‘Los panameños comemos mal', advierte Rafael Carles

Actualizado
  • 30/03/2017 02:02
Creado
  • 30/03/2017 02:02
Es decir, dos de cada tres panameños tienen problemas de peso

Los panameños comemos mal, contestó, de forma sincera y directa Rafael Carles, miembro de la directiva de la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá desde el año 2007. La Estrella de Panamá conversó con el empresario de cara a la situación que enfrenta la industria de alimentos y el rol que juega la Cámara en el futuro de la alimentación en Panamá.

¿CUÁL ES EL ESTADO DE LA ALIMENTACIÓN EN PANAMÁ?

¡Pésimo! Los panameños comemos mal y esto se refleja en las cifras oficiales del Ministerio de Salud, que revelan que 35% de la población se encuentra en estado de sobrepeso y 28% en estado de obesidad. Es decir, dos de cada tres panameños tienen problemas de peso. Y más preocupante aún son las estadísticas de sobrepeso y obesidad en los niños: 15% en menores de 5 años, 30% en niños entre 5 y 9 años y 32% en niños entre 10 y 17 años. Las personas con problemas de sobrepeso y obesidad tienen más probabilidades de desarrollar hipertensión, diabetes, algunos tipos de cáncer, trastornos osteomusculares y discapacidad. De allí la urgencia que tenemos como industria de desarrollar medidas para mejorar la alimentación y trabajar para frenar cualquier aumento de la obesidad.

¿CÓMO PUEDE LA INDUSTRIA DE ALIMENTOS REVERTIR LA TENDENCIA MUNDIAL DE LA OBESIDAD?

Es muy sencillo. La industria tiene la obligación de reducir el contenido de grasas saturadas, azúcar y sal en los alimentos procesados, y asegurar la disponibilidad de opciones saludables y nutritivas a precios asequibles para todos los consumidores, en especial los niños en edad escolar. Frente a esta crisis de salud pública, los empresarios tenemos la responsabilidad de cambiar el paradigma y comenzar a pensar más en términos del bienestar de la población que de nuestros intereses particulares. Una acción inmediata sería, por ejemplo, la suspensión de cualquier promoción de productos que no son nutritivos dirigidos a los niños.

¿QUÉ PAPEL JUEGAN LAS AUTORIDADES Y EL GOBIERNO?

Toda mi vida he fomentado las libertades económicas, el libre comercio y la competencia como mecanismo regulatorio del mercado. Pero frente al problema de la obesidad y del abuso evidente de la industria mundial de alimentos, la función del Gobierno es vital. Para comenzar, las autoridades tienen que cambiar el enfoque de sus políticas de subsidio y apuntar más a ayudar a los productores de frutas y vegetales que a los fabricantes de salchichas y comidas hiperprocesadas. Cada vez que el Gobierno apoya a los productores de frutas y vegetales, aporta en la reducción de enfermedades. No hay duda que la intervención del Ministerio de Salud y la regulación de la venta de comida malsana frenará la obesidad, como ha sido el caso en otros países, donde se puede demostrar una mejoría en las escuelas cuando se cambia el consumo de productos hipercalóricos por la ingesta de frutas y vegetales.

COMO MIEMBRO DE LA CÁMARA DE COMERCIO, ¿CUÁLES HAN SIDO SUS APORTES?

Desde la tribuna gremial hemos promovido la alimentación saludable en cada una de nuestras participaciones. Es obvio que nuestra posición es diametralmente opuesta a la gran mayoría de los agremiados, pero siento que es mi deber el crear conciencia en la comunidad empresarial para impulsar la producción de alimentos que promueven salud y previenen enfermedades. Por eso, de una manera ética y moralmente justificada, seguiré propiciando dentro de la Cámara un ambiente donde busquemos mayor responsabilidad empresarial y mayor sensibilidad humana para aumentar la producción de alimentos que contengan menos sal, menos grasas saturadas y menos azúcar. Para mí, ya esto no es un asunto meramente gremial, sino que se ha convertido en un tema de salud pública mundial y que afecta la política económica nacional. Si seguimos, como país y como industria, produciendo alimentos dañinos, al final tendremos un país enfermo e improductivo. La principal causa de muertes en Panamá es por enfermedades crónicas y todos los años gastamos más de 600 millones de dólares en tratamientos y cuidados de pacientes con diabetes. Si pudiéramos invertir aunque sea 1% de esa suma en educación y prevención, estaríamos dando pasos importantes para convertirnos en un país saludable.

¿QUÉ PLANES TIENE PARA EL FUTURO ?

Seguiré fomentando proyectos de ley para incentivar la agroindustria y aumentar el consumo nacional de frutas y vegetales. Igualmente, buscaré mecanismos para que las empresas dediquen más recursos a producir o importar alimentos nutritivos.

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