Especies marinas: víctimas de la crisis climática

Actualizado
  • 22/09/2022 00:00
Creado
  • 22/09/2022 00:00
Las actividades humanas aceleran el cambio climático. Se está viendo un incremento de la temperatura, la acidificación de los océanos, erosión costera y aumento del nivel del mar
Los ecosistemas marinos son los más vulnerables al impacto del cambio climático.

Los ecosistemas marinos y costeros están expuestos a una gran cantidad de impactos debido a las actividades humanas, que se agudizan con los efectos del cambio climático en términos de incremento de temperatura, acidificación de los océanos, intrusión salina, erosión costera y aumento del nivel del mar, que afectan a comunidades costeras, ecosistemas, infraestructuras y sistemas productivos, muchos de los cuales Panamá ya está experimentando.

El ministro de Ambiente, Milciades Concepción, indicó durante su presentación en la Cumbre de Ambición Océano Clima 2021 que con el compromiso de construir la resiliencia del océano para hacer frente al impacto de la crisis climática, “Panamá se ha unido a los Líderes Azules y apoya la protección total del 30% del océano para 2030”.

“Hago un llamado para que se unan a Panamá y a otros países de Blue Leader para lograr estos importantes objetivos. El océano es nuestra primera línea de defensa contra los impactos del cambio climático. Debemos proteger y conservar el océano para que pueda seguir prestando sus servicios de sostenimiento de la vida”.

A su vez, Concepción explicó que en Panamá, por ser un país bañado por dos océanos y rico en recursos marino-costeros, son conscientes de la importancia de involucrar las soluciones basadas en los océanos dentro de las metas de ambición climática.

Sin océanos saludables es imposible la vida marina y terrestre. Expertos invitan a buscar soluciones.

De acuerdo con el ministro, el país incrementó la ambición climática mediante la actualización de los compromisos contenidos en la primera Cumbre de Contribuciones Determinadas (CDN1) a nivel nacional, entregadas ante la secretaría de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en diciembre de 2020. “La nueva CDN1 de Panamá incluye 29 metas climáticas en distintos sectores de importancia socioeconómica, siendo uno de estos los sistemas marinos y costeros”, agregó.

Actualmente el Ministerio de Ambiente trabaja junto con ONU Medio Ambiente en el Plan de Acción Nacional sobre la Basura Marina: una serie de acciones que contribuyan en la reducción de los desechos que atentan contra la biodiversidad y los ecosistemas en costas, manglares y mares panameños.

Este plan será uno de los primeros de la región, puesto que solo está activo en Chile y Colombia, y se está desarrollando con más de 40 organizaciones y entidades vinculadas al tema.

Bajo esa visión de trabajo, Panamá lanzó su primera normativa para la protección y conservación de los pastos marinos. Dentro de esto, los arrecifes coralinos y los pastos marinos se mapearán por primera vez en el territorio de Panamá para contar con una mayor protección legal y ambiental, disminuyendo el impacto del cambio climático.

Para Isabella Lövin, exministra de Cooperación Internacional para el Desarrollo y el Clima de Suecia, una de las muchas cuestiones que exigen atención inmediata en este tipo de conferencias o cumbres es precisamente el impacto del cambio climático sobre el medio marino mundial.

“Aunque el océano es el hábitat más grande de nuestro planeta y es un sistema que está intrínsecamente ligado a la supervivencia humana, el impacto del cambio climático y del aumento de las emisiones de dióxido de carbono en los océanos se ha visto relegado en gran medida a un segundo plano en los debates sobre el cambio climático”.

“Los océanos, que producen la mitad de todo el oxígeno que respiramos, regulan el clima y la temperatura de la Tierra, nos proporcionan comida y agua y son el hogar de cientos de miles de especies, han sido durante mucho tiempo nuestros mejores aliados en los esfuerzos por frenar el cambio climático”, declaró Lövin en una nota pública de la Organización de las Naciones Unidas.

En la nota escrita por Lövin también señaló que el calentamiento de los océanos en los últimos 60 años se ha producido a tal escala que es difícil de asimilar.

Un estudio elaborado en 2015 por el Grantham Institute concluye que, si la misma cantidad de calor que se ha añadido entre 1995 y 2010 en los primeros dos kilómetros de profundidad de los océanos se hubiera añadido a los diez kilómetros inferiores de la atmósfera, la temperatura de la Tierra se habría incrementado en 36ºC. “Por tanto, los océanos nos han protegido de los peores efectos del cambio climático. Pero hay una gran incertidumbre sobre su capacidad para absorber dióxido de carbono (CO2) en el futuro”, comentó.

A su vez explicó que “si los océanos han sido hasta ahora nuestros mejores aliados, en el futuro inmediato existe el riesgo de que empiecen a cobrarnos la factura: una gran parte de las emisiones que hemos generado desde comienzos del siglo XX, ahora almacenadas en los océanos, está regresando a la atmósfera.

La acidificación de los océanos podría considerarse la crisis química del clima mundial. Junto con el calentamiento de la Tierra, la acidificación de los océanos pone en peligro la vida marina y la lleva más allá de límites catastróficos. “Desde la industrialización, la acidificación de las aguas de superficie de los océanos ha aumentado casi un 30%. Los arrecifes de coral están entre las víctimas más inmediatas del cambio climático si no adoptamos medidas muy rápidamente. Aunque los arrecifes de coral representan solamente el 1% de la superficie de los océanos, hasta el 25% de las especies marinas dependen de ellos”, completó Lövin.

El deterioro de los ecosistemas de los arrecifes de coral afecta también a la protección de las zonas costeras, a la pesca y al turismo. Sin una drástica reducción de las emisiones de dióxido de carbono, para el año 2050 casi todos los arrecifes de coral del mundo habrán estado expuestos a un nivel de acidificación tal que prácticamente no tendrán la capacidad de formar calcio y seguir creciendo, puntualizó la experta.

Hay que trabajar de la mano

Por su parte, Charlotte De Fontaubert, experta global en Economía Azul del Banco Mundial, también reconoció que los océanos son el disipador de calor más grande del planeta. Absorben el 90% del exceso de calor causado por el cambio climático. Además, son un sumidero de carbono muy eficiente, pues absorben el 23% de las emisiones de CO2 generadas por el hombre.

En ese sentido, aseguró en una entrevista que el Banco Mundial ha formulado el enfoque de la Economía Azul, que se centra en la gestión sostenible e integrada de las zonas costeras y marinas en océanos sanos.

“Por otro lado, mediante nuestro fondo fiduciario de múltiples donantes denominado 'Problue', apoyamos a los gobiernos en sus esfuerzos por incrementar las reservas pesqueras, abordar la contaminación marina, gestionar los recursos costeros y limitar los impactos que generan en la salud de los océanos diversos sectores clave como el turismo, el transporte marítimo y la energía renovable de alta mar”, detalló.

“Los océanos aportan $1,5 billones anuales a la economía mundial, y se espera que este número se duplique y llegue a $3 billones para 2030.

De Fontaubert también mencionó que en la 26 Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP-26), celebrada en Glasgow, Escocia en 2021, los negociadores aprobaron nuevas reglas para los mercados de carbono que podrían ayudar a valorar más adecuadamente los sumideros de carbono vinculados con los océanos, como los manglares y los arrecifes de coral, y crear incentivos para su preservación. “No hay soluciones mágicas, pero podemos y debemos seguir trabajando juntos para restablecer la salud de los océanos”, matizó.

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