La lucha interminable

Actualizado
  • 04/06/2020 00:00
Creado
  • 04/06/2020 00:00
En ocasiones, el deporte se ve dignificado por sus practicantes, o incluso por sus dirigentes. Son momentos especiales en los que mucho más allá de gestas y resultados, de habilidades y polémicas, los protagonistas del mundo deportivo son capaces de manifestar solidaridad y empatía con los menos privilegiados, los perseguidos, los amenazados.

A veces el fútbol parece habitar una burbuja alejada de las realidades más acuciantes del mundo. Pero existen situaciones que revientan la burbuja y obligan a la reflexión y a la acción. El caso del asesinato de George Floyd por la policía estadounidense, es uno de esos casos. Y mientras las ciudades estadounidenses arden de indignación y fuego, y el Presidente de ese país azuza la polarización y los enfrentamientos, el mundo del fútbol opera como una modesta –aunque poderosa– caja de resonancia de esta crítica situación.

Cuatro jóvenes jugadores de la liga alemana manifestaron su posición antirracista este fin de semana. Un inglés (Jadon Sancho), un estadounidense (McKennie), un francés (Thuram) y un marroquí (Achraf Hakimi) dejaron de lado, al menos por un momento, sus respectivos estatus de jóvenes estrellas del deporte, para mostrar un rostro más esencial, solidario y humano. Los cuatro tienen orígenes en lugares permeados por diferentes niveles de racismo.

En un principio, la liga alemana advirtió que investigaría cada caso (existen normas que impiden a los jugadores mostrar mensajes políticos, religiosos o personales en sus indumentarias) y ejecutaría las sanciones que ameritasen. Pero algunos de los mayores directivos de la propia liga ya admitieron su solidaridad y comprensión hacia los jugadores.

La FIFA se manifestó también en defensa de los jugadores, sugiriendo a la liga alemana que no incurra en castigos o sanciones.

“La FIFA se ha expresado en repetidas ocasiones para estar resueltamente en contra del racismo y la discriminación de cualquier tipo y recientemente ha reforzado sus propias normas disciplinarias con el fin de ayudar a erradicar tales comportamientos”, prosigue la FIFA, que apunta que “ha promovido muchas campañas antirracistas que frecuentemente llevan el mensaje antirracista en los partidos organizados bajo sus propios auspicios”.

En todo caso, la gente en general mira con mayor credibilidad a los deportistas que a los dirigentes, los que habitualmente están envueltos en corruptelas y estrategias tramposas en el mundo entero.

Para aquellos que constantemente intentan deslindar la política del deporte, debemos recordarles que el deporte está entrelazado vitalmente con la política, al igual que el resto de actividades humanas.

El jugador Jadon Sancho protestó en contra de la discriminación.

Así, mientras las protestas se multiplican en cada ciudad estadounidense, el deporte alza su voz dignificada contra la violencia racista. Leyendas del baloncesto como Michael Jordan o Kareem Abdul Jabbar se han levantado como lúcidos y feroces portavoces del cambio.

En tiempos recientes, Colin Kaepernick se convirtió en el mayor símbolo del atleta comprometido con los cambios y la justicia social, al que le toca pagar un precio altísimo por su participación. En 2016 el quarterback de los San Francisco 49ers comenzó a arrodillarse durante el himno nacional previo a cada partido, para mostrar su protesta por la violencia policial contra los negros. Su principal enemigo fue Donald Trump, quien no descansó su efervescente máquina de twitear hasta no garantizar que a Kapernick no lo contratase ningún equipo. Sin embargo, el ejemplo luchador de Kapernick alimenta las luchas por el cambio, y se ha convertido en símbolo mundial. Basta ver las fotos en las prácticas de lunes y martes del Liverpool y Chelsea, equipos que se preparan para el retorno de la Premier League. En ellas, los jugadores del Liverpool se retrataron con una rodilla hincada a lo Kapernick, formando un círculo de unidad; mientras los del Chelsea formaban una H enorme, representando la palabra HUMANO.

Incluso Nike, empresa que tiene desarrollado un agudo sentido de sintonía con las masas, y que participa activamente en las luchas contra el racismo, ha generado un nuevo video en el que cambian su tradicional lema “Just Do It” por un inesperado “Don't Do It”.

En el video puedes leer: “Por una vez, 'no lo hagas'. No finjas que no hay un problema en Estados Unidos. No mires a otra parte. No aceptes que nos roben vidas inocentes. No pongas más excusas. No creas que esto no te afecta. No vuelvas a sentarte en silencio. No creas que tú no puedes ser parte del cambio. Seamos todos parte del cambio”.

Y ya que estamos hablando de fútbol y activismo social, me gustaría contarte la historia muy reciente de Keita Baldé y los jornaleros africanos que recogen fruta en Lleida (Cataluña, España). Luego de escuchar una cruda entrevista por Youtube, en la que un jornalero revelaba las atroces condiciones laborales a las que estaba sometido, Keita, jugador del Mónaco francés, decidió hacer algo al respecto. Nacido en España, de padres senegaleses, Keita se comprometió a pagarles casa, comida y vestimenta a 200 jornaleros durante los cuatro meses que dura la recogida. La tarea no resultó nada fácil. Sistemáticamente los dueños de viviendas, hoteleros y demás, se negaban a proporcionarles alojamiento, sin importar las garantías en los pagos.

Keita habló por las redes, diciendo: “No busco una guerra moral, social, de raza ni colores. Busco soluciones para ayudar a los temporeros. Estoy a su disposición para que tengan comida, hogar y algo de ropa. Vivimos en una sociedad complicada, pero nadie merece esa indiferencia en su propia vida. Es algo muy feo (...) Quería ayudar anónimamente, pero vista la situación que se está produciendo, he tenido que salir a la luz para conseguir encontrar un sitio donde meterlos”.

Finalmente, y después de mucho bregar, consiguieron un edificio de tres pisos para albergar a doscientos temporeros.

Seguramente, las complicaciones no han hecho más que comenzar. Así de tortuosos y entorpecidos pueden ser los caminos que conducen al cambio. Y como recordaba el propio futbolista, puede que las transformaciones tomen tiempo, retrocedan, se desvíen. Solo existe una clave en esta lucha, la misma de todas las luchas, por modestas que parezcan. No rendirse jamás.

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