Crédito sin control, ¿pesadilla, atajo o desinformación?

Actualizado
  • 22/01/2020 10:06
Creado
  • 22/01/2020 10:06
Cifras de la Asociación Panameña de Crédito expresan que los saldos promedio por persona en tarjetas de crédito se han incrementado. Es precisamente con este producto que los consumidores registran la morosidad más alta. Expertos aseguran que el punto de partida es la falta de educación financiera
¿Sabe qué tan importante es plantear las bases de una buena educación en finanzas personales?

Es frecuente orientar la atención hacia la necesidad de fiscalizar las finanzas públicas y señalar con los mejores planteamientos, aquello que no marcha como debe ser. Pero, ¿dónde quedan las finanzas personales? Una estructura clara y sensata de la economía desde casa, podría repercutir indiscutiblemente a robustecer el músculo financiero del país. Todo parte de planteamientos claros, transparentes y de la organización estratégica. Lo cierto es que, información de la Asociación Panameña de Crédito (APC) emitida en 2019 muestra variaciones interesantes en la tenencia de tarjetas de crédito: si bien la morosidad se mantiene por debajo del 10%, el saldo promedio por persona, con este tipo de producto crediticio se ha incrementado.

¿Pero, son las tarjetas de crédito un salvavidas o el enemigo en la historia? Datos proporcionados a este medio por la entidad muestran que al cierre de 2019, el saldo promedio en tarjetas de crédito era de $3,375, sobrepasando los $3,200 de 2018.

Cifras del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional indican que para 2018, Panamá ocupaba el cuarto lugar en Latinoamérica en endeudamiento per cápita.

Y aunque los cuatro sectores principales por los que registran deudas las personas naturales son el hipotecario, los préstamos para autos, los préstamos personales y las tarjetas de crédito, la alta morosidad se refleja en los famosos plásticos y en la adquisición de autos.

Un tema de análisis al considerar, además, que de acuerdo con cifras del Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para 2018, Panamá ocupaba el cuarto lugar en Latinoamérica en endeudamiento per cápita.

Susette Sousa, consultora financiera, pronostica que para este 2020 el endeudamiento tendrá un alza y la sociedad panameña se enfrenta a la falta de educación financiera.

“Actualmente nadie arma un presupuesto. Los clientes me dicen que están endeudados, que no pueden más, que están quebrados, pero ninguno tiene un presupuesto”, dice.

La elaboración del presupuesto es clave en la buena gestión de nuestra economía.

“El problema es que no nos enseñaron desde pequeños que no podemos gastar más de lo que ganamos y la realidad es que todos gastan más de lo que ganan a través de las tarjetas de crédito”, enfatiza.

Comenta que “la educación financiera enseña que si ganas $5,000 o $2,000, tu límite de endeudamiento en préstamos y tarjetas de crédito es del 20%. En Panamá, he visto a consumidores que tienen un salario de $1,000 y $3,000 en tarjetas de límite”.

Para la consultora, “si no te educas financieramente, no sabes cuál es el mejor producto para ti o cuál es el límite que debes establecer”.

Sousa cree que la educación financiera no está para nada cerca de ser un tema de conversación, aunque la gente está buscando una solución a sus problemas porque les ahogan las deudas y “lo lamentable es que se endeudan más porque tienen un ritmo de vida que no cambian y pretenden mantener a través de las tarjetas de crédito”, remarca.

La experta indica que hacer un alto y elaborar un presupuesto es fundamental para encaminarse hacia la estabilidad que permita realizar inversiones a futuro y percibir ingresos adicionales.

Estructura en positivo

De acuerdo con Sousa, un buen plan para administrar las finanzas personales contempla la salida de las deudas y reservar el 10% del salario en una cuenta de ahorros, para el fondo de emergencias.

“En caso de despido, es necesario contar con el fondo de emergencia con proyección a seis meses mínimo. Debe incluir pago de educación, hipoteca, alimentación, préstamos”, explica.

Por otra parte, menciona que la verdadera “solución” a los problemas es el refinanciamiento. “Tras la consolidación debe armarse el presupuesto, pagar las deudas y hacer una dieta financiera: un sacrificio para resarcir el mal manejo de nuestra economía y lograr la libertad financiera”.

“El consumidor debe asesorarse. En Europa y Estados Unidos, tener un asesor financiero es algo normal, tanto como tener un entrenador físico. En los bancos ofrecen un asesor como parte de los servicios. Lamentablemente, estamos en un país donde la gente no toma esta temática como parte de su vida”, precisó.

“El problema del consumismo radica en nuestras emociones y ansiedades. Tratamos de llenar algo al comprar cosas. Al final, es un tema emocional”, reflexiona.

En Panamá, las tarjetas de crédito siguen siendo el producto estrella en materia de endeudamiento, con la mayor tasa de morosidad. 

Gonzalo Córdoba, gerente Ejecutivo de Operaciones y Tecnología de la APC, coincide en que “los usuarios están adquiriendo más tarjetas de las que podrían manejar”.

