Editorial: La vida como fútbol

Análisis de la realidad del Mundial.

El técnico colombiano Francisco Maturana, precursor del DT de Panamá, Hernán Darío ‘El Bolillo’ Gómez, suele repetir desde hace ya más de dos décadas que el fútbol se juega como se vive. Y parece difícil desmentirlo.

La primera muestra es el crack argentino Lionel Messi, que nunca se ha visto envuelto en escándalos y, aún en su peor situación, nunca se ha visto desteñido en la cancha ni afuera de ella, ni siquiera cuando han querido armarle bochinches de dinero y hasta porque le inventan antipatía con los niños. Él responde con magia en la cancha y manda a callar a los incrédulos de que el fútbol es para divertirse y dar buen ejemplo de vida.

Por que el fútbol es como la vida, en Alemania son un ejemplo de orden y constancia y en Colombia bailan cumbia a tal punto que el diario Metro en Inglaterra invita a apoyar a los de Pékerman desde ese país. Sin embargo, uno se pregunta qué pasa por la cabeza de un jugador como Luis Suárez, un crack capaz de definir con dos goles el triunfo contra Inglaterra pero que de repente se atreve a morder a un rival cuando va mal. Hasta los médicos especialistas dicen que ese es un síntoma de frustración, que es una muestra de mal perderor. Entonces, lo grande de la pasión que lo lleva a hacer un doblete también lo puede transformar en un drácula del fútbol. La vida es como el fútbol y los excesos solo son buenos cuando son derroches de talento como el de Messi, de orden como el de Alemania o de alegría como el de Colombia, que transmiten puras buenas sensaciones a lugares que sin hablar el mismo idioma lo entienden como modelo a seguir. Ojalá la Fifa entienda que el fútbol es como la vida y castigue a Suárez. De lo contrario, la trampa será el ejemplo.

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