El arte de pensar

Actualizado
  • 07/06/2019 02:00
Creado
  • 07/06/2019 02:00
En una sociedad cada vez más tecnificada, si queremos personas más ‘humanizadas' debemos estimular su inteligencia, ya que quien piensa, reflexiona y puede ser autor de su propia historia

Recientemente viajé a Brasil, a un encuentro de Líderes de Educación Socioemocional 2019, donde reflexioné al escuchar un dato que compartió Camila Cury, directora general de la Escuela de la Inteligencia, referente a la cantidad de tiempo en que se genera el conocimiento, señalando que anteriormente se duplicaba cada dos o tres siglos; posteriormente, cada década; y actualmente, cada seis meses. Esto me convenció de la imperante necesidad de adaptar la educación, ya que sería incongruente multiplicar el conocimiento y no a los pensadores.

En ese mismo evento se contó con la intervención del doctor Augusto Cury, que destacó priorizar en un nuevo modelo de educación que induzca al estudiante a ser pensadores y no repetidores de información.

Concuerdo con los expertos antes citados en que nuestro sistema educativo ha utilizado la memoria como un banco de datos y de información, por lo que urge que los docentes conozcan sobre las funciones de la memoria de forma tal de lograr el máximo desarrollo en el proceso de educación; porque cuando utilizamos la memoria como fundamento del arte de pensar logramos anteponernos a la reacción, la conciencia crítica, al acto de cuestionar y debatir.

Más allá del recuerdo

Señala Augusto Cury que por décadas se ha considerado que la memoria tiene como objetivo dar soporte al recuerdo. Muchos psicólogos, incluso algunos educadores, han aseverado de forma errónea que el recuerdo puro existe, idea de la que Cury difiere, pues considera que es muy difícil recordar con exactitud hechos y experiencias vividas con detalles específicos e iguales. Si es posible reconstruir miles de pensamientos con pequeñas o muchas diferencias, incluso aunque estos hayan ocurrido ayer.

Esto es importante considerarlo más en el ámbito educativo. Es algo que compruebo en mis salones de clases: el sistema ha enseñado a ser repetitivo, cuando debe dirigir al estudiante a ser creativo. Es como la diferencia existente entre el ser humano y los computadores, las máquinas son creadas para desarrollar programas y funciones repetitivas; los seres humanos, para generar ideas a partir de la información y las experiencias.

Cury señala que todos los seres humanos tenemos el mismo potencial intelectual independientemente del lugar geográfico donde nos encontremos, de la cultura a la que pertenezcamos o de la profesión que hayamos desarrollado. Tanto un miembro de una tribu africana como un científico de Harvard poseen la capacidad de desarrollar las funciones nobles de la inteligencia.

Las ventanas de la inteligencia deben ser promovidas en los centros educativos de básica, media y premedia a través de pruebas escolares que valoren el razonamiento esquemático, las ideas organizadas, los proyectos sociales, todo lo que origine la creatividad, que permita el exponer ideas y que evite la repetición de datos, distinta a las necesidades de los centros universitarios donde sí se puede ser más detallista con relación a la información.

En el libro Revolucione su calidad de vida , Augusto Cury señala las funciones de la memoria, estableciendo que existe una memoria de uso continuo (MUC) y una memoria existencial o inconsciente (ME). Es así que la mayor parte de la información -aproximadamente un 90%- no será recordada en la MUC, ya que está va a la ME, donde será transferida a archivos poco visitados del inconsciente. Un ejemplo: una persona aprendió un idioma, pero deja por largo tiempo de practicarlo. Mientras lo use a diario, esa información permanecerá en la MU; de no hacerlo, se irá a la ME.

Es por esto que las informaciones más útiles son las que presentan mayor ventaja, se convierten en conocimiento, en experiencias en la memoria de uso continuo.

Por esta razón, en los salones de clases se debe estimular el pensamiento mediante herramientas, como el arte de la interrogación. Al preguntar, creamos en los estudiantes dudas, contribuyendo a expandir sus ideas ante el estrés positivo, transformando la información en conocimiento y, a su vez, en experiencias, forjando así pensadores y no repetidores de datos, logrando así en el estudiante una motivación que lo convertirá en un ente crítico y no manipulable por el sistema social en el que vivimos.

Cuando hablamos de estimular el arte de la pregunta nos referimos al rol del docente que interactúa con los estudiantes, que dialoga con ellos, promoviendo de esta forma la participación a través de muchas preguntas, de manera que puedan superar la timidez, la inseguridad. Se busca estimular el debate de ideas. Es una técnica que utilizo con mis estudiantes de derecho porque quiero que ellos sean pensadores brillantes y vislumbren lo lejos que pueden llegar con sus ideas.

Ciertamente, la sociedad está permanentemente cambiando por lo que la educación debe estar a la par de estas transformaciones. Si queremos personas más ‘humanizadas' debemos estimular su inteligencia, enseñarles el arte de pensar, ya que quien piensa, reflexiona y puede ser autor de su propia historia.

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