Repercusiones del abuso sexual infantil en la etapa adulta

Actualizado
  • 22/10/2020 00:00
Creado
  • 22/10/2020 00:00
Dificultad para establecer relaciones sentimentales, baja autoestima, ansiedad y depresión son algunas de las secuelas. Un sexólogo presenta cuáles son las afectaciones físicas y psicológicas que causan estas experiencias traumáticas a largo plazo

La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que hasta 1,000 millones de niños de entre 2 y 17 años en todo el mundo fueron víctimas de abusos físicos, sexuales, emocionales o de abandono en el último año.

En Panamá, el Ministerio Público registró que el año pasado hubo 6,883 delitos contra la libertad e integridad sexual.

En 2014, un estudio de la Unicef titulado 'Ocultos a plena luz' documentó la violencia que se produce en lugares donde los niños deberían estar seguros: sus comunidades, sus escuelas y sus hogares. Precisamente en el contexto de la violencia sexual, el informe registró que alrededor de 120 millones de niñas menores de 20 años en todo el mundo (alrededor de 1 de cada 10) han experimentado relaciones sexuales por la fuerza, y 1 de cada 3 niñas adolescentes de 15 a 19 años que estuvieron alguna vez casadas (84 millones) ha sido víctima de violencia emocional, física o sexual por parte del esposo o compañero.

En el plano nacional las cifras son preocupantes; el Ministerio Público registró que el año pasado hubo 6,883 delitos contra la libertad e integridad sexual, de los cuales 2,461 fueron por acoso sexual con una persona mayor de 14 años y menor de 18 años (36%) y 280 por corrupción de personas menores de edad, explotación sexual comercial, y otras conductas.

Estos números quizá sean una pequeña muestra de quienes han decidido romper el silencio y denunciar los abusos; sin embargo, la realidad es que muchos menores optan por no revelar la identidad del atacante. “No lo hacen por el hecho de que cuando se es niño generalmente el sujeto es amenazado por el adulto, que aprovecha su poder y fuerza física para someterlo, utilizando amenazas, como decirle que nadie le va a creer, que les hará daño a sus padres”, expone el psicólogo especialista en sexualidad Pedro Rondón.

La OMS señala que la violencia sufrida en la infancia afecta la salud y el bienestar a lo largo de toda la vida.

En ese contexto, Rondón explica que en la mayoría de las personas el impacto que puede causar el hecho de haber sido abusado sexualmente se manifiesta mayormente durante la infancia, luego en la adolescencia, y va disminuyendo conforme avanzan los años.

“Las personas adultas que han sido abusadas sexualmente en su infancia, tienden a tener problemas emocionales relacionados con trastornos de ansiedad, niveles bajos de autoestima, mayor incidencia de depresión, conductas obsesivas, dificultades para interactuar con otras personas; desconfianza o disfunciones sexuales: deseo sexual hipoactivo, baja frecuencia sexual, disfunción orgásmica, aversión al sexo, que van a afectar la intimidad sexual”, explica.

El experto subraya que todo está relacionado con el tipo de abuso, la duración y frecuencia de este, el tipo de violencia sexual, física, psicológica, y el grado de parentesco del victimario.

“Cada persona asume las consecuencias del abuso de forma diferente, algunas pueden realizar prácticas sexuales extremas y de riesgo, otras inhibir sus conductas sexuales o emitir conductas sexuales no operativas”, arguye Rondón, y agrega “los resultados de las investigaciones varían: así como algunas personas evitan las relaciones sexuales, otras llegan a ser promiscuas, algunas desarrollan disfunciones sexuales y a otras no les afecta en la vida de pareja ni en la calidad de su vida sexual. Depende de factores externos e internos, como la resiliencia, el ambiente de apoyo familiar y la pareja operativa”.

En ese sentido, comenta que hay investigaciones que indican que los hombres que han sido abusados sexualmente en la infancia, tienden a realizar más intentos de suicidio que las mujeres, son más agresivos en sus conductas, y las mujeres más depresivas.

En cuanto a las consecuencias en la salud, se manifiesta en problemas como la anorexia, bulimia, dolores musculares y gastritis.

Con respecto a la intimidad, ¿puede llegar a verse afectado el individuo al momento de establecer relaciones sentimentales? Según el sexólogo, sí puede repercutir en las relaciones afectivas futuras, sobre todo cuando no se realizan intervenciones terapéuticas tempranas. “La desconfianza, baja autoestima e inseguridad pueden pesar negativamente a la hora de iniciar una relación, ocasionando un déficit de habilidades para el cortejo y la seducción”.

“Puede repercutir en una relación con celos, desconfianza, miedos irracionales e incluso con el desarrollo de disfunciones sexuales. Hay individuos que tienden a victimizarse y a sentirse culpables por haber sido abusados, manteniendo estas conductas en sus relaciones de pareja, lo cual a su vez genera conflictos”, manifiesta.

Rondón puntualiza que al omitir el tema pueden agravarse las repercusiones psicológicas, generando trastornos de estrés postraumático. “En casos extremos favorecen el consumo de drogas, alcoholismo, conductas delictivas y repetición del patrón de abuso sexual en otros niños”.

En la etapa adulta es muy difícil detectar que un sujeto ha sufrido abuso sexual. “En las terapias psicológicas afloran dichas experiencias voluntariamente. No se debe presionar a una persona para que hable del abuso sexual acontecido en su infancia; en caso de que lo haga por sí mismo, hay que darle apoyo y sugerirle la importancia del apoyo terapéutico”.

¿Qué hacer?

No existe un tiempo establecido para superar esta experiencia traumática, pero conforme pasan los años disminuyen los síntomas de abuso sexual en la mayoría de las personas; no obstante, las consecuencias emocionales expresadas en conductas, persisten también en la mayoría.

“Como en todo problema psiquiátrico y psicológico, no se puede predecir cuánto va a durar un proceso terapéutico, depende del terapeuta, de la persona y del apoyo que este tenga durante el proceso terapéutico”, analiza.

Para llevar a cabo las terapias, lo ideal es proporcionar herramientas de afrontamiento a la negación del abuso, reconociendo que sucedió en el pasado, bajo situaciones de desigualdad; eliminar los sentimientos de culpa por la situación vivida, el dolor, la ira, la frustración y aceptar que hay que vivir el ahora. “Todo esto es de gran ayuda para superar las consecuencias del abuso sexual sufrido en la infancia”, añade Rondón.

El especialista en sexualidad anota que el tema de la violencia tiene que ver con la educación sexual como herramienta de prevención, y si ya sucedió, es necesario buscar ayuda terapéutica inmediata para evitar consecuencias futuras.

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