‘Lo que no habían contado', un retrato humano

Actualizado
  • 26/09/2019 19:40
Creado
  • 26/09/2019 19:40
El cronista Jorge Iván Mora expone su tercer libro en el que fusiona 34 historias de personajes panameños ‘muy queridos y otros no tanto'

La crónica es un género que entusiasma al escritor. Carlos Mosiváis decía que la crónica es ‘una reconstrucción literaria de sucesos o figuras'. García Márquez, que ‘una crónica es un cuento que es verdad'. Hablando de semejantes narradores, muy pocos se atreven a asumir este formato para que través de su pluma se narren historias jamás contadas. Pero Jorge Iván Mora Zapata (Colombia, 1956) domina, muy bien, este quehacer: el de observar, conversar y relatar. Lo presume en su tercer libro Lo que no habían contado , bautizado en la Biblioteca Nacional de la ciudad, en una noche de lluvia pero desbordante de buen periodismo. El aforo estaba repleto. Fue una hora para aplaudir la palabra escrita.

Mora Zapata es un hombre naturalmente afable, espléndido y simpático. Siempre dispuesto a charlar entre periodistas. ‘La crónica es un género curioso y, como tal, abre espacio a la creatividad del estilo', acentúa. Asombra la tenacidad con que puntualiza su criterio. Si lo conocieran los estudiantes de comunicación, con tan sólo 30 minutos de conversación, lo considerarían como un referente del oficio.

En su obra, sus personajes son reales, protagonistas de nuestro país, ‘unos muy queridos y otros no tanto'. Al desmenuzarlos en casi 400 páginas, Mora Zapata aplica la descripción de los hechos y matiza la voz del entrevistado, sin adornos ni fábulas. Según la periodista Leila Nilipour, una de las elegidas por Mora para el prólogo de su obra, el lector podrá descubrir ‘página tras página a futbolistas que pintan o a banqueros con ética, a políticos de inicios humildes, arquitectos, músicos, médicos', seres que ayudará a entender, a través de vivencias, ‘la historia de Panamá, la realidad nacional y la idiosincrasia de sus ciudadanos'.

La escritura de Mora Zapata está ligada con seres de carne y hueso, con alegrías y tristezas propias y de su entorno. A estos hay que saber seducirlos para que liberen verdades que nunca habían comentado. ‘El secreto está en escuchar. Saber escuchar. En sostener una conversación desprevenida. Hay factores que contribuyen a aclimatar ese diálogo antagónico como la observación del entorno, porque en ese ámbito subyace el detalle, el gusto. La cotidianidad del personaje, si lo identificas rápidamente la conversación fluye. Entonces, el entrevistado siente que no está frente a una grabadora amenazante (yo prefiero la libreta de apuntes) y eso ayuda a que abandone el formato impersonal con que te recibe', explica.

Son 27 hombres y 9 mujeres, 36 en total. Luis Moreno, Amalia Tapia, Dumas Torrijos, Mayín Correa, José Franco, Ernesto Pérez Valladares, Brooke Alfaro, Mireya Moscoso, Roberto Díaz Herrera, Humberto Ivaldi son algunos entrevistados que revelaron detalles que ‘no habían contando'. ‘Cada relato puede ser la propia verdad de ellos', asoma el escritor, con una sonrisa.

Ni sensacionalismo ni manipulación, sólo hechos. ‘Esta obra es un pequeño aporte de un periodista que pudo contar estas historias en la holgura de su propia libertad, sin censuras, sin dictaduras de espacio', destaca. Tampoco es un ejemplar dominado por el ego y ‘no está concebido con la vanidad del escritor sino con la conversación suelta de sus protagonistas'.

Gina Buendía, editora de Pauta (revista donde fueron publicadas estas crónicas en su momento), fue también una de las periodistas que participó en las preliminares del libro y estampó una sugerencia o, más bien, una llamada de atención. ‘Este libro debe ser tomado en cuenta, sin temor a equivocarme, en la cátedras de periodismo de nuestras universidades para revivir lo que hoy parece fenecer: la pasión por escribir buenas historias'.

Mora Zapata es un escritor de esencia, esa raza olvidada por los ‘lectores' en la nueva era del selfie y del reguetón. No es leer por leer. Es interpretar, conocer y aprender. ‘No tengo derecho a ser el juez de mi propia obra, el juicio es de los lectores', concluye el autor.

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