Déficit y crecimiento económico, ¿relación positiva o negativa?

Actualizado
  • 16/06/2018 02:03
Creado
  • 16/06/2018 02:03
Un déficit presupuestario no debe de interpretarse bajo el concepto negativo de que si los gastos (egresos) exceden los ingresos, una economía en particular está estrictamente bajo altos niveles de riesgo de insolvencia e incumplimiento de servicio de su deuda

El desarrollo económico da lugar a crecimiento económico, y para que este último ocurra se requiere del establecimiento de sistemas y procesos administrativos eficientes con relación a los recursos financieros del Estado, tanto generados bajo el concepto de ingreso como recibidos bajo el concepto de capital por parte de organismos multilaterales que otorgan financiamiento, inversionistas en deuda pública del Estado, entre otros.

Una de las herramientas establecidas para el manejo eficiente de los recursos financieros del Estado es el presupuesto, empleado a nivel mundial por diversas economías avanzadas, emergentes y en desarrollo, con el fin de evitar el uso excesivo de los recursos de manera inapropiada e ineficiente, satisfaciendo así las necesidades y demandas de diversos sectores considerados pilar para la estabilidad económica con el último beneficio de la sociedad en común.

Pero si los presupuestos tienen como objetivo el definir planes sobre el uso de los recursos financieros con el fin de controlar los sobregastos, ¿por qué hay una tendencia al déficit incluso en las economías más sólidas a nivel mundial?

En este contexto, académicos citan las afirmaciones de diversas escuelas económicas sobre la correlación que existe entre las variables desarrollo económico y déficit presupuestario. Con alusión a Keynes, este indica que existe una correlación positiva entre ambas variables mientras la corriente neoclásica indica una relación inversa.

La primera afirmación la podemos enmarcar en la idea de que si no existe apoyo financiero no se proporcionan los medios requeridos para el crecimiento económico, es decir las sociedades no contarían con sistemas de educación, salud, comunicación, entre otros, que son necesarios para el desarrollo del capital humano. La afirmación neoclásica la podríamos ubicar en un contexto donde los recursos se manejan de manera ineficiente, por ende, un déficit sin resultados notables y definibles como positivos no pueden justificarse.

En base a la situación económica actual que se vive a nivel mundial en cuanto a crecimiento, luego de los años de depresión tras las crisis financieras 2007-2008, diversas economías avanzadas apuntan hacia la afirmación de Keynes. Por ejemplo, entre las economías más endeudadas con relación a porcentaje de su Producto Interno Bruto (PIB) ubicamos a Japón 253%PIB, Estados Unidos (EE.UU.) 119%PIB, Singapur 112%PIB, Bélgica 102%PIB y Canadá 101%PIB (cifras citadas del sitio tradingeconomics.com, 2018).

Estas cinco economías tienen en común la fortaleza de sus mercados que, independientemente de que han estado expuestos a riesgos de desestabilización como resultado de factores exógenos y endógenos, han logrado mantener niveles de desarrollo —y, por ende, crecimiento— que vemos reflejados en la prosperidad y educación de una gran parte de la sociedad en cada una de ellas, así como en el aporte e influencia en la economía mundial.

Para el cierre del período 2017, estas economías reportaron un crecimiento económico que oscila entre los 0.3%-2.6% PIB, por lo cual podemos deducir que un déficit presupuestario no debe de interpretarse bajo el concepto negativo de que si los gastos (egresos) exceden los ingresos, una economía en particular está estrictamente bajo altos niveles de riesgo de insolvencia e incumplimiento de servicio de su deuda.

Por ende, el déficit es un concepto que debe de ser estudiado en conjunto con otras medidas que representan la salud financiera de una economía en particular, como lo es el desarrollo y productividad de los sectores y proyectos no financieros a los cuales han sido destinados los recursos, así como las variaciones porcentuales del PIB entre períodos.

En Informe denominado Panorama Fiscal Latino América y El Caribe (CEPAL, 2017), a nivel de la región América Latina (AL) se reporta un promedio déficit fiscal persistente entre el 2015-2016 de 3.0%, el cual comparado al reporte 2018 de este mismo informe, reporta una mejora de baja del déficit promedio de aproximadamente 1.1% para el período 2017, registrándose 1.9%. Esta mejora del promedio es atribuible en gran parte a la consolidación fiscal con enfoque en disminución de gastos aplicada por ciertas economías de la región que conlleva a una administración más eficiente de recurso.