“Si bien las están pagando, tal y como lo demuestran las estadísticas, es posible que en algún punto no puedan hacer frente a sus obligaciones”, precisa.

Córdoba insiste en la necesidad de verificar los ingresos frente a los gastos y hacer pagos elevados a las tarjetas para que no se incrementen los saldos.

“Una tarjeta de crédito es buena para casos de emergencia y hacer frente a necesidades de salud, por ejemplo. Es un producto que puede ayudarnos a salir de eventualidades, con la conciencia de emplearla de la manera correcta”, precisa.

“Los usuarios deben estar al pendiente de los estados de cuenta de sus tarjetas, hacer pagos mayores al mínimo y cuando sea posible, pagar todo lo consumido en el mes; de esta forma, la tarjeta no será un problema crediticio en el futuro”, señala.

Al ser consultado sobre el rol de la banca y la responsabilidad de brindar la asesoría adecuada, expresa que “desde APC no podemos controlar las políticas de crédito de las instituciones ni de los agentes financieros que tienen relación con nosotros; solo podemos enseñarle al consumidor cuáles son las mejores prácticas en el manejo de estos productos; sin embargo, hay leyes que regulan la utilización de las tarjetas y lo verifican”.

Samuel Moreno, presidente del Colegio de Economistas de Panamá, refiere que desde este organismo han mantenido una Comisión de Estudio para evaluar el comportamiento en la adquisición de tarjetas de crédito. “A la fecha nos preocupa enormemente que los consumidores mantienen cerca de $2,800 millones en deudas de tarjeta de crédito a tasas de interés muy elevadas”.

Se trata de una realidad que implica el endeudamiento de muchas familias, que han comprometido ingresos futuros.

“Nuestra recomendación es que se haga un presupuesto de ingresos y gastos, para limpiar y pagar las deudas en tarjetas. Los créditos en Panamá se adquieren con mucha facilidad, sin embargo hay que tener moderación porque pueden convertirse en grandes deudas que comprometan ingresos que aún no se han generado”, refiere.

El economista coincide en la premisa de que Panamá adolece de educación financiera, una realidad que deriva en que “las familias caigan en niveles de endeudamiento alarmantes”.

Por otra parte, señala que “los panameños necesitan capacitarse con urgencia en materia de finanzas y presupuesto para comprender todos los escenarios. Esto incluye a todos los profesionales que no saben manejar un presupuesto de ingresos y gastos, no entienden entre las alternativas de un préstamo hipotecario, cuál es conveniente y cuál o cuáles pueden ser las repercusiones de una tarjeta de crédito”.

El presidente del Colegio de Economistas también cree que el alto costo de la vida, con el aumento en los precios de los servicios y los salarios reales, tiene correlación con la búsqueda de salvavidas en productos crediticios como las tarjetas, para cubrir deudas.

Laritza Lezcano, asesora financiera, remarca que las tarjetas de crédito no son una amenaza.

“Son préstamos personales a corto plazo y hace falta educación para comprender a cabalidad el producto. Hay mucha gente que ignora incluso qué es el pago mínimo y sus componentes. Otros las utilizan hasta el límite cuando la recomendación es dejar libre un 35%”, expone.

Las tarjetas “son un medio expedito para cubrir alguna necesidad o deseo. Lo que falta es ser comprometidos con respecto a su manejo”.

Retos

Lezcano considera que en Panamá, al igual que en otros países de Latinoamérica, la planeación financiera no es parte de la cultura. Y “esta es la fuente de los retos que enfrentamos cuando de nuestras finanzas personales se trata”.

A su vez, comenta que la limitación de los productos financieros para casos como la planeación del retiro, es otro de los desafíos que enfrenta el Istmo. “Tenemos que cotizar en el sistema de pensiones del país, vemos fondos de inversión que son escasos y con rendimientos pocos atractivos, y en ciertas instituciones se dispone de las cuentas IRA o individuales de jubilación”.

Otro aspecto que, según indica, suele ignorarse en materia de educación y planeación financiera, es la importancia de la diversificación del ingreso con el paradigma de que “el salario mínimo establecido por ley está o debe estar en la capacidad de satisfacer nuestras necesidades”.

“Siempre es importante plantear la generación de fuentes múltiples, de manera que una actividad complemente la otra o sirva de sustituto en el caso de que una se torne menos fructífera que la otra”, especifica.

Paradigma

Según Lezcano, entre las creencias sociales erróneas más frecuentes, se ubica la subestimación de planear el retiro.

“Muchos ignoran el concepto de la pérdida del valor del dinero en el tiempo y el impacto que éste tiene en los recursos que acumulamos para el retiro o jubilación. Cuando revisas este tema con los clientes y aplicas los cálculos pertinentes integrando los gastos actuales y proyectando los futuros, el resultado es desesperanzador porque se percata de que necesitaría acumular significativas sumas de dinero para tener la calidad de vida actual en el futuro, y si el objetivo es mejorar la calidad de vida, la sorpresa en aún mayor”.

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