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Cheri Lewis: 'El movimiento cultural en Panamá no se detiene; espero que siga creciendo y recibiendo más apoyo'
- 05/10/2021 00:00
- 05/10/2021 00:00
Cheri Lewis (Chitré, 1974) guarda la distancia que corresponde en estos tiempos pandémicos. Se sienta junto a esta periodista en un sillón rosa que antes ocupaban un padre y su hija mientras leían un cuento. Viste un vestido negro ajustado –que acentúa su fina figura–, menea el fleco de su cabello y sonríe con ternura. Disfruta del ambiente, de la charla. “Hace mucho que no hacía entrevistas”, suspira. Estábamos en el cuarto piso de la Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero R. rodeadas de relatos infantiles. Afuera un sol radiante, adentro: sobraban los motivos para conversar.
Cheri es encantadora, mordaz y no suelta el humor. Es una pluma brillante de nuestro tiempo y nuestra patria. Cuando habla, escoge cada palabra aunque piense que no lo hace. Y cuando escribe no abandona su perspicacia. Se turna el lápiz de mano y mano: con una escribe cuentos para adultos y, con la otra, para niños: y lo hace de manera natural, sin pensarlo mucho. Comenzó haciendo caricaturas y ahora lleva en sus hombros historias que la han convertido en “una de las grandes promesas de la nueva cuentística panameña femenina”, según la define el escritor Enrique Jaramillo Levi.
La autora de Abrir las manos , Vivir con alegría, El hilo que nos une y Soy una ciudad llamada Panamá cuenta que ella podía haber tenido otra vida. De pequeña soñaba con ser maestra, doctora, bombera y enfermera. En su casa no había libros, pero de siempre tuvo esa “sed de lectura”. De alguna manera la educación, base fundamental inyectada por sus padres, la ha llevado a ser quien es.
Conversamos sobre escritura, sobre el panorama cultural de Panamá, sobre el amor, sobre esto y aquello con una afinidad que se merece resaltar.
Esa es una pregunta que me hago todos los días y aún no he encontrado una respuesta. Creo que uno sigue descubriéndose y entendiéndose a lo largo de toda la vida.
Pienso que es imposible escapar de la influencia familiar porque son lazos muy estrechos, pero también creo que al convertirnos en adultos desarrollamos nuestra propia individualidad y decidimos qué tanto de esa influencia queremos mantener y qué tanto queremos cambiar.
De mi padre creo que heredé el sarcasmo y la determinación. De mi madre, la paciencia.
A la memoria hay que quererla y valorarla. Siempre. Los buenos recuerdos te llenan de alegría, y los malos te enseñan a reconocer a dónde no debes volver. Es algo que puedes aplicar a la vida diaria y también a la escritura.
Antes sí, ya no tanto. Con el tiempo he aprendido que es más importante aceptar y perdonarse cuando nos hemos equivocado.
Siempre me han gustado las ardillas, cuando era chica me decían que me parecía a una. Luego en Twitter puse de biografía: fui criada por ardillas. Porque como me lo han dicho varias veces. Yo uso las redes por diversión, principalmente. Subía cosas de ardillas, hacía chistes de ardillas y la gente me empezó a relacionar con ellas. Era chiste y quedó. Pero en verdad, cuando veo una ardilla por la calle se me alegra el día. Son lindas y también ayudan a salvar el planeta porque entierran las bellotas para esconderlas, luego se les olvida y crecen árboles.
Mi primer recuerdo con las letras fue el amor inmediato que sentí por los libros apenas aprendí a leer. Más que creer en el amor a primera vista, creo en el amor a la primera lectura. De niña tuve pocos libros, pero esos pocos los leí una y otra vez. Tenía dos libros de cuentos de los cuales puedo recordar perfectamente el olor, sus historias, sus dibujos y hasta el tamaño de las letras.
Es refugio, un escape, un descubrimiento, un encuentro conmigo misma. Una razón para no perder la razón.
Creo que la curiosidad y la observación son dos cualidades claves para un escritor. Si observas con atención el mundo que te rodea, puedes encontrar historias en cada detalle a tu alrededor. He encontrado historias en paisajes, conversaciones, pinturas, parques...
Es difícil pensar que no podemos escapar a nuestro destino, porque aquello sería tanto una salvación como una condena. Me consuela la idea de que existen todas las posibilidades: que somos capaces de crear nuestro propio camino, así como que algunas cosas solo están destinadas a ser. El hilo que nos une trata de tres historias, donde los personajes deben tomar decisiones difíciles y vivir con las consecuencias de sus actos. Si bien las relaciones entre los personajes son elementos importantes en la obra, existen otros aspectos mucho más relevantes que están por encima de la sexualidad femenina. El poder descubrir todas las capas de una obra convierte la lectura en un proceso mucho más interesante.
