Hípica, una industria que mueve las cuatro patas

Actualizado
  • 22/01/2018 01:05
Creado
  • 22/01/2018 01:05
Con 96 años de vida en Panamá, el espectáculo de las carreras de caballos involucra altos costos y ganancias muy limitadas

La industria hípica es solo para apasionados de este deporte, quienes asisten durante tres días (jueves, sábado y domingo), ya sea para divertirse, apostar, entrenar o montar.

En este deporte —que junta a todos los estratos sociales— no pueden faltar los propietarios de caballos.

Sin embargo, el espectáculo hípico va mucho más allá de apreciar los eventos en el hipódromo Presidente Remón, verlos por la televisión o estar frente a una ventanilla para realizar una apuesta.

La hípica tiene muchas cosas a su alrededor, que inciden en su desenvolvimiento en forma directa.

LO QUE NO SE VE

El doctor Monty Motta, de 51 años de edad, tiene actualmente 15 años de experiencia en la industria hípica nacional e internacional.

Su pasión empezó desde pequeño por su abuelo y tío abuelo, quienes eran propietarios de caballos.

El médico panameño, señaló que actualmente tiene diez caballos. Durante todo el año de 2017 ganó diez carreras y quedó en la posición número treinta en la estadística de propietarios.

Tener tres lustro dedicados a la hípica como propietario, le dan a Motta el conocimiento pleno de qué representa contar con un ejemplar de carreras en las mejores condiciones.

Comenta que cuando se tiene caballos de carreras es toda una logística que va desde la compra hasta el día que debutan en la pista.

El sistema no es complicado en sí, pero requiere de algunas cosas puntuales. A la hora de comprar caballos, el propietario acude a las subastas, tanto en Panamá como en los Estados Unidos, principalmente, y las mismas pueden variar dependiendo de la subasta donde te encuentres.

‘Los precios de los ejemplares pueden ir desde los mil dólares en adelante; incluso en los Estados Unidos, hay caballos que llegan a costar millones de dólares', comentó Motta quien cursó estudios en la Universidad Autónoma de Guadalajara.

Motta viaja generalmente con su amigo y homólogo Francisco Sánchez y el entrenador David Yau, quienes son parte de su equipo de trabajo y lo ayudan a escoger un buen caballo y a realizar una buena compra, ya que son conocedores del mundo hípico.

Una vez se cierra la compra del caballo en el extranjero, se anexan los gastos de importación del ejemplar a Panamá, que es de aproximadamente 4 mil dólares, si se trata de varios animales. Cuando es un caballo, es más costoso el importe.

Una vez el ejemplar llega a Panamá, comienza otro proceso.

Hay que alojarlo en una pesebrera, alimentarlo, tratar su estado físico, vigilar su peso y proceder a corregir cualquier situación de crianza, es decir, se consigue a una persona que lo dome. Ese solo proceso de amansamiento del animal ronda los 450 dólares.

Después de varios meses de trabajo, llega el momento en que el caballo hace su estreno sobre la pista del hipódromo Presidente Remón.

Esta es otra parte de la industria hípica.

Detrás de una carrera de caballo, hay muchas personas empleadas, por ejemplo: el veterinario, el herrero, el groom (el que lo baña y cuida), el jinete, el entrenador que influye en un 50% del rendimiento del caballo, estas son algunas de las tantas personas que se ven involucradas en la hípica.

Motta señala que con todos estos elementos ‘sin duda tener caballos es costoso y no es rentable, pero, él es apasionado por el mundo de la hípica ya que lo lleva en la sangre'.

Otra persona profundamente involucrada en el espectáculo de las carreras de caballos es Bartolomé Mafla Herrera, quien es dueño de caballos desde que tenía 18 años.

Cuenta con 35 años de experiencia en la hípica nacional e internacional, y al igual que Monty Motta, coincide de que no es rentable tener caballos, aunque para él es algo más que un entretenimiento, pues es dueño de 21 caballos en la actualidad, de los cuales en este momento solo dos caballos le están dando victorias.

‘El mantenimiento de los caballos se cotiza alrededor de los 500 dólares mensuales, lo cual es bastante costoso', destaca Mafla Herrera, quien a pesar de los costos, ha tenido una de sus experiencias más emblemáticas como propietario, cuando obtuvo la victoria con su caballo ‘Galanteo' en el clásico Navidad, corrido en el año 2000, y la representación que logró con este ejemplares en el Clásico Internacional del Caribe.

Mafla Herrera también incursiona en el rol de criador en la Finca San Bartolo, de su propiedad, donde acaba de incorporar al ejemplar estadounidense ‘King Rontos' como uno de sus reproductores.

EL JINETE

Con 22 años de edad, Luis Batista ya es un profesional como jinete y se abre paso en una de las carreras más exigentes en el deporte mundial.

Batista empezó en la actividad como jinete desde los 16 años.

‘Como jinete es importante mantenerse físicamente, yo camino 45 minutos, 3 o 4 veces a la semana, no llevó ningún régimen de ejercicios en particular. Afortunadamente, no tengo problemas con el peso de montar, como bien sin abusos', explicó.

Pero todo cambia cuando llega el momento de la competencia, debe cuidarse mucho de lo que come.

‘A veces solo tomo líquidos y ayuno. Así mantengo el peso', comentó.

Conseguir un peso mínimo (116 libras) antes de la carrera es esencial para Luis, ya que lo ayudan a obtener buenos resultados; el caballo es mucho más rápido a la hora de correr y eso es una gran ventaja, si no se logra, afecta mucho al caballo y a él como jinete también.

Asegura además que todo es cuestión de disciplina y saber prepararse.

Todo este sacrificio tiene una recompensa en el aspecto económico, sin embargo, un jinete no tiene un contrato permanente con un solo propietario, trabaja para varios dueños, monta distintos ejemplares, algunos con buenas oportunidades de ganar y otros con menos opciones.

‘A los jinetes se les contrata por la elección que realiza el propietario del caballo' comenta el joven jinete.

También depende de la bolsa por la cual el esté corriendo, pero por lo general en las carreras los jinetes se llevan solo el 10% del monto del premio por una carrera ganada, además del pago por la monta.

‘Cuando ganas una carrera, ganas dinero. Lo compartes con el agente de montas, quien lleva mi libro de trabajo, consigue mis montas y se gana un porcentaje, además del valet, quien se encarga de que todas mis cosas, mantiene mis botas limpias y me ayuda a llevar la montura cuando termina la carrera. Todos dependemos de que me vaya bien, si es así, a ellos también les va bien', comentó.

Todo este engranaje se mueve alrededor de un caballo de carreras.

El público que apuesta es quien sostiene el espectáculo, pero para que se produzcan las apuestas, las carreras deben ser atractivas.

Lo mostrado apenas es una parte pequeña del intrínseco mundo de la hípica panameña, con sus características muy particulares.

‘La hípica es un mundo donde es posible ver todas las clases sociales juntas, siendo un espectáculo sin igual, por su gran emoción'

BARTOLOMÉ MAFLA H,

DUEÑO Y CRIADOR

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