Escuchando los cantares de mi tierra

Actualizado
  • 13/04/2020 00:00
Creado
  • 13/04/2020 00:00
“Hay momentos de nuestra vida en que nos sentimos desamparados, en busca de luces que nos indiquen la justa medida de nuestro actuar”, subraya el maestro Ureña Ramos, quien desmenuza los valores inquebrantables, en tiempos difíciles, a través del arte
La pieza que representa la templanza.

“No serás de esos que pasan por la escuela calentando banquillo”. Ahí en el vestíbulo de la escuela Normal de Santiago, mi padre con severa voz me hablaba, y señalando con su mano la alegoría del tiempo y la filosofía, donde se encuentran el reloj central y las esfinges de Aristóteles y Platón, continuaba diciendo: “Prudencia, templanza, fortaleza y justicia, son las virtudes principales y fundamentales con las que debes educarte, para que mañana, en momentos de desasosiego, abandono y desorientación, sepas ajustar tu ruta”.

Mi padre era de la primera generación de educadores graduado en la escuela Normal de Santiago, en 1944, como también fue inspector escolar en el Instituto Nacional de Panamá. Él sabía explicar cada piedra, decoración y estatua colocada en este edificio, una generación de educadores que había sido preparado para trasformar el pensamiento humano de todos los panameños.

Es así que, antes de llegar a la alegoría de la filosofía, me había sugestionado con la explicación del frontis realizado por el artista español Antonio Rodríguez Del Villar (1881-1972) hablándome del templo sagrado y el motivo de las esfinges del Instituto Nacional y de los leones de la Normal que estaban colocados en la entrada de estos centros de enseñanzas. Era un llamado de atención para indicarnos que cada escuela era un templo de sabiduría, por ello se debía entrar con respeto, bien vestido, bien peinado, con el recogimiento justo para tal situación y lugar. ¡Vaya enseñanza!

Después entré a estudiar en la escuela Normal y cada vez que me encontraba en el vestíbulo, miraba todas las bellas decoraciones, recordando su significado, hasta llegar a Platón y Aristóteles; y a las cuatro virtudes cardinales, rememorando con parsimonia las enseñanzas obligatorias que me había donado mi padre.

Años después fui llamado por la profesora Berta Torrijos para que realizara los 16 paños murales que iban a servir como decoración a la nueva sede de Udelas de Veraguas (2009-2013); esa tarde de junio de 2008 me reuní con ella para comenzar los preparativos y me sorprendió (entre otras cosas) su apasionado pedido: “Aristides, píntame los fundamentos que puedan ayudar a nuestra gente en momentos de necesidad. Para educarlos para los momentos difíciles”. La doctora Berta viene de esa generación de educadores de la cual procede mi padre y su petición se basaba en los bastiones muy inculcados en los cimientos de nuestros educadores normalistas.

Hay momentos de nuestra vida en que nos sentimos desamparados, en busca de luces que nos indiquen la justa medida de nuestro actuar; existen momentos donde nuestras profundas intimidades derivan en un océano de dudas y tememos sentirnos abandonados, solitarios sin saber dónde buscar.

Al ejecutar la primera fase de los murales de Udelas, del núcleo de cinco paneles de la memoria, el cuarto está dedicado a la sabiduría. Coloqué el jardín que cada alumno debe cultivar con las siete virtudes capitales, introduciendo las (virtudes) teologales fe, esperanza y caridad, para completar el impacto que en mi adolescencia el vestíbulo de la Normal me había forjado.

Arte que representa la fe.

Arriba, a 14 metros de altura, se encuentran las respuestas a muchas preguntas con las que nos ha forjado la disciplina educativa, fruto de la sabiduría milenaria del pensamiento del hombre que aquí les expongo:

Templanza

Mujer que en su mano izquierda sostiene un reloj de arena unido por dos cuerdas al estribo de un caballo. A sus pies, un elefante que recuerda saber frenar a tiempo.

Se trata de la virtud de moderar los apetitos desordenados, así como las tentaciones de los sentidos. Para ello, la persona antepone el uso de la razón. Mediante el ejercicio racional, la persona logra el dominio de sus pasiones para preservar el bien común. Los medios de la templanza son la abstinencia, la sobriedad, la castidad y la continencia.

