‘Al Gobierno le importa poco la cultura'

Actualizado
  • 12/06/2018 02:00
Creado
  • 12/06/2018 02:00
El pintor Eduardo Navarro habla sobre su nueva muestra en la Galería Habitante y cuestiona el desarrollo cultural del país

Eduardo Navarro (Panamá, 1960) plasma en tejidos almas indomables. Es un hombre sin guiones y espléndido en el trato. Cuando conversa, se sincera sin tapujos. Navarro no aparenta, es. Posee esa madera de artista vanidoso pero humilde al mismo tiempo. Un maestro y alumno que emana un estilo sin réplica posible. Su brocha y su cincel transitan, casi siempre, entre las riendas y el galope. El artista y escultor, que nunca estudió para ser tal —‘yo quise ser ingeniero y tener un MBA'— abre su nueva exhibición en la Galería Habitante de Costa del Este y se puede visitar hasta el 22 de junio.

Los caballos han sido el núcleo de su arte y así se puede comprobar en su nueva muestra. Navarro ostenta, esta vez, un esqueleto real del animal, suspendido en el aire y sujetado con hilos invisibles, extraordinariamente impregnado en colores: una estampa tan peculiar que logra sugerir dinamismo al espectador. Además, unas 30 piezas —entre pinturas y esculturas— posan en las paredes de la pinacoteca.

‘Hace mucho tiempo que no hago una exposición. En esta vuelta tuve que back to my roots (regresar a mis raíces)', sonríe y relata su ‘travesía' para lograr semejante obra. ‘Para realizar esta representación (se refiere al esqueleto), tuve que estudiar, con ojo de lupa, la anatomía del animal, sus músculos, sus posiciones. Después tuve que ubicar un caballo que estuviese a punto de morir. Tras su muerte, enterrarlo con cal por unos siete meses, (parecía una momia), recuerda. Y cuenta que finalmente tuvo que ‘recuperar cada hueso y armar, pedacito por pedacito, como si se tratase de un rompecabezas'.

El hombre que camina en frente de sus paños ‘para percibir cuál le motiva en ese momento' confiesa haberse aburrido de la técnica que le hizo caminar en la selva artística. ‘Quienes hacemos arte tenemos periodos, ciclos. Ya los lienzos me hartaron. Dejé hace mucho tiempo, el manchar por manchar fondos. Ahora busco una base que pueda casar con lo que deseo expresar. Se trata de que el espíritu de la obra se adhiera al espíritu de la tela', puntualiza —con velocidad, como si quisiera saltar de una idea a otra—.

Hay quien dice que en ninguna oficina de Gobierno o en edificios gubernamentales hay expuestas obras de artistas nacionales. Y Navarro lamenta que así sea. ‘Al Gobierno le importa un carajo la cultura. No le importa las artes plásticas ni la música ni la danza. Prefiere hacer supuestas edificaciones y robarse la plata', se desahoga.

Eduardo Navarro presume 43 años de oficio. Pinta y pinta. Dibuja sin esfuerzos. Parece haber sido esculpido por la vida para eso. Y no tiene la mínima intención de renunciar a ello. No osa definir cuál de todas sus obras es su favorita porque las considera hijas suyas, ‘un padre nunca tiene predilección', apunta. Se considera un ser sencillo pero a veces siente que la amenaza del ego le toca su puerta. Y deja claro: ‘Yo no pinto caballos, pinto su espíritu libre , su esencia salvaje'.

Y el arte, defendió finalmente el pintor, ‘es el canal de la expresión'.

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