'La deuda es sostenible solo en el contexto de una economía en crecimiento'

Actualizado
  • 12/12/2019 00:00
Creado
  • 12/12/2019 00:00
El economista argentino Lucas Pussetto plantea que los gobiernos deberían aplicar políticas económicas contracíclicas en lugar de procíclicas; es decir, aumentar el gasto público cuando hay recesión, y no al revés

La región vive tiempos convulsos. Los países que encabezan las estadísticas macroeconómicas de los organismos internacionales están en ebullición social. Lucas Pussetto, economista argentino y director académico del Instituto de Investigación y Educación Económica de Buenos Aires, Argentina, quien estuvo en Panamá como docente de la Escuela de Gobierno de ADEN University, pone la lupa y analiza el escenario actual.

Lucas Pussetto, economista
Economía: ¿es una cuestión de enfoque? ¿Qué no nos dicen los medios?

Hay un análisis razonable en los medios, pero publican lo que es el resultado y no se preocupan demasiado por entender qué generan los resultados que muestran. Hay poco análisis para tratar de entender por qué pasa lo que está pasando en Estados Unidos o en Europa, donde las derechas extremas están volviendo a tomar el gobierno. Hay que profundizar bastante más.

Esta dependencia de asociar el crecimiento de un país al del PIB, ¿es un modelo caducado, como plantea Stiglitz?

Respetando mucho a Stiglitz, me parece que es un problema un poco más complejo. Para tomar decisiones en políticas económicas, necesitamos algún tipo de indicador. El objetivo de la economía es muy simple: es lograr el bienestar de la población, medido de diversas formas. El ingreso es uno de ellos. Si crece el ingreso, crece, en consecuencia, la economía. Bajo este supuesto, mayor ingreso, mayor crecimiento, mayor bienestar. Pero puede ocurrir que no necesariamente mayor ingreso y crecimiento redunde en mayor bienestar, y aquí es donde se empieza a generar ruido. Hay varios países donde se ven buenos datos de crecimiento económico, pero no se ve la mejora que uno esperaría en indicadores sociales. Por eso surge un desencanto y voces como la de Stiglitz. Pienso que, efectivamente, con el crecimiento del PIB no alcanza, pero creo que tampoco hay que quitarle importancia porque, hoy por hoy, es lo que mejor mide. Hay que actualizarlo y complementarlo, porque está bien diseñado para medir los productos tangibles, pero bastante mal diseñado para medir los productos intangibles y hoy la economía se mueve más por la parte intangible.

La dolarización, ¿es una bendición o una maldición en estos momentos?

La dolarización tiene ventajas y desventajas, como todo en la economía; al igual que determinadas políticas económicas, son buenas en algunos momentos y en otros, no. La dolarización garantiza eliminar la inflación y genera estabilidad y previsibilidad económica. La parte negativa es que si se tiene una economía muy volátil o que depende sustancialmente de la exportación de un commodity, Ecuador por ejemplo , se ven muy afectadas cuando el precio del commodity cae. En ese momento, el gobierno se queda casi sin herramientas para reactivar la economía. En una recesión, el que tiene que gastar es el Estado, porque la inversión privada se contrae. Y solo ese gasto público puede no alcanzar para sacar a la economía de la recesión, se necesita política monetaria y política cambiara, como puede ser una devaluación. Entonces, la economía dolarizada renuncia a dos de las tres políticas económicas, la monetaria y la cambiaria, y solo le queda la fiscal. ¿Es bueno o es malo? Depende del contexto, de la situación y del país.

Economía e inversiones atadas a un gobierno de turno, ¿qué tan saludable es?

Lo ideal es que hayan políticas económicas de Estado que se mantengan en el tiempo y que sean independientes del signo del partido que gobierna. Una economía que cada cuatro años cambia las reglas del juego para un lado y para el otro, es una economía complicada. De esa manera difícilmente logrará captar inversiones, crecimiento sostenible.

Las asociaciones público-privadas (APP)... ¿cómo ve este 'matrimonio' entre el gobierno y la empresa privada, en una región donde la corrupción parece estar impregnada?

Las APP, como le llaman acá, o articulación público-privada, como le llaman en otros países, es un concepto bastante más amplio en cuanto a su significado del que normalmente le damos. Tiene que ver con toda actividad donde confluyan lo público y lo privado. Eso se enmarca dentro de un término que se llama gobernanza colaborativa, donde ya no se reserva la gobernanza solo al gobierno, sino que el sector privado tiene alguna injerencia. Las APP son una aplicación de este concepto más amplio y usualmente se concretan en obras públicas. Es algo muy distinto a la privatización, que ya en América Latina la hemos probado y no ha generado los resultados que se esperaban. También tenemos casos de fracasos en que el gobierno toma todo el control y en muchos casos quedan siendo empresas estatales totalmente ineficientes. El problema es que los criterios del sector público no están normalmente asociados a la rentabilidad, y eso puede ser una excusa para que el funcionamiento no sea el ideal. El sector privado actúa por incentivo, por lo que nunca va a desarrollar una actividad si no ve una rentabilidad en ella. Ninguno de los dos extremos funciona bien, porque una empresa pública que no se preocupe por la eficiencia y un sector privado que solo se preocupe por la rentabilidad son muy antagónicos. Por eso la asociación público-privada combina ese afán por ser más eficiente, la necesidad de tener rentabilidad y la visión global del gobierno.

Algo no está funcionando en la región, a propósito de las protestas en varios países, ¿cuál es su lectura?

