El índice de Confianza del Consumidor Panameño (ICCP) se situó en 70 puntos en junio pasado, con una caída de 22 unidades respecto a enero de este año,...
- 27/02/2022 00:00

Para Joaquín Horna, la motivación principal para un documentalista es contar una historia, pues aunque muchos vean el documental como un género frío o factual, este puede llegar a ser emocionante, pero sobre todo, revelador. Pero para ello tiene que contar una historia. Y Chuchú y el General, es un documental rico en contenido, pero mucho más en personaje y esto asegura una gran historia.
La principal motivación del director del recién concluido documental es sacar del olvido a José de Jesús Martínez, una persona que a lo largo de su vida publicó alrededor de cuarenta libros sin embargo, no se conoce de su vida ni de su obra.
“Chuchú era un existencialista, él interpretó la realidad que le rodeaba desde el punto de vista del existencialismo. Era ateo, pero también era un humanista que sufría por la inequidad y la desigualdad. Todo eso está reflejado en su obra, una obra muy rica y que siempre cuestiona las mismas cosas. Sus poesías son reverenciadas por los poetas jóvenes, pero Chuchú era además un educador. Sus estudiantes se refieren a él como una persona y un profesor admirado, que enseñó a sus estudiantes a pensar, a preguntar, a cuestionar. Pero lo más interesante de todo es mirar qué motiva a una persona como él con dos doctorados, dramaturgo, poeta, ensayista publicado; un aviador políglota, un filósofo existencialista con tendencias de izquierda y un profesor reconocido, a enlistarse en la Guardia Nacional como policía raso”, detalla Horna.
Esta acción hace que Martínez forme parte de la escolta del general Torrijos y nace una amistad entre ambos que los lleva a trabajar juntos en la campaña internacional a favor de la firma de un nuevo tratado sobre el Canal de Panamá y a apoyar las campañas contra las dictaduras de Nicaragua y El Salvador. Esta amistad terminaría a la muerte del general Torrijos.

A cincuenta años de estos hechos, Horna presenta su documental Chuchú y el General.
No conocí personalmente a José de Jesús Martínez, pero escuché hablar de Chuchú, como todos le decían, durante casi toda mi vida. Las personas que le conocieron y fueron sus amigos siempre hablaban de el con mucho afecto y admiración. Sentía que ellos se negaban a olvidarlo. Tampoco conocía la obra poética y teatral de Chuchú, ni sabía que era tan extensa. Durante su carrera publicó más de 40 libros. Tan solo sabía que su obra de teatro, Juicio Final, escrita en 1962, se había convertido en un icono del teatro panameño. La idea de este documental nace en 2019 cuando asistí a un seminario sobre desarrollo de proyectos documentales en la Universidad de Panamá, dictado por Marcela Zamora, una experimentada documentalista salvadoreña. En el seminario de cinco días había que desarrollar un proyecto y lo primero que se me vino a la cabeza fue el tema de Chuchú y el General. Una buena amiga tenía varios libros de Chuchú, algunos incluso autografiados por el autor, y cuando le dije que los necesitaba para el documental, no dudó en prestármelos.
De esta manera pude desarrollar una sinopsis y el tratamiento inicial del documental, con un bosquejo de la estructura de temas y un listado de posibles entrevistados para contar una historia que había ocurrido casi 50 años atrás.

El documental está enfocado en el personaje de Chuchú Martínez, principalmente en su obra y su legado, y se centra en la amistad que desarrolló con el general Torrijos entre 1975 y 1981.
La historia es narrada a través de episodios clave en la vida del personaje.
Al inicio solo contábamos con la bibliografía de Chuchú: obras de teatro como El caso Dios y Santos en espera de un milagro, poemarios como El Amanecer de Ulises y Ars Amandi, los mini cuentos de Cuentos para Rodar, el tratado sobre aviación Teoría del Vuelo. Estas y otras obras están recopiladas en dos tomos de la Revista Lotería.

A medida que leía su obra, descubría a un escritor profundamente existencialista que estaba muy adelantado a su época. Un humanista que enfocaba su ateísmo con un fino sentido del humor, mientras fustigaba sin clemencia la inequidad social y la desigualdad en el mundo.
Además de la obra de Chuchú, las principales fuentes fueron sus amigos y exalumnos. Es sorprendente cómo se le recuerda, se le quiere, se le echa de menos. Todos los exalumnos entrevistados, ya sea de la universidad o del Instituto Fermín Nadeau, la mayoría de profesionales que han cultivado la cultura en sus vidas, aseguran que Chuchú marcó sus vidas.
La mayor sorpresa de todo el proyecto fue encontrar muy poco material fílmico y fotográfico de Chuchú Martínez. Luego de revisar más de 20 horas de película en los archivos del Grupo Experimental de Cine Universitario (Gecu), solo encontramos dos tomas de Chuchú, una cuando acompañó al general Torrijos a Cuba y otra cuando bajan del avión del general en Coclesito. Cada toma dura de tres a cuatro segundos. Muchas de las fotos que usamos fueron facilitadas por los familiares de Chuchú, principalmente su hijo José de Jesús Martínez (Cheché), quien fue el productor asociado de este documental.
La falta de recursos visuales nos obligó a estructurar el documental con estrategias distintas al documental tradicional. Comisionamos al maestro muralista Ologwagdi para que pintara un mural en la fachada de las oficinas del Gecu. El mural está dividido en cuadros que representan distintos episodios de la vida de Chuchú, los cuales van siendo completados durante el transcurso del documental a medida que se cuentan esos episodios. También recreamos fragmentos de poemas y obras de teatro, con actores, músicos y poetas y películas de archivo de la década de los años 1970.

