Hildaura Acosta: 'Hay más mujeres que hombres en la ciencia panameña'

Actualizado
  • 08/11/2022 00:00
Creado
  • 08/11/2022 00:00
La especialista en farmacología y toxicología, Hildaura Acosta, ha sido reconocida por sus aportes a la ciencia del país desde la investigación. Desde niña tuvo clara su vocación de ayudar a los demás
Hildaura Acosta es una de las pioneras de la ciencia de Panamá

Hildaura Acosta nació en Volcán, provincia de Chiriquí. Recuerda su infancia como una etapa feliz, “llena de mucha satisfacción”, de pasar tiempo al aire libre, de contar con el apoyo de su familia. Su padre era comerciante y agricultor, su madre era educadora. Ella es la tercera de doce hermanos, y la única que se dedicó a la ciencia y a la salud.

Estudió en la ciudad de David, aunque hizo un año de secundaria en Costa Rica. Los dos primeros años de farmacia los cursó en el Centro Regional Universitario de David, y terminó la carrera en la Universidad de Panamá. Acosta ha sido reconocida por sus investigaciones, especialmente las que ha realizado en el área de la toxicología.

Actualmente lidera un estudio que ampliará el conocimiento de los efectos de vacunas covid-19 en la población panameña. Simultáneamente, junto a un equipo conformado por docentes, investigadores nacionales e internacionales, asistentes y personal técnico, trabaja en una investigación que aporta al conocimiento sobre las toxinas y los venenos de los escorpiones y las serpientes.

Con esta investigación buscan recopilar toda la información para brindarle al país los datos que aporten en la toma de decisiones oportunas, en cuanto a guías de manejo y tratamientos, mapas de riesgo de áreas vulnerables para accidentes, distribución de antiveneno y todos los procesos que conlleva el tema.

La científica también ha sido reconocida como una de las precursoras de la ciencia del país; de hecho, su biografía aparece en el libro Pioneras de la Ciencia que fue presentado el pasado 10 de octubre y recoge la vida de 24 científicas panameñas.

En una conversación con La Estrella de Panamá, Acosta relató cómo balanceó su vida profesional con la familiar. Habló de sus anhelos y su visión sobre el futuro de la ciencia en Panamá.

¿Por qué se interesó en estudiar farmacia?

Desde pequeña siempre me motivó ayudar a las personas, tener vínculos con ellas, porque pasaban cosas y siempre quería buscar un mecanismo para contribuir con alguien que estaba teniendo algún tipo de dolencia. Originalmente intenté estudiar medicina, pero tuve un percance el día que tocaba hacer la prueba de admisión, por lo que decidí aplicar el siguiente año. Mientras tanto, y para no ocasionar mayores gastos a mis padres, decidí estudiar farmacia, que era lo único que había en Chiriquí dentro de las disciplinas de la salud, y bueno, me gustó tanto que me quedé en esa carrera. Cuando terminé de estudiar la licenciatura me vinculé con los diversos sectores de la investigación. Justamente, participé en el estudio de una planta que usamos como alimento: El chayote y el efecto diurético que puede producir. Me ofrecieron una posición de asistente de laboratorio en la Facultad de Medicina, regresé al lugar donde pensé que iba a ser estudiante.

¿Cómo nació el interés por la toxicología?

La maestría en farmacología la hice en la Universidad Central de Venezuela; en el mismo piso donde estudiaba, funciona un Centro de Toxicología para la ciudad de Caracas, y cuando no tenía actividades académicas me iba para ese centro y trabajaba con ellos; allí me nació. Al regresar de mi maestría, me seguí vinculando con actividades relacionadas con los medicamentos y los tóxicos mientras ejercía la docencia. Al tiempo, me dieron el cargo de directora del Centro de Investigación de Medicina de Toxicología, de la Facultad de Medicina, de la Universidad de Panamá.

¿Cuáles fueron las dificultades que enfrentó cuando empezó a hacer investigaciones?

