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- 13/11/2019 00:00
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Hay equipos que muchas veces garantizan la simpatía ajena. Incluso la ternura. Me refiero a esos equipos plenos de garra y energía, pero con mucha mala suerte, producto de sus arcas vacías. En 114 años han hecho cuanto esfuerzo para lograr un título y poseen una masa social más que respetable. Pero nada más. Esta pasada Copa Sudamericana, Colón de Santa Fe llegó con las esperanzas cargadas, pero una vez más tuvieron que irse con las manos vacías.
Nació en 1905 fundado por un grupo de niños que estudiaban en la escuela, y como estudiaban a Cristóbal Colón, se quedaron con ese nombre. Poco después le solicitaron al Gobernador de la provincia que fuese su presidente. Llegó a ser subcampeón argentino y subcampeón de la Copa Sudamericana y lo aceptó. Mucho después además lograría derrotar al enormísimo Santos de Pelé, lo cual le quedó como hazaña permanente.
Aunque también estuvo, muy cerca del desastre. En 1992 se aproximó peligrosamente a su propia extinción. Entonces estaba en segunda división y la quiebra excesivamente cerca. Y como fuera si fuera poco, en 2003 el río Salado inundó Santa Fe y dejó en estado ruinoso el Cementerio de los Elefantes, como le dicen al estadio desde la ya mencionada victoria sobre el Santos de Pelé. En 2011 se cansaron. Todos. Para empezar por los jugadores. Habían pasado por diversos entrenadores, sin jamás aproximarse a la solución. Algunos de mucho prestigio, como Pacho Maturana, el Tata Martino o Alfio Basile Y nada. Habían hecho todo lo posible. Fue entonces cuando creyeron encontrar a la culpable: nada menos que la Virgen de Guadalupe. Resulta que el antiguo técnico, Jorge Fosatti había obsequiado la imagen al club, aunque las imágenes religiosas no estaban permitidas.
Pero luego desapareció la imagen. Y peor aún, más adelante la encontraron en el fondo del río. Cuando se descubrió la imagen de la efigie, se armó un tremendo escándalo que incluía una denuncia penal al club “por robo calificado”, grafitis insultantes contra los jugadores, una misa en desagravio y la colocación de una nueva estatua de Guadalupe en el estadio. Nada cambió, Colón siguió en bajada hasta llegar a Segunda División en 2014 (aunque algunos dicen que fue la virgen que se estaba vengando).
La final de la Sudamericana que disputó el equipo sabalero se jugó en una sola cancha, en la capital paraguaya. De 40,000 espectadores, casi 35,000 eran de Colón. Un latido monstruoso e infatigable, que impulsó a los jugadores rojinegros, cada segundo del partido. No fue suficiente. Ahora, ya con la segunda Virgen de Guadalupe reinstalada en el Cementerio de los Elefantes, queda ahora por saber si, en el caso de un triunfo de Colón y su primer campeonato oficial, los hinchas le otorgarán la responsabilidad ganadora a la imagen religiosa.
El rival, el ecuatoriano Independiente del Valle, apenas trajo unos cuantos seguidores. Fue una primera señal de que se avecinaba algo muy negativo: un ambiente con demasiada fortuna.
Luego llegó la tormenta. Un temporal feroz que hizo detenerse el juego, a poco de comenzado. El juego se detuvo y la cancha quedó en perfecto estado para Independiente, rivales de Colón.
Perdieron 3-1. Aunque la hinchada de Colón causó admiración en todas partes. Mucha gente comentó el fenómeno Colón. El país futbolero se rindió a los pies de lo que hizo la gloriosa hinchada en Paraguay. Llegaron los elogios de varios lados y más allá de los canales o sitios deportivos, hasta los propios canales de noticias se hicieron eco del “Fenómeno Colón”. Pero no fue suficiente.