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- 09/06/2009 02:00
EEUU. El dólar, la moneda con la que se movió el mundo en los últimos sesenta años, tiene su hegemonía amenazada.
Las condiciones fiscales de Estados Unidos le han hecho perder parte de su credibilidad universal y ahora el mundo anda en la búsqueda de una moneda que lo reemplace.
Este será un proceso lento, pero como se van perfilando los acontecimientos, parece ineludible.
El déficit fiscal estadounidense muy seguramente llegará este año a US$1,85 billones, equivalentes al 13% del PIB de ese país. El faltante aumentará por efecto del plan de recuperación de la economía de US$800.000 millones.
El desbalance fiscal, como lo dijo en junio el presidente de la Reserva Federal, Benjamín Bernanke, está afectando la estabilidad financiera estadounidense con lo que los mercados se han encargado de añadirle algo de volatilidad al precio del debilitado del dólar contra otras monedas.
El euro se ha apreciado sustancialmente contra el dólar desde febrero.
Estos movimientos los perciben los bancos centrales del mundo, en especial los de las economías emergentes, que han empezado a reducir la cantidad de dólares de sus portafolios de reservas internacionales.
Con datos del Fondo Monetario Internacional, se puede ver que al final de 2007, los bancos centrales de las economías en desarrollo tenían el 61% de sus reservas en la divisa estadounidense.
Al final del año pasado el porcentaje había bajado a 59%. Todo esto, antes de que se conociera la situación fiscal de largo plazo de Estados Unidos. Es muy posible que haya perdido otro poco de su participación en este semestre.
Pero las voces que piden un cambio en los patrones monetarios mundiales ahora se escuchan con más vigor.
El forcejeo apenas comienza, pero hasta ahora parece claro que el dólar no saldrá bien librado. Algo parecido le ocurrirá al euro, porque las economías que los sustentan no tendrán la fuerza suficiente para ponerlo como la moneda líder del planeta.
Quizás se termine en una moneda multinacional, en cuya conformación tendrán mucho que decir los países dueños de la liquidez mundial: los estados del Golfo y los emergentes grandes.