Carbono azul: una riqueza invaluable contra el cambio climático

Actualizado
  • 19/08/2022 00:00
Creado
  • 19/08/2022 00:00
En segundo lugar, medir la existencia de carbono azul apoya el entendimiento de cómo los ecosistemas de carbono azul protegen las costas atenuando las olas y evitando la erosión, regulan la calidad del agua, son hábitats clave para especies de peces y moluscos, proporcionan madera y otros productos a las comunidades locales y albergan especies diversas y en peligro de extinción
Hay desafíos dentro del sector energético de la región, responsable de cerca del 5% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, lo que propicia que los sistemas de generación eléctrica sean altamente vulnerables ante el cambio climático.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) denomina cambio climático a “la variación global del clima de la Tierra debido a causas naturales y principalmente a la acción humana, como consecuencia de una creciente retención del calor del sol en la atmósfera, conocida como efecto invernadero”.

Este calor debe controlarse hasta descender la temperatura 1 o 2 grados, sin embargo, las acciones que deben desarrollarse para esto son aún tema de discusión a nivel global.

De allí que en la publicación 'La economía del cambio climático en América Latina y el Caribe: una visión gráfica' consideren que el cambio climático es una paradoja temporal, dado que es en sí mismo un fenómeno de largo plazo cuyos efectos se harán más intensos en la segunda mitad del siglo XXI, pero es necesario iniciar su solución de forma inmediata.

La Cepal señala que las emisiones de dióxido de carbono (CO2 ) en el mundo se sitúan alrededor de las 6 toneladas anuales per cápita, una proporción que para estabilizar o bajar, y evitar un aumento no superior a 2 °C de temperatura en 2050 implica reducir esas emisiones a 2 toneladas anuales de CO2 per cápita.

El carbono azul permite crear mecanismos económicos que mediante las iniciativas y acciones, estimulen el sector del turismo ecológico marino costero, entre otros.

La Cepal plantea la necesidad de construir soluciones de infraestructura basadas en la naturaleza, pues lo que se construya hoy, seguirá en uso en 2050, es decir, se debe construir con diseños que bajen las emisiones de carbono, para pasar de seis a dos toneladas de CO2 per cápita. “De lo contrario, el mundo puede quedar anclado a un estilo de desarrollo alto en carbono, que llevará a aumentos de temperatura superiores al nivel acordado para la seguridad climática”.

¿Qué son los carbonos?

Ceiba.org.mx, plataforma digital relacionada al carbono indica que la diferencia de “los carbonos” no radica en su color. Se explica que los colores azul o verde permiten diferenciar al carbono acumulado en los ecosistemas marinos y costeros, del que se encuentra en los ecosistemas terrestres.

He allí la importancia e interés del carbono que se encuentra en los arrecifes de coral, los pastos marinos y los manglares.

The Blue Carbon Initiative cita varias definiciones interesantes para comprender la importancia de las emisiones de carbono. En su documento, 'Carbono azul: métodos para evaluar las existencias y los factores de emisión de carbono en manglares, marismas y pastos marinos' define:

Carbono alóctono: es aquel carbono producido en un lugar y depositado en otro; además, indica que en los sistemas de carbono azul, el carbono alóctono es consecuencia del ambiente hidrodinámico donde se encuentra, en el que los sedimentos y el carbono asociado se transportan desde ecosistemas vecinos (oceánicos y terrestres).

Carbono autóctono: es el carbono producido y depositado en el mismo lugar. En el contexto de los sistemas de carbono azul, este tipo de carbono se debe a que la vegetación absorbe CO2 del océano o la atmósfera, que se transforma para ser utilizado por los tejidos de la planta y se descompone en el suelo circundante.

Carbono azul: carbono acumulado en manglares, marismas y pastos marinos, en el suelo, la biomasa aérea viva (hojas, ramas, tallos), la biomasa subterránea viva (raíces) y la biomasa muerta (detritos y madera muerta).

Carbono inorgánico del suelo: el término carbono inorgánico del suelo se refiere al componente de carbono presente en carbonatos (por ejemplo, carbonato de calcio) que puede encontrarse en suelos costeros en la forma de conchas marinas o fragmentos de coral.

Carbono orgánico del suelo: se refiere a componentes de carbono de la materia orgánica del suelo. La cantidad de carbono orgánico del suelo depende de la textura del suelo, el clima, la vegetación, y el uso y la gestión actuales e históricas de la Tierra.

Ahora que conocemos varias definiciones de carbono dentro del carbono azul, es importante aprender para qué hay que medir las existencias de carbono.

Primeramente, es relevante indicar que los ecosistemas costeros son fundamentales para mantener el bienestar humano y la biodiversidad global; especialmente, los manglares, las marismas y los pastos marinos, porque ofrecen numerosos beneficios y servicios que contribuyen en la mitigación y adaptación a los impactos del cambio climático que enfrenta el planeta. ¿Cómo lo hacen? Secuestrando y almacenando cantidades importantes de carbono (azul) de la atmósfera y los océanos.

No obstante, The Blue Carbon Initiative estima que se ha perdido hasta un 67% de la distribución histórica global de los manglares, el 35% de las marismas y el 29% de los pastos marinos, lo que decrece la posibilidad de su protección y restauración, marcando así la tendencia de su desaparición en los próximos 100 años.

En segundo lugar, medir la existencia de carbono azul apoya el entendimiento de cómo los ecosistemas de este protegen las costas atenuando las olas y evitando la erosión, regulan la calidad del agua, son hábitats clave para especies de peces y moluscos, proporcionan madera y otros productos a las comunidades locales y albergan especies diversas y en peligro de extinción.

Es decir, medir el carbono azul no implica solamente la parte cuantitativa del secuestro, sino la cualitativa en relación a los servicios ecosistémicos que brinda su captura.

Carbono azul como solución a los desafíos del cambio climático

En la región latinoamericana y Panamá hay múltiples desafíos frente al cambio climático, ejemplo de ellos son la generación de carbono en las actividades agropecuarias que es particularmente sensible al cambio climático, lo que produce transformaciones en la estructura, en los rendimientos y en los ciclos de cultivo.

De igual forma, hay retos dentro del sector energético de la región, responsable de cerca del 5% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, lo que propicia que los sistemas de generación eléctrica de la región sean altamente vulnerables ante el cambio climático.

Ambos aunados al rápido desarrollo urbano han estado acompañados de una mayor demanda de transporte, servicios públicos, insumos y productos y, en general, de una mayor presión sobre los recursos naturales y los bienes y servicios ambientales.

Estos tres desafíos requieren de investigación, desarrollo e innovación, I+D+i, para medir con indicadores cómo Panamá aprovechará la aplicación de los instrumentos legales para, a través de la protección, conservación y restauración de los ecosistemas de carbono azul, contabilizará los bienes y servicios que ofrecen los manglares, pastos marinos y marismas.

Al darle valor económico a los ecosistemas marino-costeros, los esfuerzos de mitigación y adaptación al cambio climático contarán con una sólida apuesta económica que permita la protección y conservación de los receptores de carbono azul, contribuyendo con ello a la generación de beneficios para las comunidades costeras y la mejora de su economía.

El carbono azul permite crear mecanismos económicos que, a través de las iniciativas y acciones, generen la creación de turismo ecológico marino costero, entre otros.

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