Rubén Darío Murgas,En busca de los anclajes para el sistema informativo

Actualizado
  • 03/08/2020 00:00
Creado
  • 03/08/2020 00:00
En esta entrega, el autor nos aproxima a un sistema que debe responder a las complejidades del mundo de la comunicación e información, desde la mirada del periodista panameño Rubén Murgas

“No acostumbres a ponerte en camisa de once varas”. Así sentencia el proverbio, pero las circunstancias de la vida nos llevan a optar por adentrarnos en estrechas situaciones, que ponen al límite nuestras capacidades. Entrevistar a un maestro de las entrevistas –un conocedor de las peripecias del género– es una odisea que nos conduce por un territorio desconocido. Rubén Darío Murgas, una vida dedicada a los medios de comunicación, nos permite –desde el sitial de su intimidad– hablar del proceso que los medios informativos han tenido en Panamá. Un sincero agradecimiento por su compañía en este inicio de semana en nuestro Café Estrella.

Rubén Darío Murgas y Aristides Ureña Ramos, durante la entrevista.
Rubén, te iniciaste muy joven en la comunicación. ¿De niño pensaste alguna vez en ser periodista?

Muy niño. Mi madre me dijo que mi padrino, el expresidente Enrique Jiménez, estaba hablando en la radio. El aparato estaba en un lugar privilegiado de la sala, lejos del alcance de los niños. Me tuvieron que bajar porque yo buscaba dentro de la radio dónde estaba mi padrino (risas).

Cuéntanos de esos inicios tempranos.

A los ocho años nos fuimos a vivir a Tolé, producto de las persecuciones políticas. No había acueducto ni luz eléctrica, y los radios utilizaban unas baterías inmensas, porque en la década de 1950 no se habían desarrollado los transistores. Esas baterías costaban en los años 50 más de $7.00. Cualquiera no podía tener un radio. No había nacido el transistor, que es el que provoca una revolución y convierte a los campesinos en seres más cultos, y se inicia la guerra por el alma de la gente que escuchaba Radio Habana Cuba y La Voz de América. Chiriquí tenía una buena radio informativa, liderada por La Voz del Barú con sus estrellas Ramón Guerra y Santiago Anguizola. Allí nació mi amor por la radio. En esa época, en Tolé se vendían 30 Estrella de Panamá y 30 Ecos del Valle, un diario chiricano.

(La elocuencia en Rubén es palpable, cargo mis preguntas al tema de las libertades de expresión y los entornos de los años 70 e inicios de los 80. Rápidamente Rubén, con mucha firmeza, responde):

Torrijos no fue un enemigo de la libertad de expresión. El diario La Prensa nació con Torrijos en vida y nunca tuvo un incidente con el diario opositor. Los problemas vinieron después que él murió, con el famoso cierre de todos los periódicos, ordenado por el general Rubén Darío con el famoso: “desde ya”.

(Rubén toma respiro y parpadeando, abriendo los ojos, dice):

El desastre ha sido la Tv panameña. Con más de 70 años de Tv nunca hemos exportado un solo programa panameño. Sin embargo, los periódicos panameños fueron pioneros en América Latina. Inclusive antes de La Estrella Panamá. Tuvimos en el siglo pasado periódicos en español, en inglés y en francés. Nadie ha podido explicar porqué la televisión panameña no ha podido exportar. Recuerdo que cuando se permitió el cable, Torrijos prohibió que el cable se instalara en cantinas y bares para protección de la familia. Igualmente, en Panamá no se han podido desarrollar las transmisiones por circuito cerrado, gracias a un fracaso de una transmisión de una pelea que venía vía satélite desde África, nadie la pudo ver y no devolvieron el dinero.

Rubén Darío Murgas,En busca de los anclajes para el sistema informativo

Entonces Torrijos tomó la decisión de prohibir los circuitos cerrados en Panamá. Y es así que se desarrollan las transmisiones vía satélite y, desde entonces, nadie se ha atrevido a tocar el tema del circuito cerrado.

¿Qué está pasando en Panamá actualmente en nuestra manera de hacer radio, televisión y prensa escrita?

