La esencia de Panamá hecha arte

Actualizado
  • 26/02/2018 01:00
Creado
  • 26/02/2018 01:00
Con la muestra ‘El Renacimiento de la Pintura en Panamá', el pintor Antonio Ignacio Valdés Bosch pretende retratar la cotidianidad de la cultura local

Cuadros que recuerdan una historia, así define el pintor panameño su exposición El Renacimiento de la Pintura en Panamá, basada en las bellezas del país, y que estará en la Galería Juan Manuel Cedeño del Instituto Nacional de Cultura (INAC) hasta el 28 de febrero.

En 26 pinturas, el veragüense plasmó paisajes de la ciudad, recuerdos del interior, comidas típicas y elementos de la música tradicional. Tamales que evocan ‘momentos en familia', bollos chorreranos y pinturas de las lanchas de pesca ‘que estaban en el muelle fiscal antes de la construcción de la Cinta Costera', son solo algunas de las obras que se aprecian en la sutil muestra.

La idea surgió por la preocupación del retratista al ver pocos cuadros sobre la temática nacional en cualquier rincón que visitara. ‘No tiene nombre que las paredes estén llenas de cuadros comprados en almacenes cuando aquí hay buena mano de obra. Cuando voy a una casa, no veo un cuadro de Panamá; así que dediqué esta exposición a mi país, porque la ‘patria son tantas cosas bellas', como dice el cantante'.

De acuerdo con Valdés Bosch, su inspiración se basa en exponer retratos del istmo llevados a la técnica del óleo y que provoquen en el público un deseo de conocer la esencia de Panamá, hecha arte. ‘El visitante va a ver al país de una manera diferente: no es el Canal o la torre de Panamá Viejo, ni es la pollera o el montuno; es el Panamá que se siente a diario, el del interior, el del Casco Viejo', menciona el artista.

EL ‘RENACIMIENTO' DE LA TÉCNICA

Catalogado como retratista, desde muy joven Valdés se inclinó hacia el dibujo y la pintura, influenciado por el maestro Juan Manuel Cedeño.

Al artista no solo le preocupa resaltar los elementos tradicionales. Con la exhibición, asevera, busca hacer ‘renacer' el dibujo, ‘que se ha perdido mucho'.

Es así como en sus cuadros plasma una realidad, objetos reales y costumbres que traspasa de fotografías, tomadas por él mismo, en diversas épocas, al lienzo. ‘El arte ahora es más abstracto que visual. Considero que el arte tiene que ser dibujo y pintura, pero se ha ido más hacia la pintura', comenta.

Sustenta que la diferencia entre el pintor que dibuja y el que hace abstractos es que el que dibuja no pone a pensar a las personas. "El que mira la obra no se complica la vida, solo aprecia el trabajo creativo del artista", insiste.

También pretende retomar la técnica del óleo. ‘Después de haber estudiado pintura, hace mucho tiempo, y de dedicarme al carboncillo, acuarela y lápiz de color, me dije ‘yo voy a renacer la pintura en Panamá', y tomé la decisión de empezar de nuevo el óleo, que es la madre de las pinturas', subraya.

Reconoce que el método se ha perdido porque a muchos artistas les afectan los gases que emanan del aceite y se dedican al acrílico, que no causa molestias. ‘El éxito es tener la ventilación adecuada cuando trabajas con óleo. Vale la pena porque es un tipo de pintura que es lindo manejarla, la gama de colores se expande más. No creo que desaparezca porque tiene más de 300 años; el acrílico no llega ni al siglo', ilustra.

RETOMAR UN SUEÑO

A sus 70 años, Valdés decidió empezar de cero para seguir su pasión: la pintura.

Menciona que le fue difícil lograr hacer esta primera exposición debido a que no es ‘un nombre sonado' en el mundo del arte. Tocó varias puertas y solo el INAC le dio la oportunidad en su galería ubicada en Las Bóvedas, en el Casco Antiguo.

‘Invito a todos los panameños que quieran ver a su país en lienzo, que vayan a la exposición. A los extranjeros que ven las obras les fascina porque nuestra cultura es única',

ANTONIO VALDÉS

PINTOR PANAMEÑO

Desde siempre le gustó la pintura y mostró habilidades, aunque no tiene raíces artísticas. Él vino al mundo con ese don, expresa. Cuando solo contaba con 10 años, y su hermano mayor con 12, fueron becados por la Escuela de Bellas Artes, donde tomaron clases con el profesor Juan Manuel Cedeño.

Pero ninguno de los dos se dedicó de lleno a la pintura, ya que no era bien visto, además, su padre tenía la idea de que el arte no era para ellos, pues no les permitiría sostener a una familia. Uno se volcó hacia la arquitectura y el otro, Antonio, a la publicidad.

Aunque Valdés nunca tomó la pintura como su carrera, tampoco la abandonó por completo: dibujaba rostros y realizaba algunos trabajos por encargo. Pero en 2017 tomó la decisión de resurgir como pintor. ‘Me dije: ‘ya no tengo que mantener a nadie, así que quiero morir como pintor, porque eso es lo que soy', así que empecé esta fase el 18 de junio y terminé a finales de enero', menciona.

Ahora, casi 60 años después de haber tomado sus primeras clases de pintura, opina que la parte más interesante en el proceso creativo es definir la temática. ‘Tomo las fotos y luego reproduzco eso. La tecnología te ayuda mucho, te da una gama de probabilidades'. Crear una pieza le toma alrededor de una semana y media, ‘dependiendo de las ganas'.

Acepta que ser pintor tiene un sacrificio porque se trata de ‘hacer un arte que luego no sabes si lo van a apreciar y mucho menos comprar'. No obstante, está dispuesto a tomarse el riesgo y ya se encuentra preparando su próxima exposición, donde incluirá la parte humana, como el cuadro de una señora de Penonomé preparando tamales.

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