• 07/02/2021 00:00

Diplomacia

La cuarta acepción puede acercarse más a lo que un ministro debería cultivar en su desempeño como tal, la cortesía aparente e interesada, que se completa con la quinta acepción: habilidad, sagacidad y disimulo

Según la Academia de la Lengua Española la diplomacia, en su primera acepción es la rama de la política que se ocupa del estudio de las relaciones internacionales. A continuación leemos que puede entenderse como el conjunto de los procedimientos que regulan las relaciones entre los Estados, o el servicio de los Estados en sus relaciones internacionales. La cuarta acepción puede acercarse más a lo que un ministro debería cultivar en su desempeño como tal, la cortesía aparente e interesada, que se completa con la quinta acepción: habilidad, sagacidad y disimulo.

Todo esto brilla por su ausencia en el manejo que de su cartera hace el ilustre Ministro de Cultura en nuestro país.

Un rambulero que se arranca la mascarilla delante de las cámaras, (por cierto, ¿esa acción no es causal de multa por parte del Ministerio de Salud?, por si acaso ustedes no traten de hacer lo mismo, porque lo mismo a ustedes y a mí sí nos clavan la sanción). Un atorrante que se desenmascara y se emputa porque le afean su conducta. Pues, respetado Señor Ministro, no hemos terminado aún.

La Red Nacional de Festivales de Panamá agrupa a gestores de festivales que desde la sociedad civil trabajan con denuedo para programar y mantener una oferta cultural diversa y para todos a lo largo y ancho del territorio nacional. En la Red están involucrados desde festivales ecológicos y rurales hasta eventos musicales, festivales de terror, con inclinación gastronómica, de artes escénicas y algunos macroeventos entre otros.

El 26 de julio de 2019 por indicación del Sr. Ministro se le envió un mensaje de WhatsApp a la señora que fungía como su asistente: “Hola, muy buenos días. Soy Mónica Miguel, el Sr. Ministro me pidió que me comunicara con usted para solicitar una cita para presentarle oficialmente la Red Nacional de Festivales que recientemente ha sido formada”.

Veinticinco minutos después recibí la respuesta: “Hola buen día (sic). Apenas tenga la fecha le aviso”.

El 29 de julio y el 26 de agosto envié mensajes sin respuesta. Al chat del 28 de agosto de 2019 contestó: “Buenos días, cuando tenga la fecha nos ponemos en contacto. Saludos”.

Más de un año después, el 7 de septiembre de 2020, le escribí a la susodicha lo siguiente: “Buenos días, (bla, bla, bla), el 28 de agosto del año pasado quedó en avisarme para ver si podíamos tener una reunión con el señor Carlos Aguilar. ¿El Sr. Ministro aun no ha podido apartar una fecha para reunirse con los delegados de la Red?”. La respuesta, seis minutos después: “Buenos días, gracias por comunicarse con nosotros, sin duda alguna aportaremos los esfuerzos para sostener dicha reunión en cuanto sea posible”

El 20 de octubre de 2020, reiteré, “Buenos días, hemos visto que se logró la ley de cultura, ¿será que el ministro puede, en el marco de este hito histórico, encontrar un hueco en su, sin duda, apretada agenda, para reunirse con los delegados de la Red de Festivales de Panamá?”. Al minuto recibí un copy and paste de la respuesta dada el 7 de septiembre.

A 7 de febrero de 2021 y a pesar de los correos que también han sido enviados y no respondidos, el ministro no parece tener interés en reunirse con la Red.

Mientras tanto, la cultura se desangra, los gestores se agotan, las ayudas son inexistentes y los únicos que están creando contenido en Panamá son ninguneados. Quizás la diplomacia no es lo suyo, Señor Ministro de Cultura. Quizás le gustaría resolver las cosas a golpes. O quizás está demasiado ocupado subiendo y bajando escaleras para arreglarle la vida a sus amigos, los pobres.

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