• 18/04/2021 00:00

Casa sin barrer

Falta exactamente un mes para que sea 18 de mayo, el Día Internacional de los Museos, y el Ministerio de Cultura, además de pagar sumas exorbitantes por pendejadas a los allegados, no ha hecho nada más

Hace unas semanas el Ministerio de Cultura anunciaba con bombos, platillos y efusividades de alábate, pato, que los museos ya estaban abiertos. Nos invitaba a toda la ciudadanía a recorrerlos, a impregnarnos de cultura, de identidad, de orgullo por lo nuestro.

Que no se diga que yo no soy bien mandada a pesar de mi fama de rebelde (no tengo ni idea de porqué me han colgado ese sambenito con lo dócil y tierna que yo soy), en fin, que esta semana me he lanzado a la carretera junto con un grupo de amigas. Allá nos fuimos, en pos de conocimiento y entretenimiento. Ajá.

Los funcionarios a cargo se merecen una ovación de pie. Les hacen llegar mis felicitaciones, por favor. Mantienen el tipo, cumplen las normas, se aseguran de que la visita sea lo más amena posible, el guía encargado demuestra conocimiento del tema e interés. Salvemos a los que están intentando salvar el tipo. La culpa de que el museo sea un asco no la tienen ellos. Tampoco la colección, pequeñita, pero con un par de piezas precolombinas interesantes y unas maquetas del proceso de producción de sal que merecen la pena. Algo chiquito, pero presentable si se sabe cómo.

Mientras leemos esto falta exactamente un mes para que sea 18 de mayo, el Día Internacional de los Museos, y el Ministerio de Cultura, además de pagar sumas exorbitantes por pendejadas a los allegados, no ha hecho nada más. Ha reabierto los museos con unas exhibiciones que dan entre lástima y espanto. Sin guion museológico. Sin guion museográfico. Sin elementos que destaquen las piezas. Con el edificio cayéndose a pedazos, piezas de cielo raso faltantes incluidas (o mejor dicho, sin incluir), y la polilla comiéndose de a poquito la madera de los expositores en los que el metacrilato de la campana ya está cuarteado y opaco por el tiempo y la desidia. El guía prohíbe una y otra vez que se tomen fotos en el lugar. Y no, no me vengan con milongas, estoy segura de que esta interdicción no es por el daño que los flashes puedan hacer a las hojas impresas en computadora y pegadas con tape en cartulinas recortadas de un fólder azul, no, apuesto mi ovario derecho a que la imposición viene dada desde las altas esferas para evitar que se filtren la dejadez y el abandono.

Incuria que, como lápida fúnebre, ha caído también sobre la casa museo de Belisario Porras y sobre El Pausílipo. (De la capa de pintura que enmascara la elegancia histórica del ladrillo de la fachada de la escuela Belisario Porras en Las Tablas podemos hablar, y hablaremos, otro día).

Así que, sin fotos pero con tristeza, escribo esta carta al ministro, a ver si alguien se la hace llegar, por favor, y gracias.

Panamá, 18 de abril de 2021

Señor Ministro de Cultura

Carlos Aguilar

Señor ministro:

Permítame aconsejarle, desde las seguridades de mi más alta consideración y respeto, que no inviten, desde la institución que usted tan poco dignamente dirige, a visitar aquello que no está preparado para recibir a nadie ni por decoro ni por pudor ni por vergüenza.

Saluditos.

P.S. 1: Por cierto, señor ministro, ¿usted sabe por qué en el museo no se encuentran ejemplares de todos los libros ganadores del premio Miró? Hay unas estanterías con varios, pero faltan muchos otros. ¿Hay algún tipo de preferencia? ¿Hay algún estudio que determine que ciertos autores no deben venderse en un sitio o en otro? ¿Será que a Aguadulce solo pueden llegar aquellos ungidos por alguien, dígase usted u otro funcionario?

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