El problema con la ‘informatitis aguda’
La era de la información trajo consigo nuevas enfermedades. Receta para mantener la cordura
Hace casi diez años escribí un artículo con este título. Para aquel entonces estaba agobiado por un elevado volumen de correos electrónicos que recibía, y que por más que me dedicaba a leer y responder seguían acumulándose. Han pasado años y los correos electrónicos siguen ocupando gran parte de mi tiempo, pero ahora, debo leer las notificaciones de los medios sociales (Facebook, Twitter, Google+ y LinkedIn), mensajes de chat (Blackberry, Whatsapp y Telegram) y SMS, que no dejan de llegar. Como si no fuera suficiente, la respuesta debe ser inmediata.
Estamos en la ‘era de la información’ y eso hace que recibamos a diario cantidades de información que lucen insospechadas para un habitante ilustrado de la antigua Grecia, o para nosotros mismos, hace apenas veinte años. Creo que las ventajas son fácilmente identificables. No obstante, el problema viene cuando estos volúmenes de información se convierten en el caldo de cultivo de la informatitis aguda. Con este término me refiero a esa dolencia que nos aqueja cuando el exceso de información se nos convierte en un problema. Estamos hablando de una serie de síntomas no excluyentes ni exhaustivos, como los siguientes:
1. Dolor de cabeza y ojos por pasar muchas horas leyendo (peor si es enfrente de un monitor o en la noche).
2. Parálisis a la hora de asimilar tanta información. Síndrome del: ¿y ahora por dónde comienzo?
3. Sensación de ansiedad por la información que se acumula y cuyo inventario crece como una función exponencial.
Si bien no soy médico, y no es recomendable automedicarse, les menciono algunas medidas que pueden amainar esta terrible dolencia del siglo XXI:
1. Limitar tiempo de lectura en papel o digital, para evitar el agotamiento excesivo de los ojos. El uso de audiobooks y Podcast son excelentes alternativas.
2. Aplicar uno de los siete hábitos de la gente altamente eficaz: "primero lo primero’, con la idea de discriminar el tipo de contenidos que debemos revisar, y descartar información que no nos interesa.
3. Tomarlo con calma, pensando que nuestros padres y más aun nuestros abuelos vivieron felices con menos información. Truco: archivar la información en digital pensando ilusoriamente que se leerá después puede ayudar.
Si aplicando estas medidas no mejoran, les recomiendo que acudan a un especialista.
Los invito a comentar este artículo o a enviarme sugerencias para próximos artículos a través de carlos.jimenez@datanalisis.com o de @carlosjimenez en Twitter.
DIRECTOR DE DATANALISIS
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