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- 25/10/2022 00:00

“Un dolor severo asociado al defecar. Sentía como si alguien hubiera tomando un cuchillo y me lo hubiera enterrado a lo largo de mi abdomen. Era un dolor incontrolable”, confiesa Jeffery, de 40 años, a Cancer Care of Western New York, quien desarrolló el síndrome del intestino irritable (IBS, por sus siglas en inglés) mientras todavía era un adolescente.
“Solo tenía 15 años cuando mis síntomas comenzaron, así que mi madre me llevó a ver doctor tras doctor. En aquellos días los doctores lo llamaban colon espástico o estómago nervioso, y sentía que todo estaba en mi cabeza, que yo era el responsable por causar mi propio dolor. Tenía aberturas a lo largo de los intestinos inferiores y superiores, escaneos de los intestinos delgado y grueso. Los doctores me hicieron pruebas para la celíaca, la enfermedad de Crohn, para la enfermedad del intestino irritable, incluso para intolerancia a la lactosa. Me había sometido a pruebas de sangre, a una sigmoidoscopia y eventualmente me realizaron una colonoscopía”, detalla Jeffery según publica la clínica especializada.
Según el entrevistado, su preocupación era como la de cualquier adolescente respecto a su cuerpo, “preguntándome si todo era normal, así que esto fue especialmente difícil de enfrentar. Fue un punto verdaderamente crucial cuando me di cuenta de que había una luz al final del túnel, que los síntomas iban y venían, y que no siempre me sentía tan mal. Ahora tengo más perspectiva y puedo apreciar el hecho de que pasaré por buenos y malos momentos”, explica Jeffery a la clínica y quien hoy no solo ha aprendido a controlar su enfermedad para continuar con una vida plena y activa, sino que también fundó y maneja un grupo de apoyo para otros que también sufren del IBS.
Casos como el de Jeffery le ocurren al 10% o al 15% de la población occidental y latinoamericana, además supone el 30% de las visitas a una consulta médica, reconoce la Fundación Española del Aparato Digestivo (Fead), sobre el síndrome de intestino irritable, más conocido como colon irritable.

“Este trastorno lo sufren 2 de cada 5 personas y no lo saben”, describe la Fead. Según la fundación, la enfermedad que va acompañada de dolor abdominal asociado a diarrea y/o estreñimiento, sensación de hinchazón, flatulencia o calambres, afecta sobre todo a las mujeres de 35 años en adelante.
La calidad de vida de las personas que sufren síndrome de colon irritable se ve muy afectada, pero como es una patología poco diagnosticada, muchas de estas personas no saben que la tienen, pese a padecer todos o la mayoría de los síntomas.
Al respecto, Jorge Jesús Rodríguez, especialista en medicina familiar, señala que esta afección está muy ligada al estrés, sobre todo en aquellas personas que no pueden dormir bien, tienen trastornos de ansiedad, depresión o en ocasiones suelen ser sedentarias.
“Tomar mucho café, alcohol, cafeína o alimentos ricos en carbohidratos, por ejemplo las sodas o alimentos con grasas, como las frituras, puede desencadenar el cuadro y empeorar el dolor abdominal. Esto va orientado a identificar el tipo de alimentos que lo desencadenan y el tipo de circunstancias que en algún momento determinado pueden empeorar el cuadro”, afirma Rodríguez en un comunicado de la Caja de Seguro Social (CSS) de Panamá.
Para el experto “a la larga el dolor puede ir desencadenando lo que es la pérdida del apetito, pero la persona lo que siente es ganas de ir al baño y apenas va al baño y logra evacuar, esto le alivia el malestar principalmente”, explica.
El problema común del síndrome del intestino irritable son los dolores y retorcijones, por lo que casi siempre los médicos prescriben metilbromuro de homatropina, también conocido como mesopín, medicamento que disminuye la contracción de los músculos del intestino y hace que las contorsiones no sean tan fuertes, así que lo más importante es acudir al médico para descartar otro tipo de afecciones, subraya el galeno.
Siendo una disfunción que afecta a un gran porcentaje de la población, se está trabajando para disponer de un diagnóstico y tratamiento oportunos.
