Redes sociales: el mensaje de un 'like' humanizado

Actualizado
  • 30/06/2020 00:00
Creado
  • 30/06/2020 00:00
Son un arma comunicacional. Del fomento de una ciudadanía más crítica y sensible dependerá la explotación favorable de los contenidos en estas plataformas digitales que han impuesto nuevos modelos, y llegaron para quedarse

“Tengo trastorno obsesivo compulsivo, síndrome de tourette y depresión”, esta fue la frase con la que la cantante e influenciadora Lele Pons se atrevió a revelar recientemente un padecimiento que le acompaña desde niña.

Cada 30 de junio se celebra el Día Mundial de las Redes Sociales, ¿qué tanto han evolucionado su uso en una sociedad que requiere más humanización?

Lo interesante de este salto al vacío, más allá de abrir su intimidad, es que, el grito de una realidad a la que millones en el mundo se enfrentan, vino de quien amasa una comunidad de más de 41 millones de seguidores en Instagram y 16 millones en Youtube.

Lele Pons, una modelo y presentadora de 24 años, hoy tiene la habilidad de mover masas en un segmento significativo de la comunidad americana y latina en Estados Unidos; un poder con el que bien parece que se las arregla para quebrar de alguna manera el muro de la “engañosa” perfección del social media.

La historia sobre el drama de la enfermedad que padece desde la niñez –síndrome de tourette, un trastorno que también afecta al sistema nervioso– en 'The secret life of Lele Pons', empieza con una clara invitación a replantear el papel de los contenidos en las redes sociales y cómo se conjugan con la formación de estereotipos: “Muchos piensan que tengo una vida normal... no, mi vida no es perfecta... Quizás a través de las redes sociales uno muestra que sí”.

“Tengo Trastorno obsesivo compulsivo (OCD por sus siglas en inglés). El OCD no te abandona. ¿Me asusta contarle a la gente? Sí. ¿Me asusta lo que dirán? Sí. ¿Me da vergüenza? No”, confiesa, en un audiovisual en el que su padre también cuenta parte de la lucha diaria a la que, la mujer venezolano-estadounidense se enfrenta con el ciber bullying.

Cada 30 de junio se conmemora el Día Mundial de las Redes Sociales, ¿cómo ha cambiado la percepción del mundo a través de estos canales?

Nora Cedeño, experta en desarrollo organizacional, explica que “las redes sociales son un reflejo de las personas y se convierten en una amenaza para quienes no tienen una sana autoestima, para los que desconocen sus fortalezas y no tienen clara su escala de valores”, destaca.

“Hay una frase muy dura: Cuando la maldad habla, la ignorancia acepta. Las redes no crean analistas, sino seguidores. No quieren cuestionadores, sino likes, no brindan elementos para crear juicios críticos, quieren repeticiones o shares”, añade.

Sobre la manera en la que han cambiado los paradigmas sociales de comunicación frente a estos esquemas en los que parece no existir regulaciones, Cedeño plantea que “es imposible que haya un ente que pueda hacer control. El poder lo tenemos los usuarios al no replicar los contenidos, eliminando las publicaciones denigrantes o demeritantes, dejando de dar likes a lo popular sin haber analizado el contenido, evitando abrirle redes a nuestros hijos o supervisando apropiadamente lo que publican, sobre todo en las edades en las que son más vulnerables o influenciables”.

Sobre la conducta aspiracional de algunos usuarios, la ejecutiva experta en comunicación sostiene que “nos hemos acostumbrado a la felicidad instantánea, a la sonrisa fingida, al aparentar. Es la cultura del envase o del descarte”.

“No se trata ahora de que cada publicación sea una lección de valores, de moral o de humanismo, se trata de sensibilizar e invitar a la empatía, a la tolerancia, al respeto, pero sobre todo a mostrar el lado positivo de la vida. Particularmente, algunos tenemos como norte esto último”, dijo.

Por otra parte, José Lasso, sociólogo, considera que las redes sociales han llevado al individuo a “desconocer o no percibir los límites entre lo público y lo privado”.

“La influencia de los contenidos de las redes se produce de manera diferenciada en la población. Son los jóvenes los que se ven mayormente afectados por los contenidos, en su interacción con otras personas”, argumenta.

De acuerdo con el sociólogo, el impacto de estas herramientas en los jóvenes corresponde a “la construcción de su propia identidad, aceptación y moldeamiento según lo establecido por los grupos dominantes”.

“La definición de lo bello, lo feo, la moda y los comportamientos se vincula con quienes se convierten en una influencia desde su forma de verse, pensar y comportarse”, señala.

Sin embargo, “debemos entender que muchos de los llamados influencers tienen visiones, ideologías políticas y hasta religiosas que se adscriben a visiones particulares. Parece que estos espacios de comunicación instalan posiciones sobre situaciones de la agenda política, social, económica y dentro de estas, también afectan las formas de consumo para ubicarse en posiciones dentro de la estructura de prestigio social”.

Los contenidos difundidos a través de las redes sociales “se instalan en los imaginarios respondiendo a parámetros grupales, para estar a la moda. Cualquiera que se salga de estos parámetros, es controlado con sanciones sociales a veces imperceptibles, pero de mucho peso social”, dice.

“Para cambiar esta situación, es importante partir de las estructuras institucionales, donde lo importante sean los derechos y el respeto, sin discriminación, con la aceptación de todos. Los medios de comunicación y los influenciadores deben entender estos parámetros para contribuir a la inclusión y no a la discriminación”, enfatiza Lasso.

Gemmna San Cornelio, experta en ciencias de la información y la comunicación, compartió con este diario otra perspectiva. La experta considera que “culpar a un medio o a una tecnología es tecnodeterminista, ya que internet y las redes sociales se crearon para compartir información”.

San Cornelio recalca que el uso social, y especialmente el empresarial o institucional, que se hace, es lo que acaba determinando su valor; “creo que últimamente todos somos muy conscientes de determinados peligros y hemos tomado una actitud más pesimista respecto a las redes sociales. En mi opinión, pienso que en buena parte somos ignorantes de su funcionamiento”.

“Es necesaria una educación, una formación para saber utilizar las redes de forma crítica. La universidad tiene una responsabilidad aquí, sin duda, pero cada vez será más importante adelantar este tipo de conocimientos en la enseñanza desde fases más iniciales”, sostiene.

Agrega que “los contenidos necesitan moderación, como por ejemplo, las imágenes o videos ofensivos, de delitos, etc., y esta parte es claramente responsabilidad de las empresas. Pero también los ciudadanos tenemos la responsabilidad de no compartir o no dar likes, así como denunciar contenidos que no son apropiados y no contribuir a su viralización”.

Al final del día, la manera en la que se gestionan, eligen y preponderan los mensajes en estos canales, es un cóctel de sabiduría personal, criterio y discernimiento que da para todo, y puede ser tan perjudicial como provechoso, tal y como Ricard Castellet, académico español, declaró al diario El País “estas plataformas han amplificado hechos punibles, algunos muy tristes, pero también han desarrollado flujos de comunicación y de conocimiento, contribuyendo a que estos circulen y se democraticen como nunca. El problema está en el uso que hacemos. Son fantásticas, pero, si se les da un mal uso, son plataformas peligrosísimas para la convivencia”.

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