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Un centenario de Mandela con heridas del 'apartheid' aún sin cicatrizar
- 18/12/2018 08:13
Sudáfrica y la comunidad internacional celebraron en 2018 el centenario del héroe más famoso de la lucha contra el "apartheid", Nelson Mandela, un icono global de los derechos humanos cuyo legado, en su país, no basta para tapar las grietas aún visibles del pasado de segregación racial.
El centenario trajo hasta Sudáfrica a figuras como el expresidente estadounidense Barack Obama, a cantantes como Ed Sheeran y Beyoncé, a la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie o a la exmodelo Naomi Campbell, entre muchos otros.
También múltiples jefes de Estado del continente y representantes de gobiernos e instituciones internacionales, desde la ONU al Banco Mundial, pasaron por Sudáfrica para rendir tributo a "Madiba", demostrando que sus valores son ya patrimonio de la humanidad.
Según dijo durante su visita el propio Obama, un reconocido admirador de Mandela, el líder sudafricano encarnó "las aspiraciones universales de los desposeídos de todo el mundo" porque luchó por "la esperanza de una vida mejor y la posibilidad de una transformación moral de la conducta humana".
Nacido el 18 de julio de 1918 en una remota zona rural del sureste de Sudáfrica, Nelson Mandela fue el primer presidente negro y democrático del país (1994-1999) tras tres siglos de dominación blanca y casi 50 de "apartheid".
Llegó al mundo destinado a ser el consejero de una familia real de la etnia xhosa y, en su lugar, acabó convirtiéndose en el preso más famoso del mundo y en Nobel de la Paz.
Cuando accedió al poder, en vez de pregonar venganza contra quienes le habían impedido ver crecer a sus hijos y oprimido a su pueblo, Mandela abogó por la unidad y la reconciliación.
En los rincones más oscuros de la historia quedaron otros episodios menos amables, como su papel en la creación del grupo armado Umkhonto we Sizwe (MK).
"No era perfecto. Lo hicimos perfecto porque era conveniente para nosotros", recordó la última esposa de Mandela, Graça Machel, en uno de los grandes actos del centenario, celebrado en diciembre en coincidencia con el quinto aniversario de la muerte del nobel.
Pese a que para el mundo Mandela se ha convertido casi en un santo laico africano, su legado no permanece tan indemne en su país.
Tras casi medio siglo en democracia, sus compatriotas aún lidian con problemas como la falta de acceso a una buena educación, a la vivienda o a puestos de trabajo dignos.
Más del 50 % de la población vive en la pobreza y Sudáfrica es, según el Banco Mundial, una de las naciones más desiguales del mundo.
A la sombra de esas promesas incumplidas de la democracia sudafricana, en los últimos años han crecido las voces -especialmente desde la extrema izquierda- que cuestionan el papel de Mandela y, sobre todo, la transición que él lideró.
Además, para muchos sudafricanos, este 2018 fue, más que el año de Mandela, el año de la salida forzada del presidente Jacob Zuma (2009-2018), por corrupto e ineficiente.
El expresidente, que ya ha comenzado a pasar por el banquillo de los acusados por algunos de sus escándalos, milita bajo las mismas siglas que defendió Mandela, las del Congreso Nacional Africano (CNA), cuya mala imagen quedó aún más empañada.
El 2018 fue asimismo un año de caída en recesión de la economía y de avivamiento del debate sobre la distribución de la propiedad de la tierra, mayoritariamente aún concentrada en manos blancas pese a que esta comunidad solo representa un 10 % de la población.
En una arriesgada batalla contra el descontento social que genera esa injusticia histórica -convertida en símbolo de todos los males prevalentes del "apartheid" y núcleo fuertes tensiones raciales-, el CNA ha emprendido el camino de cambiar la Constitución para incluir explícitamente la posibilidad de expropiar tierras sin compensación.
Todos estos problemas sociales y políticos se acumulaban en paralelo a las celebraciones del centenario de Mandela, dejándolo eclipsado, y prometen jugar un papel destacado de cara a un 2019 electoral.
Los próximos comicios generales, previstos para mayo, son fundamentales para cimentar el poder y la capacidad de maniobra del actual presidente, Cyril Ramaphosa.
Tras el optimismo que desató en febrero su ascenso para suplir a Zuma, su trabajo ha estado enfocado en restaurar los desaguisados de su predecesor -economía y corrupción, especialmente-, dentro de un CNA que le aupó con muchas divisiones internas.
De momento, Ramaphosa parte como favorito, pero las encuestas también señalan que los comicios de 2019 serán los primeros que el CNA gane con menos del 60 % de los votos.