Obamacare falla —para todos

Actualizado
  • 26/10/2013 02:00
Creado
  • 26/10/2013 02:00
La Ley de Asistencia Médica Asequible (ACA, por sus siglas en inglés) también llamada Obamacare, pone de manifiesto cálculos errados tan...

La Ley de Asistencia Médica Asequible (ACA, por sus siglas en inglés) también llamada Obamacare, pone de manifiesto cálculos errados tanto del presidente como de sus adversarios republicanos. Sin duda, Barack Obama imaginó que lograr un seguro médico casi ‘universal’ le garantizaría su legado. Lo convertiría en el heredero liberal de Franklin Roosevelt y Lyndon Johnson. Olvídenlo. Incluso si Obamacare funcionara perfectamente —lo que ahora parece ser un chiste— es una iniciativa demasiado pequeña para estar a la altura del New Deal o de la Great Society. Mientras tanto, los republicanos dicen que Obamacare es una amenaza para la libertad y que conducirá a una ‘toma’ federal de la asistencia médica. Esa afirmación es una ficción que, perseguida fanáticamente con políticas que arriesgan la anarquía, le ha ganando, al Partido Republicano, una merecida reacción negativa por parte de la población.

Como saben los lectores de esta columna, no soy ningún defensor de Obamacare. Antes de que se introdujera, opiné en contra del plan. Sería divisivo, sostuve. Justo cuando el país —tras sufrir un colapso económico— necesitaba reconstruir su confianza, el plan la subvertiría. Más tarde, objeté que no se había hecho lo suficiente para controlar los desenfrenados gastos de salud. Finalmente, me inquietaba que los costos de la ACA y sus complejidades disuadieran, a algunas empresas, de contratar personal. Aún sostengo todas estas críticas.

No creo, sin embargo, en los mitos interesados de liberales y conservadores. En su mundo, defender o destruir Obamacare se ha convertido en la decisión política definitoria de nuestro tiempo. Los argumentos partidistas están desconectados de las realidades de la asistencia médica. Para ver por qué, examinemos esos mitos.

Comencemos con la variedad conservadora, que nos trajo el cierre (parcial) del gobierno y el enfrentamiento del techo de la deuda. Los conservadores temen que una vez que los ciudadanos comiencen a recibir subsidios para el seguro, se vuelvan adictos a su nuevo ‘entitlement’. Se acabó el partido. El gobierno administra la asistencia médica. El problema es que ese partido se acabó hace décadas. Los gobiernos pagan ahora casi la mitad de todos los costos de la salud, principalmente por medio de Medicare y Medicaid. El gobierno también subsidia la asistencia médica mediante el código fiscal, al no contar el seguro pagado por el empleador como ingreso gravable.

La asistencia médica en Estados Unidos es una mezcla confusa de intervención gubernamental y mercados privados. Los médicos, hospitales, empresas de fármacos y fabricantes de instrumentos médicos existen principalmente en el mercado. El gobierno los regula y les paga. El sistema tiene defectos. Hay derroche. Sin embargo, los conflictos son un reflejo de la confusa opinión pública: los norteamericanos rechazan la ‘medicina socializada’, pero creen que la asistencia médica es un ‘derecho’. A pesar de más subsidios y regulaciones, Obamacare perpetúa ese borroso sistema en que el poder se comparte pública y privadamente.

¿Reduciría, la revocación de Obamacare, el déficit presupuestario, como esperan muchos conservadores? Probablemente, no. Es cierto, se estima que el costo del programa alcanzará 2 billones de dólares en una década. Pero esa suma quedaría ampliamente contrarrestada por los aumentos fiscales y tasas más bajas de reembolso de Medicare. Si eso también se revocara, los déficits podrían elevarse levemente, proyecta la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés).

Finalmente, los puestos de trabajo. En esto, los conservadores tienen razón. La ACA puede ser la causa de que las empresas limiten su contratación de personal o recorten horas para evadir el requisito de la ley de proporcionar seguro médico. (La ley exime a empresas con menos de 50 operarios a tiempo completo; tiempo completo es una semana de 30 o más horas semanales). La exigencia de la línea dura de ‘desfinanciar’ Obamacare podría haber obligado al gobierno a no pagar sus cuentas. La probable crisis económica y desempleo resultantes de esa situación hubieran eclipsado de lejos las pérdidas de empleo de la ACA.

Ahora, algunos mitos liberales. Para comenzar, Obamacare no logrará una cobertura universal. La CBO calcula que habría 31 millones de no-asegurados en 2023, un descenso de 55 millones en 2013. Las cifras de la CBO muestran por qué Obamacare no está en la misma liga que el New Deal o la Great Society. En 2023, la ACA subsidiaría o proporcionaría seguro a 32 millones de norteamericanos. Comparemos eso con el legado de la Great Society: unos 100 millones de beneficiarios de Medicare y Medicaid juntos. O con el legado del New Deal: 56 millones de beneficiarios del Seguro Social.

Se supone que con Obamacare el seguro será más asequible. Pero en realidad no lo será. Los costos de la salud simplemente se desplazan. Subsidiar el seguro para algunos significa elevar los impuestos para otros, recortar programas o aceptar mayores déficits. Sólo la reducción de los costos o el incremento en la eficiencia puede hacer que la asistencia médica sea más asequible.

El principal atractivo para la venta de Obamacare —que siempre se implica y algunas veces se declara— es que el seguro médico hace que la población sea más saludable. Los que no tienen cobertura no obtienen asistencia médica y están más enfermos. Parece una razón persuasiva, pero quizás sea sólo una expresión de deseos. El vínculo entre el seguro y la salud es indefinido, porque muchos no-asegurados son sanos, algunos reciben asistencia médica y algunas enfermedades se resisten a la asistencia médica. Un estudio reciente de dos grupos similares en Oregon —uno con Medicaid, y otro sin— halló pocas diferencias en la salud. La depresión fue la mayor excepción; los que tenían Medicaid salieron mejor parados. Más que nada, el seguro de salud provee tranquilidad mental.

A menudo se presenta la lucha por Obamacare como una competición deportiva. Un lado gana, el otro pierde. En realidad, los dos pueden perder. Los republicanos ya han sido criticados por su mala conducta en cuanto al presupuesto. La preocupación de Obama por su legado ha creado más conflicto que consenso. Ahora nos llegan esos bochornosos problemas con el sitio web. Cada vez más, Obamacare les está fallando a todos.

LA COLUMNA DE ROBERT J. SAMUELSON

Lo Nuevo
comments powered by Disqus