Las dificultades más terribles que uno puede enfrentar es que no se entienda que realizar investigación no solamente es decir, 'quiero hacerlo', sino lograr los recursos, los espacios, poder combinar ese proceso de hacer experimentación junto con las otras labores que toca hacer en forma concomitante. En Panamá tenemos un problema serio, porque hay proveedores que a veces tienen dificultades internacionales y el reactivo o el equipo nos llega mucho tiempo después. A diferencia de otros países, donde alguien pide algo y a los dos días, por tarde, ya lo tienen; entonces, bregamos mucho con el obstáculo de equipamiento, reactivos, materiales; procesos de adquisición muy complejos que, en vez de ayudar, nos complican el desarrollar una investigación.

¿Cómo enfrenta los obstáculos en su vida personal y profesional?

Lo que hemos aprendido es anteponernos a los procesos que tocan. Si vamos a aplicar para una investigación a fondo, tenemos que ir por delante, planificando, organizando y revisando qué tenemos, qué no tenemos, para que, cuando ya el fondo llegue o se nos apruebe la propuesta, nosotros tener muchos pasos recorridos. De alguna manera uno ha ido, también, extrapolando esa forma de manejar las cosas en la parte personal, porque entonces uno prevé en su casa las cosas que sabemos que son importantes atender, le vamos dando esas prioridades, para que los hijos o el esposo, todos, tengamos esa armonía y avancemos según los retos que nos toquen.

¿Cómo logró el balance entre la maternidad, la familia y su profesión?

Muy duro al estar vinculada a un área científica de mucha exigencia, trabajar en farmacología y toxicología involucra tener experimentos con animales de investigación, entonces hay que darles el cuidado que se le da a un ser vivo y mantenerlos en condiciones adecuadas.

Entonces mis hijos eran parte, de alguna manera, del proceso que estaba haciendo porque tenía que venir con ellos un fin de semana o un feriado y atender a los animalitos, a veces no tenía alguien que me ayudara a cuidarlos y se venían conmigo, traían su tarea o lo que fuera; incluso, en algunas ocasiones me tocaba traerlos a dar la clase o a cuidar el examen, los sentaba con mis estudiantes.

Ha sido reconocida en varias oportunidades por sus aportes a la ciencia, ¿en algún momento de su vida se imaginó alcanzando tantos logros?

Absolutamente no, porque en realidad mi motivación es apoyar, ayudar, buscar información y conocer por qué están pasando algunas cosas y cómo el sector está vinculado a la atención de un intoxicado, si se tiene la información, el instrumento, el medicamento o el antídoto que se requiera para salvarle la vida a una persona. Lo más grande es poder apoyar a alguien, y en cierta manera se ha cumplido parte de aquel anhelo que tenía de niña de ayudar a las personas.

¿Qué falta por hacer por la toxicología en Panamá?

En primer lugar, se debe garantizar un nivel de reconocimiento de esa disciplina, no solamente en el ámbito de la salud, sino en todas las otras áreas. Sabemos, por ejemplo, que hay un Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses que cuenta con un laboratorio de toxicología forense.

Pero en el área clínica de atención de una persona afectada, todavía no tenemos un toxicólogo clínico, no hay ningún especialista panameño formado y que se le reconozca esa posición, así como se le reconoce al anestesiólogo, o cualquier otra disciplina de la ciencia de la salud.

Hay que buscar la forma de darle la posición y el reconocimiento al toxicólogo clínico. Hay enfermeras especialistas en nefrología, en cardiología y demás; hay que hacer también una enfermera especialista en toxicología y así nos vamos con todas las diversas disciplinas.  Lo que estamos seguros es que este camino se tiene que seguir desarrollando para especializar más recurso humano panameño.

¿Cómo está el espacio para las mujeres en la ciencia en el país?

Si usted ve la estadística, son más las mujeres que culminan este tipo de carreras, aquellas que la mayoría era de hombres. Aunque la mujer lleva un peso más grande, porque además de llevar la parte profesional, tiene que llevar la parte de ser mamá, esposa, hija, la que atiende un grupo familiar. Sin embargo, esa condición de madre la prepara para llevar esas dos responsabilidades, la profesional y la personal. Y creo que las mujeres en la ciencia en Panamá y en el mundo han dado muestras de que el ímpetu que hay, se debe seguir promoviendo y fortaleciendo.

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