El siglo de las mujeres

Actualizado
  • 23/05/2021 00:00
Creado
  • 23/05/2021 00:00
No se concibe una mujer que no sea feminista, porque estaría yendo contra su propio sexo y tendría que renunciar a todo lo que hemos logrado: poder estudiar, votar, ser profesionales, ocupar cargos importantes, devengar nuestro propio salario, tener propiedades, viajar solas, e innumerables cosas más

El feminismo es el movimiento social más importante e imparable del mundo. Se caracteriza sobre todo por ser para todos los humanos, sin discriminar tampoco contra los animales ni el medio ambiente. Las mujeres no somos un “grupo” vulnerable ni una minoría; somos la mitad de toda la población y la madre de la otra mitad, lo que significa que sin mujeres, la humanidad no existiría.

El siglo de las mujeres

Los derechos humanos no son más que la creencia de que toda vida merece respeto. Sin embargo, aun dentro de la misma Organización de Naciones Unidas, todavía existe un gran desconocimiento generalizado sobre los derechos humanos de las mujeres. Este desconocimiento es la raíz de muchos retos y limitantes que enfrenta el movimiento feminista. Las alegaciones de algunos de que la ONU está violando nuestra soberanía al exigir que se cumplan los derechos humanos son absurdas, ya que estos están por encima de todo reclamo de soberanía. También debemos entender que la igualdad no es conceder derechos idénticos, sino concederlos de acuerdo con necesidades y a cada situación que se presente.

Los antiderechos se aprovechan de esta falta de educación para alimentar el rechazo de parte de la población a la autonomía corporal y sexual de las mujeres. El desconocimiento se hace palpable en los fallos inicuos, tanto de algunos magistrados de nuestra Corte Suprema, como de los demás jueces que administran justicia en nuestro país y en el mismo androcentrismo del idioma español, en donde el plural se refiere a lo masculino. Para combatir este desconocimiento debemos tener claro cuáles son los derechos de las mujeres y qué se entiende por género, perspectiva de género y autonomía corporal.

Género es el término que se usa para describir la teoría de que cada sociedad tiene reglas no escritas sobre la manera en que debe comportarse cada sexo y los “derechos” sociales que tienen los hombres y las mujeres, casi siempre en detrimento del género femenino. El género es, pues, una construcción social que no es natural, sino que varía según la época, la cultura, la religión y las costumbres de cada sociedad. De teoría se ha convertido en una realidad innegable, aunque los antiderechos lo tomen como una “ideología” que “atenta contra la familia” (refiriéndose a la familia nuclear, que ya está en extinción en nuestro país).

La perspectiva de género es el enfoque que se le da a cualquier política pública, programa, normativa o proyecto, reconociendo expresamente que existe una desigualdad entre hombres y mujeres; analizando las necesidades de las mujeres para que tengan voz en el proyecto y para empoderarlas; y generando espacios para el debate entre hombres y mujeres. La perspectiva de género se debe aplicar en los ámbitos de trabajo, salud y educación. Es la búsqueda de la igualdad para evitar situaciones de marginación, violencia e injusticia. Sus elementos fundamentales son:

- Reconocimiento de que la forma de ver el género puede ser diferente, dependiendo de las sociedades y de las épocas.

- Análisis relativo a que el género nos atribuye, socialmente, unas determinadas características.

- Existencia de una desigualdad entre lo femenino y lo masculino, de forma que predomina lo masculino.

- La idea de que el género se ve influido por otros elementos como la edad o el estado civil.

La autonomía corporal, sexual y reproductiva de la mujer es la libertad para decidir sobre su cuerpo y su sexualidad, de manera que pueda:

- Ejercer y disfrutar la sexualidad

- Decidir con quién tener relaciones sexuales

- Ser respetada en su privacidad e intimidad

- Vivir libre de violencia

- Decidir sobre su vida reproductiva, así como el número de embarazos y cuándo tenerlos.

En Panamá la violación conyugal es delito, lo que significa que el hombre no tiene derecho a tener acceso carnal con su pareja cuando quiera y pese a la negativa de la mujer; si lo hiciera con violencia o intimidación, comete un delito de agresión sexual.

El mismo término “feminista”, que antes era casi un insulto, está en capilla ardiente. Ahora no se concibe una mujer que no sea feminista, porque estaría yendo contra su propio sexo y tendría que renunciar a todo lo que hemos logrado: poder estudiar, votar, ser profesionales, ocupar cargos importantes, devengar nuestro propio salario, tener propiedades, viajar solas, e innumerables cosas más. Esto ha quedado en evidencia en el último concurso de Miss Universo, donde los temas principales de todas las candidatas fueron la protección del medio ambiente y el empoderamiento de las mujeres.

La autora es abogada, escritora y defensora de los derechos humanos

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