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- 24/05/2015 02:01
Ocurrió hace cincuenta años, pero quienes vieron el sábado 10 de abril de 1965 al colonense Ismael Laguna destronar al entonces campeón mundial de pesos ligeros, el puertorriqueño Carlos Ortiz, llevarán para siempre el recuerdo de aquella noche histórica y emocionante.
El encuentro boxístico, que tuvo lugar en el Estadio Juan Demóstenes Arosemena, coronó a Laguna como el primer campeón mundial nacional en 35 años, solo después de Alfonso Teófilo Brown (Panamá Al Brown), el también colonense peso gallo que en 1929 se convirtió en el primer campeón mundial latinoamericano.
Calificado por los expertos como una ‘exhibición maestra de boxeo' y ‘una muestra de museo' , era apenas el primer evento de campeonato mundial celebrado en Centroamérica, pero lograría despertar el interés de los panameños por este deporte y pondría a toda una generación de niños de los barrios pobres a soñar con obtener gloria y riquezas a través de sus puños.
En la década del 60 no se consideraba que una pelea de campeonato mundial pudiera hacerse en América Latina. Todavía no había llegado la era de las transmisiones televisivas internacionales y las ganancias para los organizadores provenían de la venta de las entradas .
El encuentro se pudo celebrar gracias a la intervención de la Cervecería Nacional de Panamá, que corrió con los gastos de promoción y garantizó al campeón Carlos Ortiz el salario por sus servicios.
La Cervecería, una de las empresas más estables del país, quería promover a Laguna, que empezaba a perfilarse como el primer gran ídolo nacional, para impulsar la venta de sus cervezas Atlas y Balboa. La pelea contra Ortiz sería la segunda bajo los términos de un contrato firmado entre ambas partes.
ISMAEL LAGUNA
Ismael Laguna había nacido en la ciudad de Colón, el 28 de junio de 1943. Como la mayoría de los boxeadores latinoamericanos, se inició en este deporte en las calles, peleando contra las pandillas del barrio. Su inspiración eran otros peleadores panameños de gran reconocimiento por entonces, como Antonio ‘Buche' Amaya, Jesús Santamaría e Isidro Martínez, ninguno de los cuales había llegado a obtener un título mundial.
Su carrera se había iniciado apenas cuatro años antes, tras ser descubierto en la Arena de Colón mientras exhibía sus cualidades con boxeadores profesionales, llamando la atención de los conocedores.
Bajo la tutela del entrenador Corro Dosman y el mánager Issac Kresch, debutó como profesional el 8 de enero de 1961 en la ciudad de Colón. Su corta trayectoria incluía dos derrotas, aunque para la fecha del encuentro con Ortiz, venía de vencer de forma seguida a cuatro oponentes internacionales. De esta buena racha surgió la oportunidad de enfrentarse al campeón mundial ligero.
PREPARACIÓN
Los días previos al combate, la ciudad de Panamá bullía de emoción, a medida que iban llegando fanáticos de Nicaragua, Costa Rica, Puerto Rico, Colombia y Venezuela, además de grandes personalidades del boxeo, como Ed Lassman, presidente del Consejo Mundial del Boxeo; Anthony Maceroni, presidente del Comité de Campeonatos Mundiales de la WAB; Merv McKenzie, presidente de la Asociación Mundial de Boxeo; Jersey Joe Walcott, ex campeón de boxeo que actuaría como árbitro; Felo Ramírez, Pedro Fernández, Eduardo Jácome y Rafito Cedeño...
El sábado, a la 1:00 p.m., en un ambiente de fiesta, empezó a reunirse el público en el estadio Juan Demóstenes Arosemena.
Al caer la noche, se habían reunido ya más de 15 mil fanáticos en las gradas. Según el recuento del periodista Chon Romero, algunos de los presentes llevaban bocadillos bajo el brazo y, otros, una botella de ron o cerveza en los bolsillos.
La pelea iba a ser transmitida en vivo a través de la Cabalgata Deportiva Gillette (estaciones Ondas del Canajagua, Onda Popular y la Voz del Barú), narrada por Tomás A. Cupas, Carlos González y el cronista internacional Buck Canel.
A las 9 de la noche, después de los encuentros previos, finalmente, el presentador oficial, un entonces poco conocido Víctor Martínez Blanco, introdujo a los contrincantes.
