- 22/09/2021 00:00

La junta directiva de la federación estadounidense de fútbol (US Soccer) respaldó, con su voto unánime, la designación de Gregg Berhalter como nuevo entrenador de su Selección Nacional Masculina, el 1 de diciembre de 2018.
Se encomendaban a él convencidos de que era el técnico idóneo para sacar a flote el prestigio hundido un año antes, la noche del 10 de octubre de 2017, cuando naufragaron en Couva al caer 2-1 ante la eliminada selección local de Trinidad y Tobago. Un resultado agrio que los dejó fuera de Rusia 2018, después de 7 mundiales ininterrumpidos estando presentes.
El próximo domingo 10 de octubre, ante la Selección de Panamá, por la segunda fecha de la ronda eliminatoria de septiembre de la Concacaf, Berhalter estará en la zona técnica del estadio Rommel Fernández buscando ratificar los logros de una gestión de dos años y diez meses. Durante esta ha elevado el nivel del conjunto estadounidense y obtenido dos títulos significativos en 2021: la Copa de Naciones y la Copa Oro de la Concacaf. Dos hechos que hablan, hasta ahora, del acierto incuestionable de su elección.
Exponiendo una alta calidad en su juego colectivo e individual, aunado a la irrupción de una nueva generación de jóvenes jugadores anclados mayormente en Europa que aportan un aire y un brío renovador, la selección estadounidense parece encaminada a obtener uno de los tres boletos directos designados para los representantes de la Concacaf en Catar 2022.

Gregg Berhalter es el primer entrenador estadounidense que ha formado parte como jugador, y con prominencia, de su selección nacional. Tiene a su haber 44 partidos internacionales. Sus inicios a los 18 años se dieron en el fútbol de escuela secundaria y el ámbito universitario, cuando aún Estados Unidos no contaba con una liga de fútbol profesional establecida. Lució el brazalete de capitán de la selección estadounidense en el Campeonato Mundial Juvenil de la FIFA Australia 1993.
Su vasta actividad deportiva también le permitió disputar dos eliminatorias en Concacaf, dos Copa Confederaciones FIFA (1999, 2003), la Copa Oro 1998 y la Copa América 1995. Pero principalmente destacarse como un defensa de referencia en el mundial Corea-Japón 2002.
Precisamente en este mundial, Estados Unidos alcanzó su mejor actuación en el máximo evento del fútbol al llegar y disputar los cuartos de final, y Berhalter tuvo un rol sobresaliente en la zaga estadounidense. Tanto en el partido ante México en los octavos de final, al que vencieron 2-0, como en los cuartos de final en el reñido encuentro que los alemanes ganaron 1-0, dejó su huella.