El Gecu es el principal colaborador de este proyecto. Su director, Jorge Cajar, es el productor del documental. María Neyla Santamaría es la otra productora. Ambos aportaron mucho con su experiencia.
La fotografía estuvo a cargo de Daniela Sagone y Jaime Chung, este último quizás el más experimentado director de fotografía en el país.
El sonido directo y el diseño sonoro fue responsabilidad de Richard Córdoba, quien acaba de ganar un premio internacional por el diseño sonoro de una película costarricense.
La música del documental fue compuesta por el cantautor Rómulo Castro y el montaje estuvo a cargo de Joaquín Horna Sosa y Martín Contreras, quien también se encargó de la corrección del color del documental.
Más de 50 personas colaboraron en la parte técnica y en las entrevistas del documental. A todos nuestro más sincero agradecimiento.
Este proyecto fue ganador del Fondo Nacional de Cine en 2019. Los fondos fueron suministrados en forma oportuna por la Dirección Nacional de Cine del Ministerio de Cultura, lo cual nos permitió completar la preproducción ese año e iniciar el rodaje a inicios de 2020. Pero en marzo tuvimos que suspender el trabajo durante casi un año por motivo de la pandemia.
La temporada de cuarentena nos dio la oportunidad de reconsiderar algunos aspectos del documental. Luego de revisar lo que habíamos filmado hasta el momento, decidimos hacer algunos cambios en la estructura del documental que obligaron a eliminar entrevistas que había hecho y programar otras nuevas.
Finalmente logramos completar la posproducción del documental a inicios del 2022.
Hemos hecho varias presentaciones especiales del documental para los colaboradores y en los próximos días lo vamos a presentar en Coclesito a personas que conocieron a Chuchú y el general.
También vamos a hacer una proyección especial del documental para conmemorar el cincuenta aniversario del Gecu.
Mientras tanto, el documental se estará presentando en festivales internacionales de cine, antes de presentarlo al público en Panamá en el segundo semestre del año en curso.

El documental inicia con Chuchú Martínez a principios de los años 1960, educador destacado y escritor muy publicado, a quien ningún instructor de vuelo en Panamá quería enseñarle a volar por su ideología de izquierda, hasta que el Capitán Aulio Hernández, un veterano aviador, se convierte en su maestro. Luego del golpe de 1968, que Chuchú adversa en la calle junto con el movimiento estudiantil, el docente viaja a París para estudiar un doctorado en matemáticas, en parte por temor a las represalias de los militares contra los intelectuales de izquierda. Ya tenía un doctorado en filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.
Cuando Chuchú regresa a Panamá, en 1974, se reincorpora en la Universidad de Panamá como docente e ingresa en el recién formado Grupo Experimental de Cine Universitario (Gecu). En una filmación del Gecu en la antigua base militar de rio Hato, Chuchú se topa con el general Torrijos, quien pone en duda la capacidad del intelectual para soportar el curso de adiestramiento para nuevos reclutas de la Guardia Nacional que se da en esos momentos. Chuchú acepta el reto.
Con 45 años a cuestas, dos doctorados y una veintena de obras publicadas, mayormente teatro y poesía, Chuchú ingresa en las filas de reclutas, junto a muchachos campesinos no mayores de 19 años, muchos sin haber terminado la escuela secundaria. Chuchú completa el curso y Torrijos lo incorpora en su escolta personal.
En poco tiempo, se convierte en asesor y confidente del general. En 1975 escribe y ayuda a producir la obra teatral “La Guerra del Banano”, sobre las tirantes negociaciones de Panamá para obtener mayores beneficios de la explotación bananera en el país. Luego acompaña al general en las negociaciones del nuevo tratado del canal, así como en acciones para apoyar los movimientos armados para acabar con las dictaduras de Nicaragua y El Salvador. Pero todo termina en 1981, cuando el avión del general se estrella al intentar aterrizar en Coclesito.
Chuchú regresa al claustro universitario mientras trabaja para preservar la memoria de Omar Torrijos. Crea el Centro de Estudios Torrijistas y publica “Mi General Torrijos”, obra que recoge sus experiencias junto al general, que 1987 gana el prestigioso Premio Casa de las Américas y se edita en muchos países.
La invasión a Panamá afecta considerablemente a Chuchú, quien escribe un libro sobre la agresión armada, poco antes de fallecer el 27 de enero de 1991.