Vivir con Google Glass

Las gafas Google Glass son como un amigo veleidoso. Te aguardan sorpresas, como cuando tomó una foto de mi techo mientras preparaba una sopa de zanahoria y jengibre. Hace meses que estoy usando estas gafas avanzadas de Google.

Pasarme un día tratando de realizar algunas tareas mientras las tenía puestas fue en ocasiones exasperante, aunque me ofreció un vistazo de lo que puede deparar el futuro.

Cocinar con Glass, por ejemplo, me deja las manos libres para revolver, cortar y sazonar, en lugar de tener que hojear un libro de recetas o leerlas en una tableta.

Jugar en las gafas Glass moviendo la cabeza o gritando órdenes fue divertido, una vez pasada la primera parte. O quizás eso fue parte del atractivo. Pero mi actividad favorita, sin dudas, es guiñar un ojo para tomar fotos.

Tal vez hice un guiño por error cuando leía los ingredientes en el Glass. Acostumbrarse a las gafas demora un tiempo. Eso es lógico para cualquier tipo de dispositivo nuevo, pero me parece inusual teniendo en cuenta que puedo sacar la mayoría de los dispositivos de la caja y usarlos intuitivamente sin problemas.

El día que me pasé haciendo tareas tuve que llamar tres veces al soporte técnico y estuve a punto de llorar. Además, apenas completé dos tareas. Así es que le falta mucho para ser un producto de uso masivo.

Google lo sabe y por eso las vende en 1.500 dólares y por invitación, para recibir opiniones de cómo funcionan en la vida diaria. Es como si hiciéramos un viaje con Google.

LAVANDO ROPA

No soy muy buena para encontrar direcciones. Los mapas en los smartphones han sido una bendición, pero es engorroso tener que sostener el teléfono mientras trato de encontrar una dirección.

El Google Glass tiene una pequeña pantalla encima del ojo derecho que elimina la necesidad de mirar al teléfono. Glass responde a órdenes de voz o táctiles, y coloca las respuestas en la pantalla.

Yo tenía que dejar ropa en la lavandería, así que le pedí a Glass direcciones para llegar a mi lavandería de siempre, a tres cuadras de mi apartamento. El proceso incluyó confusión de palabras, direcciones para otras nueve lavanderías, incluso una en Ohio. Resulta ser que mi lavandería de siempre no está en Google Maps.

Google Glass necesita conexión con Internet. Una vez me alejé de mi casa y perdí la conexión inalámbrica, y Glass no pudo darme instrucciones. Glass debe conectarse con Internet a través de tu teléfono, pero tiene que ser un móvil con el sistema Android.

COCINAR

Glass tiene un par de aplicaciones de cocina, pero hay que instalarlas por separado. KitchMe te permite buscar recetas y planear cenas.

Allthecooks hace lo mismo pero además te permite compartir recetas personales con otros. Esa fue la que usé.

"OK, Glass, encuentra una receta para sopa de zanahorias y jengibre'', dije. Tras la debacle con los mapas, fue un alivio ver que la receta fue el primer resultado.

Toque la foto y apareció el primer paso. Aún no tenía idea de los ingredientes que necesitaba. Traté infructuosamente de encontrarlos con órdenes táctiles y verbales.

Finalmente, una búsqueda en Google reveló que tenía que inclinar la cabeza ligeramente hacia atrás para ver los ingredientes en la pantalla. Excelente, aunque a veces Glas tomó fotos del techo cuando moví la cabeza.

Después de eso, corté cebollas y zanahorias y comencé a preparar la sopa con la receta convenientemente visible encima del ojo derecho.

Problemas aparte, cocinar es una de esas tareas para las que el uso de Google Glass tiene mucho sentido. Eso indica además otra serie de usos posibles para las veces en que uno tiene las dos manos ocupadas.

Me puedo imaginar a médicos, enfermeras y dentistas incorporándolos a sus profesiones. Me gustaría usar Glass para navegar supermercados y tiendas por departamentos para encontrar productos específicos, o para leer noticias mientras me preparo por la mañana (algo que ya se puede hacer).

Pero antes que la mayoría de esas cosas sucedan, voy a necesitar una conexión de Internet confiable y superar las dificultades y sorpresas de las gafas Glass.