'Migraciones y redes internacionales', el recuento de las sociedades latinoamericanas del siglo XVIII al XX

Actualizado
  • 08/10/2021 17:51
Creado
  • 08/10/2021 17:51
El nuevo libro del historiador Omar Jaén Suárez narra la vida de familias panameñas, nicaragüenses, mexicanas y filipinas, reconstruyendo el mosaico cultural y comercial de los siglos pasados en la región
El libro fue escrito en conmemoración del Bicentenario de la independencia de Panamá de España.

“La historia no es realmente objetiva, pero un buen historiador sabe unir los lazos de lo más importante a rescatar, de la forma más neutra posible”, una reflexión que comparte el historiador y diplomático panameño Omar Jaén Suárez, durante nuestra visita a su residencia.

El doctor Jaén recibió a La Estrella de Panamá para conversar sobre su más reciente obra, un libro dedicado a la sociedad latinoamericana de la segunda mitad del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XX en países como Panamá, Nicaragua, Cuba, México, Colombia y Filipinas, titulado Migraciones y redes internacionales (2021, Editora Novo Art).

El nuevo título de su trayectoria literaria fue presentado en la Biblioteca Nacional el pasado 5 de octubre, por el jurista e historiador Oscar Vargas Velare. Se trata de una compilación de más de 654 páginas que recogen unas 2,254 notas marginales de fuentes documentadas en libros y en los archivos nacionales de países de la región que conforman el mosaico de las migraciones, la comercialización y la estructura cultural de las épocas pasadas. “Es lo más original que he hecho, no hay nadie que haya recopilado tanta información tan valiosa junta, y es un texto escrito para el público en general, sin estar destinado únicamente a expertos en historia”, apuntó Jaén Suárez.

La investigación, que tomó dos años en total – para obtener datos concretos y el tiempo de redacción–, presenta fotografías, mapas, planos y demás materiales obtenidos de los archivos nacionales, bibliotecas y archivos parroquiales de los diversos países en los que se basa el texto elaborado antes y durante el tiempo de confinamiento por la pandemia.

El libro relata las relaciones de las familias en los diversos países en cuanto a migración y comercio.

“Es como un hijo para mí; me obligó a quedarme aquí y escribir, ya que no podía ir a ningún lado y dependí de muchas personas que me apoyaron en conseguir la información, pero lo logré (risas), y creo que es un resultado exitoso”, indicó.

En el centro de la documentación se encuentra la historia de tres protagonistas: el hombre (las personas, familias), el entorno social y ambiental, y los barcos.

La atención al detalle de los registros históricos de los movimientos migratorios desde Panamá hacia otras zonas de la región, mantiene la esencia de la sociedad en aquella época y abre una ventana a la comprensión del comportamiento actual de la sociedad panameña. Aunque “las diferencias sean abismales”, existen claves de aprendizaje en cuanto a “dedicación, ganas de mejorarse a sí mismos, y obtener conocimiento”, como señaló el autor.

“Si bien las vías de transporte entonces eran lentas y dependían del viento, en los veleros, también se realizaban largas caminatas en lugares como México; cuando las personas llegaban a Acapulco tenían que subir 300 kilómetros hasta la ciudad de México o bajar 300 kilómetros al puerto de Veracruz; y en Ecuador, cuando llegaban a Guayaquil tenían que subir más de 300 kilómetros de montaña hasta Quito”, apuntó.

Según Jaén, Panamá requiere de una mayor acción por parte de los jóvenes para solventar situaciones sociales.

La fijación de Jaén se centra en las familias que migran desde Panamá de 1760 hasta la primera década de 1800, que se mantienen unidas y “crean la mayor red de comercio, comunicación y transporte de Hispanoamérica hasta mediados del siglo XIX”.

Con “antenas” establecidas en países como México, Panamá, Ecuador y Filipinas, las familias panameñas originarias de Santiago de Veragua con el apellido Icaza crearon rutas de comunicación y comercio entre los países y los continentes.

“Los balances registrados de la Panamá antigua reflejan una llegada de migrantes para obtener trabajo y vivienda, más que la salida de los panameños, y hasta el día de hoy, Panamá sigue siendo uno de los países más vacíos –en cuanto a distribución en el territorio– de Latinoamérica”, explicó Jaén.

De esta manera, su investigación arrojó la evidencia de la presencia de una intensa competencia desde las épocas antiguas, algo que se ha visto empañado en las últimas décadas. “Un país sin competencia, no avanza, y queremos que todo sea sólo de los panameños de nacimiento, pero no aprendemos a valorar la importancia de la competencia en todos los aspectos también con inmigrantes, sobre todo en el intelectual y profesional”, anotó.

Características del oficio

Con la revelación de su nuevo libro, también llega un momento de reflexión para el doctor Jaén Suárez, quien, tras más de cinco décadas dedicadas al estudio de la historia panameña e internacional, y de ejercitarse en el campo político, académico y diplomático, deja su veintena de libros publicados como un legado a la compresión de Panamá y la formación de nuevos historiadores y practicantes de la investigación en ciencias sociales.