Entre más conozco el amor, menos lo entiendo. Quizás a mis 18 lo idealizaba mucho y estaba llena de expectativas al respecto, y no hay nada peor que llenar de expectativas al amor. Pobrecito, tener que cargar con tanto peso.
Lo cursi y lo vulgar son términos muy subjetivos. Lo que es cursi para mí puede ser una maravilla para otra persona, y lo mismo en cuanto a lo vulgar. Creo que el hecho de tocar ciertos temas con naturalidad, dándole prioridad a los personajes y sus situaciones, ayuda a evitar caer en esos vacíos.
No escribo pensando en un lector específico. Creo que el gusto hacia cierto tipo de escritura es innato en cada individuo. Habrá quienes prefieran solo un género, otros con un criterio más amplio. Mis cuentos se desenvuelven en la ficción del absurdo. Sé que no es un género muy comercial, pero con que al menos una sola persona disfrute de mis cuentos, creo que habrán cumplido su cometido.
Para entender al mundo y, de paso, entenderme a mí también.
El cuento va al grano. Es como un golpe certero en tu punto más débil. La novela, en cambio, es más un recorrido donde subes y bajas hasta que llegas a tu destino. El ensayo es análisis, deshojar hasta llegar a la parte más intrínseca. No creo que un género tenga algo que no tenga el otro. Es más una cuestión de gustos, por lo general, uno se inclina por lo que más disfruta.
Creo que todo se puede escribir. Quizás existan temas con los que uno se sienta más cómodo, pero no creo que la literatura tenga o deba tener límites.
No me salen los poemas. Me gusta la poesía, pero a la hora de escribirla, soy terrible. Todo me rima.
Muchas veces me han dicho que “escribo como hombre”, lo cual me parece bastante extraño porque no sé cuál es la diferencia entre escribir como mujer y escribir como hombre. Para mí una persona escribe y punto. Pienso que la literatura no debe tener género masculino ni femenino.
Afortunadamente nunca he tenido la necesidad de explicar para quién escribo. Creo que, igual, si alguien me hiciera esa pregunta no sabría qué responderle. Yo no escribo pensando en nadie y menos desde el contexto de ser mujer.
Para ser un tema tan importante y vital para una sociedad, no recibe la importancia ni el respaldo que se merece y es algo con lo que hemos venido cargando desde hace mucho tiempo. Siento que lamentablemente la pandemia ha empeorado esta situación, pero a pesar de tanta adversidad, de una u otra forma, el movimiento cultural en Panamá no se detiene; espero que siga creciendo y recibiendo más apoyo a través de los años.
Sí se puede, claro. La obra de un escritor debería poder hablar por sí sola y conseguir un lugar en la literatura sin la necesidad de que el autor se sobreexponga socialmente. Creo que cada quien es libre de subir en sus redes lo que quiera, así como el público es libre de leer lo que más le guste.
Pienso que las redes sociales, utilizadas de una forma saludable, son una excelente herramienta para traspasar muchas barreras. La geográfica, por ejemplo. Gracias a que tengo seguidores en otros países he conocido gente maravillosa y me han podido leer fuera de Panamá. Sin embargo, también reconozco que a través de ellas se puede hacer mucho daño. Yo las uso por diversión, pero si de repente, me toca vivir en un mundo sin redes sociales, podría vivir en él sin mayor problema. Tal como hicieron nuestros padres y sus antepasados antes que ellos.
La educación.
En estos momentos, para mí: una niña sin internet frente a una escuela cerrada.
He tenido muchos maestros a lo largo de mi vida. Pienso que cualquier persona que ha recorrido un camino tiene algo que enseñarte y algo que aportar. Yo empecé a escribir tomando talleres y lo continúo haciendo.
Me cuesta mucho recomendar un libro porque creo que el placer de la lectura es algo muy individual, y lo que me puede gustar a mí, no necesariamente le va a gustar a otros. Dicen que uno no escoge los libros, son ellos los que te escogen a ti.
Sin embargo, si tuviera que recomendar un libro de cuentos, recomendaría uno de mis favoritos: Bestiario de Julio Cortázar.
También recomiendo siempre leer literatura panameña, y por eso también recomendaré la novela El desván, de Ramón H. Jurado, porque considero que es la mejor novela escrita por un autor nacional.