Siempre pregunta: '¿Por qué Panamá no ha exportado nada en Tv?'. La respuesta es sencilla, nunca la abrieron al talento nacional. Y la consigna era desplazar a México y nunca supimos aprovechar el apagón televisivo que sufrió Venezuela. El gran problema de la Tv panameña es que no se ha abierto al talento nacional. Cuando la Tv empezó, aprovechamos el talento cubano que salió de la isla y le abrimos las puertas, pero no supimos retenerlo. ¡Es una tragedia! Los medios no quieren invertir en el talento nacional. Ni siquiera los periódicos, que antes pagaban $300 mensuales para que escribieran columnas. Eso desapareció de Panamá, gracias al experimento de La Prensa que trajo un aire fresco al periodismo panameño, pero decidió que en aras de un periodismo libre no pagaría por las columnas. Los resultados fueron copiados por los demás diarios. En la mejor época del llamado imperio de los Arias, yo conocí al menos a 50 premios Miró que se quedaron escribiendo para la editorial que fue comprada por los militares.

Rubén, ¿hemos copiado el modelo americano?

No, Aristides, América Latina le ganó la sintonía con las famosas telenovelas a los norteamericanos. Con una América Latina plagada de dictaduras, le ganamos con las telenovelas el rating a los norteamericanos, con telenovelas como “Simplemente María” en medio de un golpe de Estado. Era dramático lo que estaba ocurriendo. Después de Perú, siguió Venezuela y aprovechó su democracia para incentivar la creatividad de sus telenovelas y famosas revistas que se apoderaron del corazón de América Latina.

¿Y Panamá?

Panamá no aprovechó la presencia de exiliados cubanos para desarrollar nuestra televisión y ponerla a producir con calidad de exportación. La autocensura y la chabacanería ocuparon y se apoderaron de nuestra producción televisiva. Surgieron grandes imperios televisivos, pero nunca entró el gran capital a producir Tv con calidad de exportación. Eso impidió que cumpliéramos el sueño de exportar televisión.

Acláranos eso.

Aunque parezca increíble, un experimento panameño desarrollado por el cubano Alberto Arbesú, plagó de radionovelas panameñas toda América Latina. “El derecho de nacer” y otras radiosnovelas recorrieron América Latina en las voces de Harry Iglesias y Gladys Vidal. Fue tal el éxito, que Panamá le ganó la pelea a Hollywood. Así se podía leer en las carteleras de cines, por ejemplo: Hoy 'Motín a bordo' con Marlon Brando a las 7:00 p.m. y 'El derecho de nacer' con Harry Iglesias. La respuesta es sencilla, la autocensura nos mató, nunca quisimos producir Tv con calidad de exportación como sí lo hicieron Venezuela, Colombia, Perú y Brasil.

Rubén ¿qué tenemos que hacer?

¿Me preguntas qué hacer? No es fácil. El cable es un refugio que le hace daño a la producción nacional. El control remoto es el peor enemigo de la producción nacional. El cine panameño ha mejorado, pero ha fracasado en hacer una gran película con temas panameños. No debemos aspirar a secuestrar al cineasta panameño. Debemos fomentar la producción de películas, pero con calidad de exportación. Ni siquiera pudimos hacerle una película digna a Roberto Durán, al Canal de Panamá, al 9 de enero, a Torrijos o al mismo Noriega. Debemos abrir la mente y empezar a contar nuestra propia historia y no dejar que otros hagan lo que tenemos que hacer nosotros. Buscar la calidad en su más alta expresión.

Reflexión a manera de cierre

Juntos, sentados bajo este chaparrón de finales de julio, pendo del verbo sabiente, de quien desde su adolescencia ha surcado las espinosas veredas del paradigma informativo, al que es punto de referencia para todos nosotros. Rubén sigue incansable sin molestia alguna en este desnudarse de sus tantos conocimientos... y sigue hablando. Es claro que, en la lectura de este (nuestro) reciente pasado, se encuentra una preocupación por indicarnos las rutas de un sistema que requiere anclajes dinámicos que den respuesta a un complejo mundo de intercomunicaciones de la información, de sus mecanismos y de sus intereses.

Dos figuras derretidas bajo la inclemencia de un chaparrón –de espaldas– en una tertulia que nunca logra llegar a conclusiones, son grises pinceladas de un cuadro de Gilberto Maldonado Tibault, el cual muchos panameños desconocemos y son el emblema de nuestro enigmático presente al que todos pertenecemos. Foto instantánea de nuestra cruda realidad... ¡Gracias, Rubén!

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