• 27/06/2021 00:00

Inutilidad

Me enfrento al Aullido de Loba hoy con una sensación de acidia, pecado capital, lo sé y no me importa, total, ¿qué le hace una mancha más al tigre?

Me enfrento esta semana a esta página en blanco con desesperanza y desaliento, con desgana y desánimo, con desidia, dejadez y derrotismo.

Me enfrento al Aullido de Loba hoy con una sensación de acidia, pecado capital, lo sé y no me importa, total, ¿qué le hace una mancha más al tigre?

“Miré los muros de la patria mía, /si un tiempo fuertes ya desmoronados /de la carrera de la edad cansados /por quien caduca ya su valentía”.

Revuelvo la mirada y siento espanto, como dijo con desesperación Ricardo Miró, pero no por el tierno miedo a no volver a verte, patria pequeña tendida sobre un istmo, no, sino por el desastre en el que te han convertido aquellos que a ti deben rendirte pleitesía. Miro en torno a mí y solo veo gente triste, palabras tristes, gestos tristes.

Gente buena que sigue intentando sobrevivir en contra de, por encima de, por debajo de, en los márgenes de la corrupción, el juegavivo, el poco importa. Gente que resiste a pesar de los políticos.

“Salime al campo: vi que el sol bebía / los arroyos del hielo desatados, / y del monte quejosos los ganados / que con sombras hurtó su luz al día”.

Por salud mental hace años que decidí no tener acceso a los canales de noticias ni a la televisión regular. No me interesa y me sofoca. El amarillismo, la noticia tendenciosa y vacua, el mal gusto y la entrevista burdamente arreglada. Desde luego que no estoy desconectada del mundo y la actualidad me encuentra de una u otra forma, las burlas de los políticos, la voracidad de las empresas, que, por otra parte, no hacen más que aquello que les permiten los que debieran regularlas, ¡cómo se ríen entre todos de nosotros! ¡Cómo se burlan de los que pagamos sus sueldos y debiéramos disfrutar de sus regalías!

“Entré en mi casa: vi que amancillada /de anciana habitación era despojos, /mi báculo más corvo y menos fuerte”.

Inútiles son las victorias pírricas, inútil es seguir exigiéndole al señor Ministro de Cultura que presente la lista que prometió hace meses, todos sabemos que se pasa nuestras exigencias por el arco de triunfo, entre sus muslos gordezuelos y sollados. No le importa la cultura, ni los artistas, ni proteger el poco patrimonio que aún queda. Le da igual que lo confronten. Le importa un pito que haya empresarios teatrales quebrados, teatros cerrados, bailarines comiéndose un cable, músicos desesperados, gestores culturales que lloran pensando en que tienen que enfrentarse a un agente bancario.

Hablo del cultureta y su camarilla, pero podría, de la misma manera, hablar de todos y cada uno de los que componen el conciliábulo de golfos apandadores que nos desgobiernan y nos legislan, del inútil del MOP, del sádico del MINSA, de la ministra desaconsejera, del otro que escupe desprecio y trata a los ciudadanos honrados como protagonistas de la novela Gamboa Road Gang. Recuerdo el SENNIAF, el escándalo de la bolsas de comida. Veo cómo el mandatario de leche condensada pulula por las nebulosas de su desconexión con la realidad de su pueblo y cómo detienen al que escupió en las redes sus amenazas contra él.

¿Qué no son modos de expresarse sobre el mandatario? Estoy de acuerdo, pero cuando recuerdo los diversos modos y maneras en las que se han burlado de nosotros desde hace meses regreso, una vez más, a Don Francisco de Quevedo y Villegas, a su mirada certera y a su verbo preciso.

“Vencida de la edad sentí mi espada, /y no hallé cosa en que poner los ojos /que no fuese recuerdo de la muerte”.

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