Tendencias tecnológicas y de innovación para 2022

La tecnología cambió los hábitos de consumo y la forma como los clientes se relacionan con las marcas. Su aplicación aumenta la productividad, genera el crecimiento del negocio, mejora el uso de los recursos y amplía su capacidad de llegada a nuevos públicos y latitudes.

Sin embargo, la región aún debe superar algunos limitantes para aprovechar los beneficios que causa en las organizaciones. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), a pesar del progreso en términos de conectividad, el desempeño en la transformación digital es moderado.

El organismo destacó que sólo el 59% de las empresas en las mayores economías de la región cuentan con una página web para interactuar con clientes, empleados y proveedores.

La aplicación de la tecnología hará parte de las prioridades en Latinoamérica para el próximo año en industrias como la bancaria, la seguridad tecnológica y las fintech; optimizando la inclusión financiera, la estrategia de negocio y la atención al cliente. Destacamos las tendencias que marcarán el camino de su adopción.

Este tipo de tecnología asociada a las criptomonedas, es un modelo que hace referencia a una cadena de bloques que permite transmitir a gran escala información, valores y datos de un lugar a otro de la red, de forma segura, confidencial y a menor costo, evitando las intermediaciones.

El blockchain es utilizado con éxito en diferentes ámbitos de la vida como son el cuidado de salud y farmacia, música, Internet de las Cosas (IoT), bienes raíces, seguros, bancos, turismo, entre otros.

Su aplicación genera una clara información de la procedencia de las transacciones, es visible y verificable por todos los usuarios y auditable mediante el libro de registros.

El desarrollo de diferentes tipos de softwares permite a las organizaciones contar con una serie de soluciones, que aprovechan estas tecnologías para analizar e interpretar grandes cantidades de datos, de manera rápida, segura y automática.

Sectores como salud, ciberseguridad, banca, servicio al cliente y mercadeo, son parte de los grandes beneficiados que aportan la IA y el ML a las diferentes industrias.

“En cuanto a la ciberseguridad el beneficio de su uso produce un gran impacto en la industria antifraude y continuará popularizando durante 2022 al impulsar la categorización y predicción de la información relevante para las soluciones del sector”, explica David López Agudelo, vicepresidente de ventas para Latinoamérica de Appgate.

La digitalización trae beneficios como la reducción de costos operativos, la transparencia en el proceso, la disminución del uso del dinero físico y mayores facilidades para crear soluciones que incluyen a la población no bancarizada.

Con la aplicación de esta tecnología, se abre la información a terceros y así los clientes tienen la posibilidad de adquirir servicios y productos crediticios, hacer inversiones o centralizar en una sola aplicación sus transacciones. La banca abierta promueve la competitividad en el sector y hace que las instituciones financieras, sin importar su naturaleza, se enfoquen en conquistar a los clientes.

América Latina es uno de los mercados con mayor penetración de internet, y en el último año aumentó a casi el 72%, en comparación con el 60% del promedio mundial, además, se estima que el 70% de su población tiene acceso a un smartphone, según un estudio realizado por GSMA.

Este tipo de tecnología permiten a los usuarios pagar desde su billetera digital para efectuar una compra. Así mismo ofrece una alternativa mucho más costo eficiente para los comercios donde se podrían disminuir las comisiones de pago y recibir los pagos en tiempo real.

“Estos instrumentos de pago ya han sido adoptados en muchos países donde pequeños comercios ofrecen la posibilidad de hacer pagos usando billeteras digitales y eliminando la necesidad de usar una tarjeta débito o crédito”, señala el representante de BPC.

A medida que nuestras vidas se siguen digitalizando vamos a ver más ataques cibernéticos. Hoy día, esto va más allá de las tarjetas de crédito, ya que se ve un incremento en la comercialización de credenciales que habilitan al cibercriminal a entrar a cuentas corporativas.

Ante esta realidad, las empresas van a querer saber inmediatamente si el adversario ya está dentro para tomar acción de forma rápida. Y cuando el atacante está dentro de la empresa, nada bueno pasa, y ningún tipo de amenaza puede ser considerada como menor.

Desde Appgate, el vicepresidente de ventas para Latinoamérica, David López, comentó que: “Zero Trust es una filosofía de seguridad informática completa, que protege contra el error humano. Está dirigida para el usuario que no sabe cuidarse a sí mismo, y que ante la nueva realidad deja expuestos recursos propios y de la organización a la que pertenece”.

Además, “al implementar este modelo en la red de una organización se reduce en un 84% el éxito de un ataque, al tiempo que se aumenta la productividad de los usuarios”.

La pandemia aceleró la transformación digital para atender a los nuevos modelos de conexión en sus empleados, clientes y proveedores; en términos de ciberseguridad el trabajo remoto exige que las organizaciones se adapten a este nuevo contexto.

“La gran ventaja de las pruebas de penetración es que simulan ciberataques reales, los cuales suelen aprovechar vulnerabilidades desconocidas y ser más sofisticados”, indicó el CEO de Fluid Attacks, Vlaidimir Villa, “en esta labor, los hackers éticos tienen la habilidad de observar los sistemas a través de los ojos de un atacante, por lo cual pueden identificar mejor los puntos débiles y a partir de allí las empresas pueden crear defensas.

Si se dejara esta labor únicamente a las herramientas automatizadas, las organizaciones podrían pasar por alto un número significativo de vulnerabilidades”.

Para Villa, el hacking continuo es una alternativa eficiente para que las empresas gestionen el riesgo, al conocer qué vulnerabilidades presentan sus sistemas, qué tan críticas son y cómo pueden explotarse, además de ofrecer información necesaria para tomar decisiones que mitiguen el riesgo de incidentes de ciberseguridad, evitando pérdidas monetarias o reputacionales.