Juegos ancestrales, al rescate de tradiciones indígenas

Actualizado
  • 19/12/2018 01:01
Creado
  • 19/12/2018 01:01
Atletas de diversas etnias panameñas participaron en el acto deportivo y cultural con el objetivo de vivir las tradiciones y promover la convivencia

Poco después de despuntar el amanecer, competidores de los principales grupos indígenas de Panamá -guna, emberá, ngäbe y buglé- se congregaron a orillas del lago Bayano. El motivo: comenzar con las dos primeras competencias de sus segundos Juegos Ancestrales Nacionales: natación y carrera en canoa.

Hombres y mujeres, algunos con la piel pintada de jagua (tinta oscura que se extrae de una fruta salvaje tropical) nadaron y remaron en pequeñas canoas de madera durante horas en pro de ganar sus respectivas eliminatorias, en medio de un clima de algarabía, de competencia sana y de la belleza natural del lugar.

Había pocas cámaras, pero muchos aborígenes con sus atuendos festejando una especie de preolimpiada sentados a orillas del lago.

‘Desde chiquititos ya sabemos nadar, todos son movimientos naturales que hace uno', dijo el coordinador de los juegos, el profesor de educación física guna Eduardo López.

Después de esas competencias, los participantes se trasladaron a la sede de la mayoría de las pruebas: el poblado emberá de Piriatí.

‘Lo primordial de los juegos ancestrales es convivir, participar, mostrar la cultura y costumbres, nuestras raíces',

EDUARDO LÓPEZ

COORDINADOR DE LOS JUEGOS ANCESTRALES

Allí se desarrollaron el resto de los duelos en las disciplinas de cabo de fuerza o halar soga, tiro de lanza, tiro con arco, atletismo en la modalidad de 50 y 100 metros planos velocidad y 10 kilómetros, hombres y mujeres. También se disputaron torneos de fútbol en ambas ramas.

Además del propósito de imponerse en las pruebas, el objetivo de los juegos ancestrales apunta a generar una convivencia, un cruce de costumbres y culturas entre las etnias participantes. Por ello, durante la inauguración , los atletas hicieron una exhibición de sus danzas y bailes.

Al ritmo de un grupo emberá, con sus tambores y flautas, los indígenas bailaron, para luego formar un círculo y gritar a coro ‘¡Viva la resistencia de los pueblos indígenas!'.

Los ngäbes y buglés visitaban las viviendas de los emberá —algunas de techo de zinc y piso de madera— para pintarse con jagua la cara y los brazos. También compartían sobre sus respectivas lenguas y costumbres.

‘Lo primordial de los juegos ancestrales es convivir, participar, mostrar la cultura y costumbres, nuestras raíces', destacó López, un excorredor de los 10 kilómetros. Rara vez se da este tipo de convivencia entre los pueblos aborígenes.

Las competencias también eran seguidas con interés desde el extranjero (Brasil, Canadá, México y otros países. Y es que los juegos sirvieron para seleccionar la base de los atletas que representarían a Panamá en un eventual tercer Mundial de los Pueblos Indígenas, que se celebrarían en Nueva Zelanda o Colombia en 2019, según informaron los directivos de las justas panameñas.

‘Estamos a la espera de la confirmación', dijo López, quien contó con la ayuda técnica del colaborador de Pandeportes, Alberto Dennis.

Panamá fue invitado al primer mundial, que se celebró en Brasil en 2015, donde llevó a 60 competidores y sumó tres medallas, una de ellas de oro en canotaje masculino.

Dos años después participó en el segundo mundial en Edmonton, Canadá, con igual número de atletas que salieron de la eliminatoria de los primeros juegos ancestrales. En el frío canadiense ganaron 17 metales.

Al bajar el telón de los juegos tras dos días de calurosos duelos y de convivencia, los ngäbes se consagraron como los mayores triunfadores, con 8 oros, 4 platas y 4 bronces. Les siguieron los gunas (6-7-6) y los emberá (3-5-4).

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