La Orquesta de Cámara del Istmo, integrada por jóvenes músicos formados localmente, ha demostrado que es posible cultivar un proyecto musical con ambición,...
- 22/12/2020 00:00
El fragor de la batalla de Ayacucho ha concluido, la independencia de América está asegurada. En la tienda que hace las veces de hospital de campaña se inicia la atención de los heridos. Sucre está preparando su reporte para el Libertador Bolívar y entre la relación de oficiales colombianos heridos durante la contienda está el del panameño, natural de Penonomé, José Antonio Miró Rubini, capitán de 32 años, ahora héroe del Perú.
Desde los 19 años abrazó la carrera de las armas, y aunque era reconocido como un hombre valeroso, sus simpatías por la emancipación le valieron que fuese relegado en los ascensos. Patriota de corazón se pasó a las filas de Simón Bolívar en 1822, integrándose como capitán de Cazadores en el batallón Yaguachi de memorable recuerdo en Guayaquil, donde trabó amistad con el joven héroe Abdón Calderón, emblemática figura de la batalla de Pichincha. Miró fue transferido al batallón Vargas en el que le tocó hacer toda la campaña del Perú y desde 1823 estuvo bajo las órdenes de Sucre, quien lo cita en documentos oficiales por su valerosa acción en Matará, en la que con una compañía de 120 hombres ocupó y sostuvo el paso del río Corpaguaico frente a la vanguardia del ejército realista el 3 de agosto de 1824, precisamente tres días antes de la batalla de Junín en la que también intervendría. Más adelante, en la víspera de la batalla que pondría fin al poder virreinal español, participó en la acción de la Villa de Guantar para después pelear en la memorable batalla de Ayacucho, con una conducta tan decidida y de tal arrojo que ese mismo día fue ascendido a teniente coronel (Jaén, 1956 citado por Miró, 1975). José Antonio Miró permaneció en el Perú hasta fines de 1825 cuando se volvió a Colombia. En este punto sus principales biógrafos (Aguilera, 1887; Susto, 1951; Castillero, 1974; Miró, 1975) señalan las dificultades para reconstruir su trayectoria de vida hasta su muerte acaecida a los 50 años de edad, en La Chorrera, el 14 de febrero de 1842. Ciertos documentos permiten reconstruir o probar algunos hitos importantes de su desempeño en el istmo. Por ejemplo, el 30 de marzo de 1826 extiende en Panamá un poder en favor de su madre para que en su nombre pida al Gobierno de Bolivia la parte que le corresponde del millón de pesos que ese país dispuso repartir entre quienes pelearon en Junín y Ayacucho. Su acta de matrimonio con Fermina Arosemena Barrera, del 27 de julio de 1827, permite conocer que era parte de la Comandancia del batallón auxiliar de Veraguas. Luego de participar en la victoria sobre Alzuru fue encargado de la Comandancia del batallón quinto. Ligero acantonado en Panamá. Por la hoja de servicios que fuera certificada por el propio Tomás Herrera, se conoce que el 22 de mayo de 1833 solicitó su baja o licencia indefinida. Si bien Herrera quiso retenerlo nombrándolo jefe militar del Chocó, Miró estaba decidido a emprender una vida de civil. Había servido en el ejército por 11 años, 5 meses y 5 días (Herrera, 1833).
Incursionó en la política y en 1834 resultó diputado principal por el Cantón de Natá y diputado suplente por el Cantón de Panamá, formó parte de “Los Amigos del País” –una publicación, como muchas, que mantenía el nacionalismo panameño– y si bien se adscribía a los postulados políticos expresados por el periódico “Comercio Libre”, no se conocen textos escritos por él. En 1837 tomó la pluma para publicar “Al público imparcial”, un texto orientado a aclarar un malentendido por la pérdida de unos documentos que implicaban al coronel Herrera.
Su hermano menor, Tomás, representante del romanticismo del istmo y autor de la “Oda al 18 de noviembre de 1840”, que es un himno de afirmación de la nacionalidad panameña, se radicó con su familia en el Perú desde 1846, ciudad donde se dedicó al periodismo y a la docencia, falleciendo en Lima en 1881 (Miró,1966).