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- 28/03/2010 01:00
BRASIL. Para muchos brasileños, el año 1998 debería quedar en el olvido: con tres goles a cero y un montón de controversia que rodeaba a la selección, Francia le quitó la Copa del Mundo de sus manos. Pero no fueron sólo Zidane y Petti los que silenciaron a Brasil: São Paulo sufrió repetidas caídas en su servicio telefónico, contradictoriamente producto de una excesivamente acelerada expansión en el número de alambres y cables después de la privatización de Telecomunicações de São Paulo (Telesp), comprada por el grupo español Telefónica.
“Los años 1997 y 1998 fueron un caos”, dice Virgilio Freire, consultor de telecomunicaciones y ex presidente de las empresas que operan en este sector en Brasil, como Vesper y Lucent.
“La expansión de los servicios prestados por Telefónica se hizo con mucha prisa y estaba mal administrada, lo que provocó problemas terribles para la población”.
Más de 10 años después de la compra de Telesp, la operadora española todavía enfrenta problemas en relación a su estrategia de expansión en Brasil.
En 2009, fue el producto de banda ancha denominado Speedy. Las quejas de los consumidores aumentaron tanto que la Agencia Nacional de Telecomunicaciones (ANATEL) tuvo que intervenir en el asunto, ordenando a Telefónica no ofrecer nuevas suscripciones por casi dos meses, lo que produjo una pérdida de alrededor de 148.000 clientes de banda ancha en el tercer trimestre del año en relación al trimestre anterior.
El hecho es que la empresa tuvo que reaccionar rápido, y no podrá bajar el ritmo ahora si los españoles no quieren seguir perdiendo mercado en Brasil. Desde el anuncio de la adquisición de Brasil Telecom por la empresa Oi a principios de 2008, el ritmo de consolidación en el sector se ha intensificado —sólo en 2009 fueron alrededor de 23 fusiones y adquisiciones, según KPMG, donde se destaca la conclusión del proceso de adquisición de Intelig por TIM— con nuevos competidores y una mayor demanda de inversión para mantenerse en el frente.
En esta carrera de la consolidación, una de las derrotas más sentidas por Telefónica fue en la puja por GVT, comprada por la empresa francesa Vivendi a finales del año pasado, en una pulseada que duró más de dos meses. Para los analistas, GVT era el último blanco de compra posible en el consolidado sector de las telecomunicaciones. Ahora sólo quedan actores de mediano y pequeño porte.
“Hoy no encontrará otro GVT”, dijo un analista del sector.
“GVT es un operador espejo, que cuenta desde el principio con su propia infraestructura para clientes empresariales. Y la empresa consiguió invertir mucho y, al mismo tiempo, entregar resultados. Además, sus servicios son muy competitivos”, dice. Es una estrategia distinta a la adoptada por Telefónica en Brasil, la fuente de gran parte de sus problemas, según los analistas. “En Telefónica, todo es tercerizado, lo que me parece pésimo”, dice Freire.
En Brasil, GVT opera en 86 ciudades de 15 Estados, además de la capital, y en 13 de ellos el operador ofrece su cartera completa de productos. También tiene presencia en São Paulo y Rio de Janeiro, pero con oferta solamente para el mercado corporativo. La compañía cerró el tercer trimestre de 2009 con una facturación de $249 millones y $677 millones de dólares en los nueve primeros meses del año pasado.
En este escenario, dicen los analistas, Telefónica no se puede permitir muchos errores si no quiere afectar su credibilidad frente a los consumidores brasileños.
“Debido a la falta de competencia en algunas áreas y en muchas regiones, el cliente no tiene la opción de migrar”, dice un analista. “Pero donde hay opciones, como la portabilidad de números ha demostrado, el cliente no duda en partir”.
Para afrontar este reto, Telefónica anunció que este año invertirá $1.100 millones. Una de las novedades previstas por la empresa es lanzar una oferta de banda ancha popular para el estado de São Paulo, a través de tecnología inalámbrica, Wi-Mesh o Wi-Fi, con especial atención a conjuntos habitacionales estatales.
En lo que se refiere al episodio de Speedy, Telefónica defiende que eso ya es cosa del pasado.
“Hemos hecho una serie de acciones, inversiones y cambios en los procedimientos, tanto en la red como en los servicios de atención y comercialización. Estamos convencidos de que todas estas acciones ponen a Telefónica en una posición muy fuerte en 2010, para poder aprovechar el potencial de crecimiento de este mercado de forma muy competitiva", dice Fernando Freitas, director de relaciones institucionales de Telefónica en Brasil.
Este impulso podría verse eclipsado por la ayuda que el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) aprobó para la rival grupo Oi, de $2.500 millones. Los fondos serán destinados a los planes de inversión de las cuatro empresas del grupo (Brasil Telecom Fixa, Brasil Telecom Móvel, Oi Fixa y Oi Móvel) entre 2009 y 2011. Pero el grupo puede no tener el impulso requerido para crecer en el mercado de banda ancha debido a la deuda contraída con la compra de Brasil Telecom en 2008, según el analista de telecomunicaciones Virgilio Freire. “En mi opinión, Oi dio un paso más grande que sus piernas. Ahora está difícil tragar esa compra”, dice. O sea, Oi seguirá siendo de temer, pero si Telefónica al fin aprende a no cometer más errores, podrá seguir en pie.