Navegando con la marea de las emociones

Actualizado
  • 07/03/2020 06:00
Creado
  • 07/03/2020 06:00
Las emociones son reacciones bioquímicas, energéticas y fisiológicas que se activan ante un estímulo que nos permite responder de manera adecuada a nuestro entorno

Partamos de un hecho importante: usted debería ser dueño de sus emociones, eso es clave en la vida y, en la medida posible, debería saberlas administrar correctamente en el momento justo, con la persona correcta y por las razones debidas, ello lo llevará a una vida más asertiva y efectiva.

Ahora bien, es fácil decirlo y en algunos casos, difícil de llevar a cabo. En especial cuando la ira es la emoción que sale a relucir. Sin embargo, existen personas que, por distintas razones, ya sea por su entorno o porque su trabajo lo exige, son capaces de tener un control emocional impresionante y no necesariamente tienen que estar bajo condiciones psicológicas como la psicopatía o sociopatía como algunos mitos populares lo quieren hacer ver.

Responsablemente debo advertirle que mientras más intente disimular sus emociones, más se notan, en especial, si no quiere que otros las descifren. Las microexpresiones faciales y el resto de las expresiones emocionales en el rostro son mucho más notorias cuando vienen en estado puro.

En mis podcasts explico que las microexpresiones son de hecho el preámbulo de las emociones, ahora bien, ¿qué son las emociones? Son reacciones bioquímicas, energéticas y fisiológicas que se activan ante un estímulo que nos permite responder de manera adaptada a nuestro entorno.

El Dr. Paul Ekman explica que las emociones son señales instantáneas que transmiten a los demás cómo nos sentimos, en fracciones de segundos.

Por tal motivo, en algunos casos existe una ausencia de conciencia inicial y no siempre nos damos cuenta con qué tipo de emoción estamos lidiando (ira, asco, felicidad, miedo, desprecio, tristeza o sorpresa).

Además, las emociones no son exclusivamente humanas, puesto que los animales también las pueden experimentar. Recuerde, amigo lector, que nosotros somos de la especie homo sapiens.

Un mito popular que de por sí está bien alejado de la realidad, insinúa que aquellos que estudian las emociones o las detectan solo lo hacen instintivamente y suponen entenderlas.

La realidad es la siguiente: el estudio de las emociones y aprender a detectarlas es ciencia pura y no suposición. Además, debido a lo explicado en los párrafos anteriores, bien pueden ser detectadas si usted es un gran observador de los detalles y cambios conductuales y corporales.

Agencias como la CIA o el FBI entrenan a su personal no solo para detectar emociones, sino también para disimularlas o esconderlas.

Por ejemplo, existe una técnica muy puntual que consiste en activar ciertos músculos faciales o corporales de forma consiente y, que no tienen nada que ver con la emoción expuesta, haciendo que la persona que las detecta reciba señales contradictorias o confusas. Para ello, estudian la anatomía del rostro o cuerpo para conocer a profundidad qué músculos se activan y qué músculos están fuera de contexto ante una acción o emoción determinada.

Para algunos expertos, el polígrafo es la herramienta ideal debido a que esta marca ciertos cambios fisiológicos precisos y ayudan a detectar una emoción. Hasta cierto punto es así, pero la verdad es que el polígrafo es perfectamente engañable si usted sabe cómo hacerlo.

Hay factores que dan como resultado los llamados falsos positivos y las mismas preguntas que dieron como resultado una lectura determinada, pueden variar si se les cambian algunos componentes dentro de la ecuación.

Si usted aprende cómo combinar la observación, la escucha activa, el conocimiento para detectar microexpresiones, movimientos dentro del lenguaje corporal y cómo detectar mentiras, entonces usted tiene una herramienta poderosa.

Cuando se navega con las emociones, se hace en un mar complejo; para estar consciente de ellas, primero debe detectarlas en usted mismo para luego detectarlas en los demás.

Comience haciendo un ejercicio sencillo: póngase frente a un espejo, cierre los ojos por unos segundos y recuerde un momento especial de su vida que haya generado una emoción determinada. Ahora, observe su reacción porque es muy seguro que la replique, trate de descubrir qué músculo se activó, sienta la emoción visualmente y así usted irá aprendiendo a reconocerla y, por ende, a detectarla.

Vaya a tomarse un café a un mall y observe su entorno, observe la interacción de quienes lo rodean, descubra cómo se comportan, cómo se sientan frente a otra persona, cómo reaccionan si ven a un conocido venir a su encuentro, mire el movimiento de las piernas, la posición de los pies... ese ejercicio lo hago yo cada vez que me tomo un café.

Existen aplicaciones que uso a diario para reconocer las microexpresiones, ya sea individualmente o combinadas. Estas aplicaciones las puede bajar para dispositivos móviles.

Navegar con la marea de las emociones se le hará menos complicado siempre y cuando usted sepa descubrir las corrientes y sus múltiples rutas. Lo invito a montarse en esas rutas, y verá cómo su vida y su inteligencia emocional van cambiando positivamente.

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