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- 08/06/2020 15:53
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La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señala que la pandemia por el nuevo coronavirus mejor conocido como Covid-19 incrementará el hambre y la pobreza en América Latina y el Caribe.
Según este organismo, las medidas sanitarias implementadas para evitar la propagación del virus tienen consecuencias directas sobre el funcionamiento de los sistemas alimentarios. En consecuencia, se requieren acciones complementarias para que la lucha contra la pandemia no comprometa la seguridad alimentaria de la población.
“Una persona sufre inseguridad alimentaria cuando no tiene acceso físico, social y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana”, menciona el organismo en el boletín “Seguridad Alimentaria bajo la pandemia Covi-19”.
La expresión más extrema de inseguridad alimentaria es el hambre, que en el año 2018 afectaba a 42,5 millones de personas en la región. Si a esa población añadimos las personas que enfrentan incertidumbres en cuanto a su capacidad para obtener alimentos, y por lo tanto se han visto obligadas a reducir la calidad o cantidad de los alimentos que consumen, entonces encontramos que, en ese mismo año, 188 millones de personas, es decir, una tercera parte de la población de América Latina y el Caribe, se encontraba en inseguridad alimentaria antes de la aparición de Covid-19, remarca la FAO.
Y, es que esta coyuntura actual hace aún más relevante la necesidad de proveer alimentos seguros a todas las personas y que éstos puedan estar disponibles en todos los lugares en donde se necesitan. En este momento, ese debe ser el propósito principal de las industrias de alimentos y bebidas.
En ese sentido, Marco Dorna, director general de Tetra Pak para Centroamérica y Caribe, detalla que para poder sobrellevar la situación que vivimos, se requiere ofrecer soluciones a los consumidores para que tengan acceso constante a bebidas y alimentos seguros para su consumo diario.
“Esto es posible gracias a tecnologías de procesamiento, envasado y envases que garantizan la seguridad, preservación y calidad de los alimentos. Es por ello que hacemos cinco recomendaciones para tener en cuenta durante estas circunstancias”, explica el ejecutivo en un comunicado.
abastecimiento de productos tomando todas las medidas y protocolos de seguridad en las plantas, evitando riesgos de contagio, avalando la cadena de abastecimiento de materia prima, la operación industrial y utilizando envases que protegen los contenidos.
A su vez reconoció que las empresas del sector de bebidas y alimentos se deben comprometer a mantener la seguridad alimentaria que es una garantía para poder sobrellevar la situación actual. Igualmente, contempla que todos deben redoblar esfuerzos para mantener disponibilidad de alimentos en todas partes. “Esto hace parte de lo que debemos lograr durante estos meses de incertidumbre: los consumidores seguros con el alimento que consumen”, enfatiza.
Según la FAO hay países y territorios donde los impactos del COVID-19 son especialmente graves. Esta manifestación severa e incluso súbita de hambre puede ser monitoreada por medio del indicador de inseguridad alimentaria aguda.
En 2019, la región registró 18,5 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria aguda a causa de factores económicos y climáticos.
Este conjunto de población se concentró en ocho países. Más de la mitad estuvo asociada al deterioro de la seguridad alimentaria dentro y fuera de la República Bolivariana de Venezuela: se estima que 9,3 millones de venezolanos padecían inseguridad alimentaria aguda en el país, al igual que 1,2 millones de venezolanos migrantes a Colombia y Ecuador. El resto de la población regional en inseguridad alimentaria aguda se concentraba en los países de Centroamérica, especialmente en la zona comprendida por el Corredor Seco (4,4 millones en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua), y Haití (3,7 millones), redacta el organismo en el boletín.
La manifestación del hambre y las distintas formas de malnutrición puede ser particularmente severas en algunos territorios al interior de los países. Por ejemplo, en Belice, Colombia, Guyana, Honduras, México, Panamá y Perú, existen territorios donde la desnutrición infantil es de más del doble que el promedio nacional. Y en las zonas rurales las cifras de retraso en el crecimiento son considerablemente mayores que en las zonas urbanas, llegando a alcanzar diferencias mayores al 50% en Belice, Bolivia, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Surinam.