El barrio de Chualluma en Bolivia, es único en la ciudad de La Paz ya que todas sus paredes están pintadas de colores que resaltan los rostros de las cholas,...
- 16/10/2019 00:00
- 16/10/2019 00:00
El Canal de Panamá se encuentra en medio de dos franjas de tierra que forman el istmo panameño y une dos océanos: Pacífico y Atlántico; unas aguas que el nuevo administrador de la vía interoceánica, Ricaurte Vásquez, considera se podrían aprovechar para asegurar el recurso hídrico que la vía acuática necesita para funcionar en el futuro.
“Catín”, como también se le conoce al administrador de la Autoridad del Canal de Panamá, expresó que “el reto del Canal de Panamá ahora mismo es cómo va a resolver la demanda de agua para los próximos cincuenta años”, debido al bajo nivel que presentan los embalses.
En ese sentido, dijo que una de las opciones que se ha estudiado es construir una planta para desalinizar el agua del mar, aunque reconoce que resulta bastante “costosa”. “Ciertamente que desalinizar el agua parece una alternativa más cara, pero le brindaría al Canal de Panamá sostenibilidad a largo plazo, por un lado; y por el otro, le ofrece la posibilidad de controlar el volumen de agua”, expresó Vásquez en su ponencia en un foro de la Semana de la Responsabilidad Social y Empresarial, organizado por Sumarse.
Vásquez sostuvo que la desalinización del agua del mar podría ser una alternativa para el almacenaje de agua requerido para la operación del Canal y el suministro de agua potable, toda vez que está ampliamente evidenciado el impacto del cambio climático en el Canal, pues en la última década se ha registrado una “disminución” permanente en el régimen de lluvias en el país.
En los últimos 10 años, la República de Panamá ha experimentado una disminución permanente en el régimen de precipitación y lluvia. Y de un tiempo para acá este no solo es menor, sino que es diferente, recalcó.
Vásquez advirtió de que en el Canal no solo está lloviendo menos, sino que el nivel de temperatura en el agua del lago Gatún ha subido en los últimos años 1.5 grados Celsius y los niveles de evaporación del agua hoy son significativamente más altos que hace 25 años, lo que complica más la situación de la vía. “Así que no solamente falta agua (por disminución de lluvias), sino que perdemos mucha más hoy por evaporación que lo que se perdía antes y por eso la conservación de la cuenca es crítica”, alertó Vásquez.
Señaló que mientras los troncos de los embalses estén expuestos, el nivel de calado que permite el Canal es inferior al que están esperando los clientes: Y si esa condición se hace permanente, “nos lleva a un problema de sostenibilidad en la operación del Canal de Panamá y el Canal de Suez —que no tiene este problema—, se convertiría en una alternativa mucho más atractiva y más confiable”.
Afirmó que “allí es donde radica el tema de la confiabilidad y la importancia de encontrar soluciones de agua no solo para el Canal de Panamá, sino para un país rodeado de mares, con alta precipitación aparente, pero que no tiene agua”.
A su vez, añadió que para almacenar el agua requerida para la operación del Canal y el suministro de agua potable —que, afirmó, es primordial— han considerado “cosas tan locas” como trasladar agua inocua después del proceso de limpieza de aguas negras en la planta de tratamiento de Juan Díaz, hacer embalses adicionales dentro del área operativa del Canal que incluye modificar el flujo del Chagres, aguas abajo de Madden, traer agua del río Bayano para verter al lago Gatún, entre otras. Pero insistió que desalinizar agua, aunque parece la alternativa más cara, le da al Canal sostenibilidad a largo plazo y la posibilidad de controlar la cantidad de agua.
Los lagos artificiales Gatún y Alajuela —que alimentan el Canal— también suministran el agua potable a ciudad de Panamá y a sus alrededores.
El Canal de Panamá fue construido por Estados Unidos a principios del siglo pasado y transferido a Panamá el 31 de diciembre de 1999. Por esta vía transita el 6% del comercio mundial y une a más de 140 rutas marítimas y 1,700 puertos en 160 países distintos. Su ampliación fue inaugurada en junio de 2016 a un costo de al menos $5,600 millones.