Los ejecutivos que no leen

Actualizado
  • 27/03/2019 01:00
Creado
  • 27/03/2019 01:00
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‘Nadie lee', le digo a mis colaboradores, uno manda un correo con las instrucciones de algo e inmediatamente recibe una respuesta en la que se pregunta algún dato que está escrito allí mismo.

El asunto se agrava cuando se le escribe a alguien con poder, algún ejecutivo de una empresa o peor, un ‘emprendedor' que nunca tiene tiempo. Parece que ahora una forma de demostrar importancia es no leyendo.

Hace un par de días escribí esto en mi cuenta de Twitter : ‘Desespera ver gerentes o gente con poder, que no leen los documentos y después echan para atrás las cosas por no estar enterados' y en el transcurso del día, dos personas de mi círculo cercano me comentaron que estaban de acuerdo con el escrito y me contaron un par de casos que les pasó eso mismo.

El asunto se vuelve problema cuando el personaje en cuestión cancela un proyecto o complica algún proceso por un tema que estaba claramente explicado en los documentos que se enviaron.

Los sistemas de mensajería instantánea son hoy día lo que en su momento fue el correo electrónico. Si uno quiere tener la esperanza de que alguien se entere de algo, hay que mandárselo por algún sistema de chat. El problema es el tiempo de vida de uno de estos mensajes y la poca profundidad que pueden tener; no puedo explicar los detalles de un proyecto por Whatsapp por más que desee hacerlo. Igual las personas en su desespero terminan enviando los documentos por esta vía, y ya que los celulares no están diseñados para ver documentos complejos, el receptor termina dándose una idea somera del asunto.

Yo viví el inicio del correo electrónico, recuerdo que cuando uno mandaba un documento podía asumir que la persona lo había leído, así que en la reunión posterior al mensaje, se daba por sentado que todos teníamos el tema claro.

Ya en un artículo anterior en este mismo medio hablé del famoso ‘resumen de media página' que piden los jefes o los directores de proyectos, quienes desean que un proceso complejo de meses de desarrollo y miles de variables, termine reducido a un par de líneas y si encima, cuando el susodicho resumen se envía nadie lo lee, la cosa se agrava.

Cuando les he preguntado por qué no leen, muchos aducen falta de tiempo y yo me pregunto: si parte de sus responsabilidades es justo estar enterados de las cosas, ¿por qué no se toman el tiempo para hacerlo a cabalidad?

Estimado amigo o amiga jefe, ejecutivo o persona con poder: cuando usted no lee, se convierte en una barrera en la cadena de conocimiento, se torna en un problema para que el conocimiento fluya y en el mundo de hoy, quien bloquea el fluir de la información eventualmente se queda fuera del circuito.

Cuántos jefes he visto que terminan siendo irrelevantes por estar siempre desinformados, en algún momento serán reemplazados por un subalterno que sí lee o, peor aún, por algún sistema avanzado de inteligencia artificial.

A los dueños de empresas no les va mejor. El mercado es un jefe implacable y si usted como empresario no se toma el tiempo para leer las cosas que le mandan, después no se queje.

Debemos aprender a organizar la información que nos llega, a catalogarla y sacar de ella la mayor cantidad de valor posible.

En la economía del conocimiento y la innovación, no podemos darnos el lujo de desperdiciar lo que nos llega sin estar seguros de que no nos va a servir. Cuántas veces descubrimos que la solución a alguno de nuestros problemas dormía el sueño de los justos en algún correo electrónico que no revisamos, un informe que no leímos, un proyecto que no tomamos en cuenta y que nos hubiese evitado el predicamento en el que hoy estamos. La información es un bien demasiado valioso y caro de conseguir, como para permitir que se diluya, así que tome mi consejo y lea. Si lo piensa bien, es su única ventaja real.

PANAMÁ

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