llegó a él y considero, después de la lectura del libro que el nombre está muy bien puesto, porque tal parece que en la sociedad actual, ya no hay inocentes, personas con buenas intenciones. Que siempre hay una agenda y que la misma no tiene mucho que ver con los que aspiramos a tener una mejor nación, con funcionarios que trabajen por el país y no se sirvan del mismo.

El doctor Jorge Eduardo Ritter, al presentar el libro, dijo categóricamente que el doctor Morgan estaba cometiendo lo que a diario vemos en los políticos, en este caso era ‘transfuguismo literario’. Y agregó que ‘…sería más apropiado hablar de subgénero narrativo, pues él ha cimentado su nombre en la novelística, y allí continúa, sólo que ahora no se trata de una novela histórica, como lo son, entre otras, Con ardientes fulgores de gloria o El caballo de oro, sino una novela policíaca, también llamada por la crítica literaria, novela negra.

Yo creo, al terminar de deleitarme con la lectura de esta excepcional obra, que la historia la ubicará, si es novela negra o policial, o un tratado de moralidad para nuestras nuevas (y espero que mejores) generaciones.

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