Prudencia

Mujer con un yelmo dorado, con doble cara. En su mano izquierda lleva un bastón, y enredado en él, una serpiente.

La prudencia es la capacidad de reflexionar antes de hablar o actuar, así como de evaluar el modo y los medios adecuados para intervenir en una situación.

La práctica de la prudencia implica seguir al menos tres elementos esenciales, que son: pensar con madurez, decidir con sabiduría y actuar para el bien. Todo ello implica un proceso de reflexión continua.

Fortaleza

Representada por un hombre vestido con piel de león con un escudo en su mano izquierda y un león que combate con un jabalí.

La fortaleza es una virtud que permite al individuo enfrentar, soportar y vencer los obstáculos que van en contra del bien y de su parte espiritual. Como tal, la fortaleza es una fuerza física y moral que permite al individuo ser fuerte, perseverante y vencer el temor que siente en determinadas situaciones.

Justicia

Mujer en vuelo, vendada, lleva una balanza.

La justicia es una virtud que surge para contraponerse a la malicia de voluntad. Así, la justicia se comprende como la voluntad manifiesta de una persona de que cada quien reciba lo que merece y es justo, es decir, que cada quien reciba lo que le corresponde.

Fe

Mujer vestida de blanco, en su mano derecha, una llave, y a sus pies, un perro.

La fe es la creencia, confianza o asentimiento de una persona en relación con algo o alguien.

Pero para la Iglesia, la fe es creer en Dios y confiar en su revelación. Esto supone, por lo tanto, la apertura espiritual necesaria para poder reconocer la manifestación de Dios en la vida cotidiana y en la comunidad de creyentes.

El catecismo de la Iglesia católica define la fe como “la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado”.

Como acto de confianza en la verdad revelada, la fe anima a actuar concretamente de acuerdo con los principios espirituales inspirados por Dios y motiva a profesarla abiertamente.

Esperanza

Mujer vestida de verde, en el seno lleva un "amorcito", amor que toma leche del pecho.

El maestro del arte contemporáneo panameño Aristides Ureña Ramos, mientras realizaba su obra en Udelas.

La esperanza, animada por la fe, permite al ser humano comprometerse con los cambios necesarios para construir el bienestar común, así como encontrar sentido al trabajo, fuerzas para enfrentar las dificultades y paciencia para esperar.

La fe infunde la esperanza. La esperanza es la espera confiada en el cumplimiento de un determinado horizonte que, en el caso de la teología cristiana, se refiere al cumplimiento de las promesas de Jesús: el reino de los cielos y la vida eterna, en función de lo cual el cristiano se conduce espiritualmente.

El catecismo de la Iglesia católica sostiene que la esperanza “corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre”.

Caridad

Mujer con aureola de fuego, vigilante, amamanta un niño.

Para el apóstol san Pablo, la caridad es la más importante de las virtudes teológicas, tal como se deja ver en el siguiente versículo: “Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada” (1 Corintios 13, 3).

La caridad (el amor) es el centro del corazón cristiano. Se define como la virtud que permite a las personas amar a Dios por sobre todas las cosas y, en nombre de este vínculo, amar al prójimo como a sí mismo. Sus frutos son el gozo, la paz y la misericordia.

Allá donde Nito colocó el taburete (2019) hay cinco estatuas esculpidas por el artista italiano Gaetano Olivari (1870-1948), esculturas que representan la ley, la justicia, el trabajo, la constancia y el deber, colocadas en el año 1915. Siendo esos los severos monitores que indican los senderos por donde conducirnos.

Todo esto hasta ahora narrado, nos pretende Indicar que, en verdad no estamos solos, las rutas están delineadas por el pensamiento de sabios panameños y del pensamiento universal del cual somos centro estratégico. Huellas en las artes, que siguen vigentes como faro de luz en momentos obscuros... por eso, cada vez que regreso al vestíbulo de la escuela Normal de Santiago y me absorbo en el sincero pensamiento que no pasé por la escuela calentando banquillo, el mérito de esto se lo debo a la severidad de mis padres, a mis educadores y sabios dirigentes que han sabido sublimizar mis debilidades para fortalecerme.

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