Sequía: un desafío para América Latina

  • 03/03/2023 00:00
La desertificación es considerada uno de los desastres naturales más importantes en el mundo, a pesar de que existen diferentes organizaciones multilaterales tratando de solucionar esta problemática. Son los países en vías al desarrollo los más afectados por esta realidad
La sequía es uno de los más importantes desastres socio-naturales que afectan a la sociedad y el ambiente a nivel global.

El Centro de Zonas Áridas y Semiáridas de América Latina y el Caribe (Cazalac) y el Programa Hidrológico Internacional de la Unesco (PHI) señalan en el 'Atlas de Sequías de América Latina y el Caribe' que la sequía es uno de los más importantes desastres socio-naturales que afectan a la sociedad y el ambiente a nivel global, lo que ha causado más de la mitad de las muertes asociadas a desastres naturales a nivel global durante el siglo XX, estadística que la ubica como el desastre natural con el segundo mayor nivel de impactos humanos.

El 'Atlas de Sequías de América Latina y el Caribe' señala que desde 1900 América Latina y el Caribe ha experimentado, al menos, 10 eventos de sequía considerados intensos, distribuidos en zonas como el nordeste de Brasil, la región andina y América Central conocida como “el corredor seco”. Esta condición se exacerba porque las zonas afectadas son densamente pobladas, como el nordeste de Brasil y partes de Guatemala y El Salvador, lo que causa que la disponibilidad de agua impacte en el eje transversal del desarrollo sostenible: el agua y el saneamiento.

La publicación va más allá e indica que según el Banco Mundial, debido al vínculo agua, economía y sociedad, en América Latina, las estadísticas relacionadas con pérdidas económicas causadas por eventos de déficit hídrico son cuatro veces mayores que aquellas causadas por eventos de exceso hídrico.

Frente a este hecho, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) señala que durante sequías severas, en América Latina y el Caribe se podría reducir el crecimiento del PIB total y del PIB industrial en un 1%, mientras que el crecimiento del PIB agrícola menguaría en un 2,2%.

El porcentaje de plantas afectadas por la sequía se ha más que duplicado en los últimos 40 años, según el Cnuld.

Con esta posible fluctuación del PIB, la publicación indica que el sector agrícola es particularmente vulnerable a los desastres y amenazas naturales, condición que explica por qué las sequías causan déficits hídricos prolongados que dañan los rendimientos de los cultivos ocasionando pérdidas en la producción agrícola y de ganado de millones de dólares, como las ocurridas entre los años 2005 y 2015 en América Latina y el Caribe. Esta cifra está marcada como el desastre con más costos de toda la región de ALC.

¿Cómo se declara la emergencia ante una sequía?

Esto lo explica la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en su documento, 'Una revisión rápida del riesgo de sequía, medidas de mitigación y gestión integrada de la sequía'.

Las emergencias por sequía se declaran cuando los desequilibrios hidrológicos amenazan la supervivencia de las comunidades y los ecosistemas, al punto que la sociedad y el Estado no pueden hacer frente y funcionar con normalidad ante al fenómeno natural.

Un ejemplo de ello ocurre en los países desarrollados y en vías de desarrollo, cuando las sequías y las olas de calor generan conflictos sociales, manifestaciones o disturbios, así como incendios forestales, enfermedades y riesgos sanitarios de diversa índole y otros efectos sobre los ecosistemas y las economías.

Por ende, las emergencias por sequía pueden tener múltiples dimensiones, causas, interacciones, efectos y retroalimentaciones, meteorológicas, hidrológicas, agrícolas, medioambientales, sociales y económicas.

Sin embargo, las sequías causan impactos mayores en las regiones donde la frecuencia con la que ocurren se convierte en una amenaza permanente que pone en riesgo la vida de quienes habitan en dichas áreas. Esta situación desemboca en catástrofes humanitarias.

Impactos en los ecosistemas

En el documento, 'La sequía en números', de la Organización de Naciones Unidas (ONU) a través de su Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (Cnuld), indica que el porcentaje de plantas afectadas por la sequía se ha más que duplicado en los últimos 40 años, con unos 12 millones de hectáreas de tierra perdidas cada año debido a la sequía y la desertificación.

Lo que convierte a los ecosistemas progresivamente en fuentes de carbono, especialmente durante eventos de sequía extrema, lo que ya ha sido detectado en cinco de los seis continentes.

La ONU indica que un tercio de las emisiones mundiales de dióxido de carbono se compensa con la captación de carbono de los ecosistemas terrestres, aunque su capacidad de secuestro de carbono es muy sensible a los episodios de sequía; además, el rápido aumento de la temperatura de la superficie se correlaciona con la disminución de la biodiversidad, incluidas tasas de extinción más elevadas.

El 14% de todos los humedales críticos para las especies migratorias, incluidos en la lista de Ramsar, se encuentran en regiones propensas a la sequía, lo que se ve agravado por eventos como las “megasequías”, que en el caso de Australia contribuyó a “megaincendios” en los años 2019 y 2020 que provocaron la pérdida más dramática de hábitats para especies amenazadas en la historia poscolonial; generando la muerte o el desplazamiento de cerca de 3.000 millones de animales durante los incendios forestales de Australia.

Mitigando el impacto y el riesgo de la sequía

El Ministerio de Infraestructuras y Gestión del Agua de los Países Bajos en su guía integrada para una buena gestión del riesgo de sequía, resiliente al clima e integrada, enumera los 12 principios que mitigan el impacto y el riesgo frente a las sequías. El principio uno se refiere a respetar los límites medioambientales para el uso de la tierra y el agua; el segundo, aumentar la resiliencia de toda la sociedad, incluidas sus comunidades vulnerables, ante las sequías y la escasez de agua.

El tercero es pensar en términos de sistemas integrados; el cuarto y quinto son pensar y planificar en términos cíclicos, y planificar de abajo arriba y diseñar medidas conjuntamente con las comunidades afectadas, respectivamente.

EL sexto es adoptar una actitud proactiva y aprender a manejar la incertidumbre. El séptimo es trabajar en coordinación con los acuerdos y convenios internacionales. El octavo se refiere a considerar la gestión del riesgo de sequía como una cuestión sin fronteras. El noveno es mitigar el impacto de la sequía y la escasez de agua en los ecosistemas y la biodiversidad al conservarla y protegerla.

El décimo es invertir en infraestructuras basadas en la naturaleza e híbridas; el undécimo, aprovechar la financiación público-privada y ampliar el papel de los seguros contra el riesgo de sequía; y el ultimo de los doce es reforzar el seguimiento y la evaluación de las acciones que mitigan la sequía.

Desafíos

En la Gaceta Oficial Digital No. 29311-A del viernes 18 de junio de 2021 se publicó el plan nacional contra la sequía de Panamá. Este plan a través del Comité nacional de lucha contra la sequía y desertificación (Conalsed) tiene como objetivo aplicar los lineamientos de la Cnuld para promover la prevención, combate y reversión de la desertificación y la degradación de las tierras, la mitigación de los efectos de la sequía, así como contribuir en la reducción de la pobreza ante la promoción del desarrollo sostenible.

De lo anterior se deriva el mayor de los desafíos para Panamá, concretar las acciones indicadas en el plan de manera que se desarrollen habilidades de país en la gestión de las sequías mediante capacitación en sistemas de recarga de acuíferos, gestión eficiente de recursos hídricos, capacitación en sistemas de captación y aprovechamiento de agua lluvia, entrenamiento en manejo sostenible de tierras, para disminuir el riesgo de sequías.

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