Hasta ahora se sabe que pueden ser diversos los factores que inciden en la mucosa intestinal –la barrera superficial del intestino– como el estrés, la ingesta de algunos fármacos, infecciones, alcohol... Todos ellos debilitan la permeabilidad de la mucosa y permiten el paso de sustancias o moléculas que podrían alterar el funcionamiento del aparato digestivo.
Desde un punto de vista general, lo más aceptado y demostrado es que existen alteraciones de la motilidad (del movimiento) y/o de la sensibilidad digestiva, influenciadas por factores psicológicos.
“Pero, se siguió avanzando, porque todo esto se pensaba que era más periférico: o sea, tenías un espasmo o tenías una sensibilidad mayor en forma periférica. Entonces se empezó a ver el concepto del eje cerebro intestinal, es decir, que el eje no estaba solamente en el intestino, sino que esto se correlacionaba con efectos del sistema nervioso central, que obviamente tenía que ver con todo lo del exterior”, puntualiza el doctor Bustos Fernández, uno de los autores del trabajo 'Prevalencia mundial y carga de los trastornos gastrointestinales funcionales (TFGI), resultados del estudio global de la Fundación Roma', publicado en Gastroenterology, la prestigiosa revista de la American Gastroenterological Association.
“Lo que llamábamos eje cerebro intestinal, ahora se llama eje cerebro intestinal microbiota, en que las bacterias que tenemos en el intestino, que forman parte de lo que históricamente se denominaba flora bacteriana, empiezan a tener un factor muy interesante no solo por el hecho de la fermentación, sino también por la acción que esto tiene sobre distintos mediadores de la inflamación”, sostiene el profesional a Ciencia y Salud, un medio de comunicación en línea e independiente de Chile.
Al hablar de inflamación, explica el especialista, no solo se refiere a lo que se hincha, sino a los distintos marcadores y mediadores de la inflamación, donde se habla de procesos proinflamatorios o antiinflamatorios que se generan con la liberación de sustancias que se llaman interleuquinas.
“En esto tiene que ver un montón la microbiota intestinal, porque hay distintas bacterias que son proinflamatorias o antiinflamatorias. Encima de todo, hoy se le da importancia a la permeabilidad intestinal, que es la capacidad que tiene el intestino para hacer que pasen unas cosas de un lugar a otro. Vendría a ser como la piel que divide el medio externo o el interno”, destaca Bustos en el sitio.
El consumo de alimentos contaminados o crudos, el inadecuado lavado de manos y diversos factores hereditarios son las principales causas de las enfermedades que afectan el aparato digestivo. Los intestinos, y en particular el estómago, son los órganos que se ven afectados, produciendo una serie de molestias como hinchazón, estreñimiento, diarrea, vómitos y reflujo. Frente a este escenario es difícil elegir alimentos que no nos molesten, dice Michael Roizen, MD, de Cleveland Clinic, experto en medicina preventiva y de bienestar.
Entre los alimentos y bebidas que se pueden sustituir de la dieta para aliviar los problemas digestivos están: cereales integrales o verduras cocidas para aumentar la fibra y mejorar su salud digestiva.
“Los alimentos con un poco de picor pueden desencadenar problemas como la acidez estomacal. Para aliviarlo, intente incluir más jengibre en su dieta. Aunque no se ha demostrado científicamente que ayude, es un remedio tradicional que puede ayudar a que su estómago se vacíe correctamente. Si debe darle un poco de sabor a sus alimentos, intente sazonar con un poco de canela o comino para un efecto más suave”, recomienda el experto.
Alimentos ricos en vitamina D (aparte de la leche) están el salmón y verduras de hoja verde, así como también verduras ricas en fibra, como espárragos, cebollas y alcachofas. Pruebe el yogur griego (sin azúcar, almíbar ni grasas añadidas), que no incluye lactosa. Otras opciones son las manzanas y bananas.
En vez de ingerir alcohol, opte por un vaso de agua alto, para que todo fluya sin problemas. Todos estos alimentos es lo mejor que puede ingerir para un sistema digestivo saludable, puntualiza el médico.