Una visita al museo

Actualizado
  • 09/02/2020 06:00
Creado
  • 09/02/2020 06:00
El Museu del Cómic i la il·lustració en Catalunya ofrece al visitante un recorrido por la historia de estas publicaciones, desde 1895 hasta el día de hoy. No solo se concentra en historietas españolas, también ofrece un vistazo a tiras de otros países
Fachada del museo, ubicado en Sant Cugat del Vallès.

Por primera vez en tres años nos alejamos un poco de Japón, pero no de la temática cultural, porque mientras asistíamos a la exposición de Osamu Tezuka en el MNAC de Barcelona, aprovechamos para visitar el Museu del Còmic i la il·lustració en Sant Cugat del Vallès, ¡lo que fue fabuloso!

Una triste historia

Diez años atrás, en 2009, la Generalitat de Catalunya -el gobierno Catalán- basándose en un anteproyecto de la Federació d'Institucions Professionals del Còmic (Ficomic) eligió una antigua fábrica en la ciudad de Badalona para erigir un museo del cómic. Al siguiente año firmaron el acuerdo que creaba el MCIC -Museu del Còmic i la Il.lustració de Catalunya-; la ciudad de Badalona aportaría 3,4 millones de euros y el gobierno catalán 8 millones. Para 2011, la remodelación estaba casi lista, a pesar de que el dinero de la Generalitat no llegaba.

Una visita al museo

Durante 2013 se llegó a acuerdos para mantener a flote el proyecto y se habló de una posible inauguración, pero en 2015 el aporte de la Generalitat seguía sin llegar. No obstante, las reuniones siguen y el proyecto se mantiene, hasta que en 2017 un diputado pide al Congreso que se clausure el proyecto y se dé otra utilidad al edificio. Como era de esperarse hay un revuelo y se activan las alarmas, pero la estocada final llegó cuando la Generalitat presentó un plan cultural hasta 2030 y no se mencionaba el MCIC. El diario La Vanguardia del 2 de enero de 2020, informó que “Badalona está buscando nuevos usos para el edificio y ha desechado el museo por la falta de apoyo de la Generalitat”.

Al fin, una luz al final del túnel

Mientras esto sucedía, en Sant Cugat del Vallès tres amigos, José Luís Villanueva, Paco Baena y José María Delhom Pericóm, coleccionistas, estudiosos, investigadores, historiadores gráficos, escritores y, sobre todo, amantes del cómic, se esforzaban por hacer realidad un museo del cómic.

Una visita al museo

Lo primero fue tener el lugar, que resultó ser un antiguo edificio de mediados del siglo XIX, acondicionado para su uso. Son tres plantas en las cuales se puede disfrutar de más de 150 años del cómic en España, en su mayoría, pero también el europeo e internacional. Cuenta con una exposición permanente y la última planta se utiliza para exposiciones itinerantes, talleres de dibujo, guion e historia, entre otros. Finalmente, en junio de 2019, abre sus puertas al público el Museo del cómic y la Ilustración en Sant Cugat.

Llegar fue sumamente fácil, los colores llamativos del edificio hacen que resalte de todo el resto. Suponíamos que el lugar sería pequeño y la visita muy rápida. ¡Nada más alejado de la realidad!. Una vez dentro, la colección nos sorprendió y terminamos pasando más de dos horas recorriendo los pisos en un viaje cronológico: “1865/1900. La prehistoria”, “años 20. Auge del semanario de historietas”, “Años 30. La década prodigiosa”, “Años 40. El renacer de una industria”, “Años 50. La edad de oro”, “Años 60. Fin de la aventura y nuevos horizontes” y “1970 en adelante”.

Es impresionante la gran cantidad de artes originales tanto españoles como internacionales que se pueden apreciar: placas de impresión, guiones originales, páginas internas, portadas y cómics de la época. En muchas ocasiones era posible ver el arte original a tinta china y la versión final impresa en color. Interesantes resultaron también las adaptaciones como “Hombre enmascarado” para las tiras de The Phantom de Lee Falk, Batman and Robin se convertía en “Robin y el murciélago”, pero la que más llamó la atención fue la tira de Windsor McCay Little Nemo in Slumberland rebautizada “Los sueños de Manolín”.

Una visita al museo

En España se manejaban dos formatos, el vertical y otro igual que los italianos y argentinos: apaisado dando la impresión de que se hubiese cortado el cómic a la mitad. La idea surgió durante la dictadura franquista que decidió que el formato apaisado estaría dirigido a los niños para “diferenciarlos”. Había revistas de aventuras infantiles como El guerrero del antifaz, Capitán Trueno o Roberto Alcázar y Pedrín entre otros, cuyo objetivo, algunas veces, era influir en el pensamiento de los pequeños, y para las niñas Cándida Paloma, Mary noticias o las colecciones Susana, Rosa y Alicia.

Llegamos a la sección de los héroes de Marvel y DC con sus adaptaciones al español, ciertos personajes serían imposibles de identificar solo por el nombre, como Estela Plateada (Silver Surfer) La masa (Hulk) o Lobezno (Wolverine). Apreciamos las revistas de humor, entre las cuales unas se mantienen en la actualidad y otras aunque desaparecieron no fueron olvidadas, DDT, El víbora, El jueves, la versión española de Spirou o la maravillosa Cimoc, en la que desfilaron grandes maestros como Moebius, Breccia y Druillet.

Cuando creíamos haber alcanzado lo máximo, en el tercer piso nos encontramos con una exposición itinerante de Francisco Ibáñez, o mejor dicho, del maestro Ibáñez. Sus personajes más famosos llegaron a Panamá al supermercado GAGO y era común en esa época que la chiquillada se sentara en el suelo de la sección de libros a leer Mortadelo y Filemón, mientras las madres o abuelas hacían la compra. Pero no eran esos sus únicos personajes, 13 Rue del percebe, que de pequeño me encantaba, poco recuerdo de El botones sacarino o Pepe Gotera y Otilio, pues eran difíciles de conseguir, aunque de vez en cuando algún pariente traía uno del extranjero.

Una visita al museo

Durante la visita me sentí como niño en una chocolatería. El trabajo que han hecho José Luís, Paco y José María -y me disculpo por tutearles- es encomiable. Al regresar a la planta baja fuimos a la tienda, sabíamos que el valor de la entrada había sido un regalo, dado todo lo que habíamos visto y disfrutado, así que opté por comprar un imán para el refrigerador y una bolsa del súper, para cooperar un poquito. A los amantes del cómic, si están o viajan a Barcelona, les recomiendo visitar el museo, es algo obligatorio y de paso, den las gracias de mi parte a estos tres amigos por su atinada decisión de hacer llegar su afición y amor por el cómic a muchos más admiradores del mundo.

El autor es catedrático de la Universidad de Panamá y doctor en comunicación audiovisual y publicidad.

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