Aquel último y célebre partido mundialista que disputó Berhalter aún sigue presente, cada vez que se ve el resumen fílmico del partido en Youtube; su potente cabezazo al marco defendido por el guardameta Oliver Kahn, que desvió con una clara mano sobre la línea de gol el defensa alemán Torsten Frings, sin que el árbitro escocés Hugh Dallas sancionara penal. Una infracción punible que hubiese podido concederles el empate; hoy sería inconcebible no sancionar con el apoyo y la obligatoriedad de la revisión VAR.
Su mayor recorrido como jugador profesional lo realizó en Europa. Allí jugó para los clubes holandeses PEC Zwolle, Sparta Rotterdam y SC Cambuur; en su tercera temporada en Europa recaló en el Crystal Palace de la liga inglesa en 2001. Aunque su periodo de mayor trascendencia profesional lo alcanzó en Alemania, siendo el capitán primero del Energie Cottbus y luego vistiendo la camiseta del 1860 Munich, equipos en los cuales se desempeñó durante siete temporadas.
En su vuelta al fútbol estadounidense para cerrar su carrera como jugador, eligió al LA Galaxy de Los Ángeles en 2009; allí compartió camerino con la máxima figura del club David Beckham, pero también dio un paso más en el objetivo en que venía enfocándose: curtirse como entrenador. A su función de jugador sumó la de entrenador asistente del equipo. En este doble rol alcanzó el título de la MLS en 2011, cerrando así su ciclo de jugador.
Su liderazgo y personalidad eran notorios, cimentó su formación como entrenador en Europa para acumular experiencia teórica y práctica en este campo, obtuvo la licencia de entrenador tipo A de la UEFA y agregó también a su currículo la licencia de entrenador Pro de la US Soccer.
En varias ocasiones ha comentado que para potenciar su experiencia se fijó y acumuló notas en sesiones de entrenamientos sobre táctica y juego posicional en Holanda; de la estructura defensiva en Inglaterra, y de aspectos sobre transición y finalización del juego en Alemania.
Su impulso como fuerte candidato para dirigir la selección mayor masculina de Estados Unidos se reforzó igualmente al considerar su función doble de entrenador y director deportivo del Columbus Crew SC., al cual llevó a disputar cuatro veces los playoffs de la Copa MLS, y las finales de la Copa MLS 2015 y de la Conferencia Este en 2017.
Regularmente accesible para la prensa, no buscó excusas para compartir la insatisfacción por los resultados obtenidos (empates 0-0 y 1-1) en los dos primeros partidos eliminatorios contra El Salvador y Canadá.
“Si soy aficionado, no estoy contento con dos puntos después de dos partidos; puedo entender la frustración... eso es completamente normal. Pero tienes que mirar el panorama completo. Esto es una maratón, no un sprint. No calificas en una ventana. Hay cinco semanas separadas para las que tienes la oportunidad de calificar”, apuntó.
Luego se explayó: “Puedo ver que son solo recuerdos del pasado, recuerdos de la última ronda de clasificación y la gente dice: 'Oh, estamos en la misma situación'. Puedo entenderlo completamente. Lo que yo diría es que este es un grupo diferente. Estamos enfocados en ganar juegos, estamos enfocados en sumar puntos. A veces tengo que recordarle a la gente que todavía no hemos perdido un juego”.
La victoria 4-1 sobre Honduras en el cierre de la primera jornada eliminatoria volvió a encender los ánimos, pero el fútbol suele a veces ser de puntos extremos. Apareció la opinión sensata y de peso del entrenador Bruce Arena, con quien Berhalter y Estados Unidos lograron resonantes éxitos como llegar a los cuartos de final del Mundial 2002 y dos Copa Oro, pero quien también estuvo en el banquillo del recordado partido ante Trinidad y Tobago que los dejó fuera del último mundial.
Preguntado en una entrevista sobre si creía posible que Estados Unidos pueda ganar un Mundial, Arena fue tajante: “Eso es una charla estúpida. ¿Estás hablando de ganar una Copa del Mundo? ¿No nos clasificamos (en 2018) y ahora vamos a ganar la Copa del Mundo? Creo en la forma en que el deporte ha crecido en nuestro país, en los jugadores jóvenes que tenemos, cuando juguemos en casa en 2026 y ojalá tengamos un buen sorteo y todo eso; Estados Unidos tendrá un equipo muy competitivo en 2026. El objetivo a corto plazo debería ser clasificar para el próximo mundial”.
Después de recibir en casa a Jamaica, el 7 de septiembre, la selección estadounidense dirigida por Gregg Berhalter tendrá su cita obligatoria con la Selección de Panamá en el estadio Rommel Fernández.
Del onceno canalero se espera que haga un encuentro a la altura del que le propuso y obtuvo ante la escuadra gringa en la eliminatoria para Rusia 2018, el 28 de marzo de 2017, bajo la conducción de Hernán 'Bolillo' Gómez; y no el de la noche de la derrota 3-2, del 15 de octubre de 2013, que en tres minutos catapultó sus aspiraciones de llegar al repechaje de Brasil 2014.
El 1-1 del 28 de marzo de 2017 marcó un punto de inflexión favorable. Es incuestionable que son dos selecciones diferentes, pero ahora, como en el pasado, Estados Unidos arriba favorito como siempre, lo avala no solo la percepción sino las estadísticas; pero también ahora, como en el pasado, está la expectativa de que Panamá sea ese equipo imprevisible que contra la corriente ha logrado resultados inesperados apoyado en un grupo irreverente de jugadores que pareciera estar motivado con la frase del poema de Antonio Machado, “caminante no hay camino, se hace camino al andar”, o parafraseándolo ¿se hace camino al sumar?