Destacó que este oficio presenta diversos retos frente a cada publicación, desde escoger el tema, que “debe ser pertinente”, revisar si existen fuentes suficientes para la investigación, realizar la corroboración de información y luego, el proceso de escritura para plasmar cada dato y pieza de forma “congruente y legible” para los lectores.

Migraciones y redes internacionales se presenta como una investigación relacionada a su obra anterior titulada 500 años de la cuenca del Pacífico hacia una historia global (2016), en donde el autor también detalla los países de la cuenca y su importancia en la formación de la historia universal. “Encontrar la información necesaria es un proceso difícil para cualquier historiador, pero los nuevos, que están empezando, deben aprender primero a dejar de lado la subjetividad y apartarse de la discriminación y la xenofobia”, expresó, “eso debe parar, o si no terminaremos con una historia empobrecida y sesgada en el futuro”.

Las rutas para una nueva visión de la estructura social

“Nuestra independencia de España en 1821 y la separación de Colombia en 1903 fueron eventos pacíficos, a diferencia de las batallas que se libraban en México para independizarse en 1821, donde se contaban de 250 mil a medio millón de muertos”, puntualizó Jaén, “esto fue por la astucia de los panameños, que eran comerciantes; éramos un pueblo de puertos; conocíamos el arte de la negociación y obtuvimos el mejor resultado por el menor costo. Eso en sí es una lección para la sociedad actual”.

Además, planteó que una de las fallas en el sistema educativo es la ignorancia frente a la riqueza histórica del siglo XIX en Panamá, que ha sido “muy desconocido”, aunque también destaca que la solución es “preservar las obras de los maestros historiadores que se han encargado de plasmar los hechos con detalles y gráficos”. Para esa época hay una importante obra de los doctores Alfredo Figueroa Navarro, Celestino Araúz, Patricia Pizzurno y Mario Molina Castillo.

Mencionó también al historiador Carlos Manuel Gasteazoro (1922-1989), el primero que llegó a Panamá con un doctorado de Lima, quien creó la primera generación de historiadores en Panamá; a los historiadores especializados en los siglos XVI y XVII, los doctores Alfredo Castillero Calvo, y Carmen Mena García, catedrática de la Universidad de Sevilla (1975) y doctora en historia de América (2018).

En esta época, del siglo XIX, Panamá tuvo una historia riquísima, “llena de movimientos sociales y políticos, pues aún éramos colombianos y nos dedicábamos a los parlamentos locales y nacionales, y a ejercer el sufragio”, pero que se ha visto opacada por “la mala educación que se da en los colegios, y que busca eliminar el período colombiano de nuestro imaginario colectivo”.

“Hemos hecho creer a las generaciones que había en Panamá una actitud anticolombiana cuando realmente no fue así, todo Colombia sufría de pobreza y no hay nada que haya pasado allá que no haya pasado aquí; por eso debemos erradicar esa mala educación y reemplazarla con los hechos que han revelado los buenos historiadores de Panamá”, puntualizó.

Siguiendo esta línea, Jaén Suárez acotó que la profesión del historiador “no cuenta con muchas herramientas” para salir adelante sin lucha, ya que “existe una confusión” entre el historiador formado y quien simplemente conoce algo de historia. “Los medios de comunicación deben dar espacio a los verdaderos historiadores profesionales y académicos con obra respetable para evitar la confusión, así como el Ministerio de Educación debe replantear su currículo educativo para primaria y secundaria, dando mayor protagonismo a la historia panameña desde las obras de los exponentes desde hace ya ´más de 50 años, más de 60 libros muy valiosos”, enfatizó.

Pensativo, pero optimista, el doctor Jaén Suárez apuntó que si bien el país se encuentra en una situación “muy difícil”, y que es el resultado de una “acumulación histórica”, la juventud debe salir adelante, pronunciarse y actuar para realizar cambios, “aprendiendo de sus antepasados”. Si no se produce este despertar de las nuevas generaciones, “Panamá podría caer como los países vecinos del sur”. Celebró como muy positiva la reciente creación del Ministerio de Cultura, tan necesario en Panamá.

Aún cuando Panamá, históricamente, ha presentado “actitudes contradictorias”, el escritor se mantuvo firme e hizo hincapié en que una de las rutas para la evolución social y del pensamiento colectivo, es “realizar acciones sociales duras”, que incomodarán, pero que darán espacio para que los jóvenes y los políticos sanos tomen el liderazgo.

Optimista, realista, y esperanzador, el doctor Jaén Suárez rescata entre las páginas de su libro esa personalidad valiente, resiliente, trabajadora y brava del Panamá de ayer, que también puede impregnarse en el Panamá de hoy, y que hace eco en las situaciones actuales de la región latinoamericana. “La única forma de evolucionar es adelantarse al futuro, crear el futuro, y hacerlo un espacio en el tiempo en donde el pueblo tome las mejores decisiones para su supervivencia”, anotó, “por eso el Canal de Panamá se mantiene a flote y en constante modernización , porque siempre está innovando, con una sólida estructura institucional y profesional y el resto del país debe hacer lo mismo”.

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