En conjunto con el déficit, los niveles de deuda pública deben ser considerados, ya que como se menciona previamente es una fuente de capital. Entre los 10 países de AL que mantienen el mayor nivel de deuda pública bruta clasifican Brasil 74%PIB, Argentina 53.7% y Costa Rica 49%PIB. De los 18 países contemplados en el informe, Panamá se ubica en la posición 8 con un 39%PIB (LAC: Central government gross public debt, CEPAL 2018). En cuanto a los balances fiscales, Panamá reporta una mejora entre el período 2015 (4.3%) y 2016 (3.9%).

Como las cifras reportadas lo demuestran, Panamá se ubica entre los países con mayores índices con relación a deuda pública y déficit, pero también, como lo reiteran organismos internacionales, destaca entre los países con mayor crecimiento económico de la región y mayor potencial en cuanto al mismo, situación compartida con Costa Rica y Brasil.

Por ende, podríamos deducir que las afirmaciones de Keynes en cuanto a la relación positiva entre desarrollo económico y déficit son justificables nuevamente ahora desde el punto de vista de nuestra economía local y regional, deduciendo que estas cifras con relación a deuda y déficit no son 100% indicadores de una pobre salud financiera.

No obstante, se debe prestar atención a las inquietudes en cuanto a temas de equidad y desigualdad social reflejados en los índices de pobreza, falta de educación y una población tanto urbana como rural que no tienen acceso a una serie de servicios públicos para gozar de una calidad de vida considerablemente aceptable. Por ende, se pone en duda la eficiencia con la que se contraen obligaciones, se emplea los recursos y se promueve el desarrollo y crecimiento económico.

En base a los informes con relación a los presupuestos anuales emitidos por las instituciones locales (Informe de Ejecución del Programa de Inversiones Públicas No Financieras, Panamá), podemos distinguir que a nivel local entre el período 2015-2017 los sectores a los cuales se destina una mayor parte del presupuesto destacan transporte (+25%), salud (+15%), educación y cultura (+16%), trabajo y bienestar social (+10%), los últimos tres enfocados en el desarrollo y bienestar de las personas con miras a que la sociedad cuente con capital humano que impulse el desarrollo económico. Entre estos cuatro sectores se ubica aproximadamente 56% del presupuesto con relación a los sectores no financieros (cifras obtenidas de Informes de Ejecución Del Programa de Inversiones Públicas No Financieras).

Pero si se hace un contraste con la realidad, actualmente se continúan reportando persistentes niveles de pobreza, desigualdad y una población no económicamente activa sin educación que no parece estar acorde con las ejecuciones de las sumas destinadas a estos sectores. Acorde al Panorama General de Panamá reportado por el Banco Mundial, los índices de pobreza mejoran ubicándose bajo 4% en las zonas urbanas, pero en las áreas rurales, cuya población en su mayor parte es de origen indígena, se reporta alrededor de un 27%.

Aunado a la pobreza, la falta de acceso al agua y al saneamiento continúan siendo una limitación incrementando así la exposición a temas de salud. Por otro lado, las tasas de Población Económicamente Activa (PEA), que incluye personas ocupadas como desocupadas, según cifras más recientes publicadas por el Instituto de Estadística y Censo (INEC) Panamá (consulta online, agosto 2017), 64% de la población clasifica como PEA (1,902,477), pero solo 93% de la PEA registra ocupación. Las tasas de desocupación aumentan un 0.6% para mediado del 2017 en comparación uniforme al período 2016.

La evaluación de la administración de los recursos financieros y qué tan eficiente es la implementación de los planes de proyecto contemplando el logro de los objetivos planteados, es trascendental para la evaluación del déficit y determinación sobre hasta qué extensión este podría considerarse como justificable para desarrollo y crecimiento económico sostenible a largo plazo. Los gastos sin justificación en base a resultados que aporten al bienestar de la sociedad en común deberían de ser reevaluados, así como la aplicación de consolidación fiscal.

FICHA

La autora conduce el segmento ‘Su ventana financiera' en @Estrellaonline

Nombre completo: Laritza del Rosario Lezcano Navarro

Ocupación: Consultora Financiera

Resumen de su carrera: Master en Inversiones y Finanzas y Diplomado de Economía y Finanzas de la Universidad Queen Mary University of London. Licenciatura en Contabilidad, Banca y Finanzas de la Universidad Santa María La Antigua de Panamá. Experiencia laboral en auditoría comercial, análisis financiero e implementación de análisis cuantitativo.

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