‘¡Tigre! ¡Tigre! ¡Tigre!', gritaban los panameños al unísono, desde Chiriquí, hasta la capital, mientras subía al ring un delgado Ismael Laguna, vestido en bata blanca con ribetes negros, pantaloncillos negros y botas negras. El retador, de 21 años, pesaba 132 libras y ocupaba el cuarto lugar en las clasificaciones de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), anunció Martínez Blanco.
Poco después hacía su entrada el campeón mundial de los pesos ligeros, de 28 años y 134 libras, vestido con bata negra, pantaloncillos blancos y botas negras.
El árbitro Jersey Joe Walcott, también juez (lo permitía la reglamentación de la época) reunió a ambos púgiles en el centro del cuadrilátero y les recordó las reglas que regirían el combate.
El primero en tomar la iniciativa fue el campeón Carlos Ortiz, lanzando dos largos izquierdazos que se perdieron en el vacío a medida que el panameño danzaba a su alrededor con juegos y coordinación de extremidades.
Era una pelea rápida y Laguna empezó a dominar y llevar el ritmo desde el principio. Ortiz se veía forzado a adaptarse. El campeón estaba sorprendido. Como declararía más tarde, nunca había visto pelear a su contrincante y no esperaba que fuese tan bueno.
El arte pugilístico de Laguna espeluznaba a la muchedumbre. Se arriesgaba, round tras round , dando agujazos nítidos, en una ofensiva imparable, que llegaba al rostro del campeón o a sus zonas medias.
Ortiz buscaba formas de contrarrestar los movimientos de su agresor, pero no lo lograba. Se le veía cansado e intentaba frecuentemente amarrarse.
En el minuto de descanso del décimo primer asalto, los asesores de Ortiz le aconsejaron intentar el nocaut . Por decisión, ya sería imposible, recuerda Romero.
Cuando el campanazo final sonó, Panamá estaba seguro de que ya tenía su nuevo campeón. Sin embargo, todavía faltaba el veredicto de los jueces. Cualquier cosa podía ocurrir.
Al iniciar la lectura del fallo, Laguna lucía entero, pero el rostro de Ortiz presentaba los efectos del constante castigo, con el pómulo derecho inflamado y el ojo izquierdo totalmente cerrado.
El juez Ramón Mouynes le daba 149 puntos a Laguna y 137 a Ortiz.
Ahora le tocaba el turno al juez estadounidense Ben Green. ‘Son 145 puntos para cada uno'.
Empate. La muchedumbre no podía creerlo. Se hacían juramentos. Sonaban las palabrotas.
Entonces, le tocó al tercer hombre, el excampeón mundial del peso pesado Jersey Joe Walcott, quien había actuado como árbitro. El silencio era total a lo largo de toda la República. Todo el mundo estaba a la expectativa.
‘Son 143 puntos para Laguna y 132 para Ortiz'.
Los fanáticos panameños reunidos en el estadio, entre ellos empresarios, políticos, estudiantes, amas de casa y campesinos, eran solo uno cuando estallaron en gritos, aclamando al Tigre en una estruendosa ovación.
Durante las horas siguientes, fuera del recinto, miles de personas se agruparon de forma espontánea a lo largo de la Avenida Central y otras calles y avenidas de la ciudad para presenciar la caravana de carros que circulaban haciendo sonar sus bocinas.
Mientras tanto, varios escoltas custodiaban al juez estadounidense Ben Green para sacarlo de Panamá en el primer avión que saliera del Aeropuerto Internacional de Tocumen: la gente hablaba abiertamente de colgarlo en la Plaza 5 de Mayo.
Posiblemente, aquella misma noche, mientras celebraba en algún lugar de la ciudad, un joven de 14 años llamado Roberto Durán, emocionado e inspirado, se dijo a sí mismo que algún día él también se convertiría en campeón mundial de boxeo.
Fuentes: Chon Romero Box Rec Christian Giudice y La Estrella de Panamá.
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LOS NÚMEROS DEL CAMPEÓN
Algunas estadísticas de la carrera del Ismael Laguna
victorias —37 por KO— registró Ismael Laguna. Solo sufrió 9 derrotas y 1 empate.
campeonatos mundiales obtuvo ‘El tigre colonense' en su carrera.