El problema es mucho más complejo de lo que vemos y no podemos llegar a conclusiones rápidas. Economías como la chilena y la colombiana, junto con Perú y Uruguay, venían mostrando números macroeconómicos buenos. Panamá también, hace 25 años que no ha tenido contracción del crecimiento. Es una economía que crece, desempleo bajo, que no tiene inflación. Esos países lograron estabilizar su macroeconomía. Ahora, ¿a dónde va a parar ese crecimiento? Hay que ver otros indicadores. La pobreza venía disminuyendo en la región, pero hace unos cinco años esa disminución se detuvo. No aumentó, pero dejó de disminuir. La distribución del ingreso en América Latina, que es muy notable, también se detuvo. La situación hoy es mejor que hace 30 años, pero solo con crecimiento no alcanza y en algunos casos, las disminuciones se están empezando a revertir. Eso genera ruido y la gente tiene más herramientas para manifestarse. Y no solo está pasando acá, sino en buena parte del mundo, hasta en economías ricas. La distribución del ingreso está empeorando. En Estados Unidos, por ejemplo, hace 30 años, el 10% más rico acumulaba el 15% del ingreso total y hoy va camino a tener un 35% del ingreso total. Buenos números macros que no repercutieron en una mejora del bienestar.

El librito del FMI, ¿caducó el modelo?

La metodología del FMI ya no funciona. Cuando crearon la fórmula en el consenso de Washington, hablaban de desregular la economía, reducir el tamaño del Estado, superávit fiscal, privatización, apertura comercial y apertura de los flujos comerciales. Y venían a la región con ese librito. Pienso que hoy las recomendaciones deberían estar más basadas en casuística, porque lo que funcione en Colombia puede no funcionar en Ecuador. Un país no puede aplicar esos criterios sin considerar la historia, la región, las conexiones de ese país, etc.

Exenciones fiscales para los inversionistas  y más impuestos al consumo y la clase media ¿Necesita la región una reforma fiscal?

Probablemente sí, pero hay que ver caso por caso. Los sistemas tributarios siempre se pueden mejorar y tienen que ser dinámicos. Hoy tenemos una economía más basada en servicios que en industria y los esquemas tributarios deben adaptarse. El problema en la región es que los países tienen una economía subterránea muy alta, entonces la base imponible es reducida. Habría que ver si en la región el principal problema es que la presión tributaria es muy alta o es que no tenemos una base imponible. El foco debería estar puesto en que paguen impuesto todos los que tienen que pagar; porque hacer una reforma tributaria sin resolver la economía subterránea es postergar el problema.

Deuda en América Latina, ¿una olla de presión?
Análisis del economista

La región hizo un avance muy significativo para reducir la deuda y lo logró durante varios años, sobre todo durante la década del 2000. Pero en los últimos cinco años la deuda ha comenzado a aumentar nuevamente. No son niveles preocupantes, ahora, pero lo que preocupa es la tendencia. Sobre todo para una región que tiene antecedentes. Si miro la película de la región, digo 'cuidado'. La deuda es pagable en la medida en que una economía crece y las economías de la región no están creciendo bien. Macroeconómicamente es un muy mal año. La deuda es sostenible solo en el contexto de una economía en crecimiento.

Sobre la creciente preferencia de los gobiernos regionales por el crédito colocado en bonos, el problema es que en América Latina tenemos muchos antecedentes de que este tipo de situaciones terminan mal. En Argentina y en varios países de la región, en la década del 80, a la que se le llamó 'La Década Perdida', hubo una crisis de la deuda en todos los países de América Latina. En ese momento, Estados Unidos reaccionó subiendo la tasa de interés. En consecuencia la deuda empezó a ser más cara porque pasó a tener una tasa de interés variable. El debate es si un gobierno puede evitar endeudarse, porque depende de la coyuntura. Si vemos la deuda como porcentaje del PIB, Panamá hoy no figura como economía excesivamente endeudada porque está dentro del 40% del PIB. Argentina y la región sí están más endeudados. Ahora bien, si ahora es el 40% del PIB pero hace 3 o 4 años era el 30% del PIB, aunque no está ahora en un nivel peligroso, sí viene aumentando muy rápido. También hay que ver con quién se endeuda el país y cuál es la estructura de vencimiento de esa deuda. Si la mayor parte vence en un solo año, los gobiernos tendrían un problema porque se acumula el conjunto de vencimientos y eso también preocupa a los mercados, como pasa en Argentina, que en 2020 tiene un conjunto de vencimientos muy fuertes.

Por otro lado, la deuda es la consecuencia de algo. Gobiernos que sistemáticamente gastan más de lo que recaudan, o que tienen fuga de capitales... porque algo no estamos haciendo bien. Claro que tenemos que ser más cuidadosos al endeudarnos, pero la pregunta de fondo es ¿por qué nos endeudamos? Porque no somos fiscalmente responsables. América Latina se caracteriza por tener una política fiscal (la de gasto y recaudación) procíclica, en vez de ser contracíclica. La procíclica es que cuando la economía está creciendo, el gobierno gasta más. En cambio, la contracíclica es que cuando la economía se contrae, el gobierno gaste más. Esta última debería ser la lógica, porque cuando la economía está en recesión, el sector privado no está gastando, no hay consumo y no hay inversión, allí debería gastar el gobierno. Y si durante la época de bonanza, el gobierno no hizo las cosas bien en materia fiscal, es muy difícil que pueda ser capaz de gastar más en el momento en que se necesita.

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