Sueldos de oro pierden quilates

ESPAÑA. Los sueldos, como las estadísticas, se prestan a muchas interpretaciones.

ESPAÑA. Los sueldos, como las estadísticas, se prestan a muchas interpretaciones.

Si el salario cae un 14% en un año, el afectado lo definirá como una reducción drástica. Si esta rebaja se da en la nómina de 45 de los profesionales mejor pagados del mundo, con un sueldo medio de 19 millones de dólares, el ciudadano de a pie, y no digamos aquél que pasa el día en la cola de la oficina de empleo, lo considerará peccata minuta.

En Estados Unidos, los ejecutivos de las 30 compañías del índice Dow Jones más los directivos de las 15 mayores empresas del S&P 500 ganaron, de forma conjunta, 836 millones de dólares en 2008, un 14.8% menos que en 2007.

La caída de la retribución no se ha debido a un recorte en el salario base, sino al desplome de la parte variable ligada a los beneficios y al precio de las acciones.

RECORTES SEVEROS

Lloyd C. Blankfein (Goldman Sachs) ha visto cómo su retribución total se ha recortado un 98%, al pasar de 70 millones de dólares a poco más de un millón.

Por su parte, los sueldos de James Dimon (JPMorgan) y Kenneth Lewis (Bank of America) bajaron un 42% y un 59%, respectivamente.

El directivo mejor pagado de Wall Street en 2008 fue Ray Irani (Occidental Petroleum), que se embolsó 60 millones de dólares. Si a la retribución se le suma la ejecución de opciones sobre acciones concedidas en ejercicios anteriores, Irani ganó 223 millones.

Algo parecido ocurre con el presidente de Oracle. La retribución oficial de Larry Ellison en 2008 fue de $48,4 millones, aunque, si se le añade la ejecución de opciones, sus ingresos suben a $544 millones.

Las retribuciones más modestas se encuentran entre los ejecutivos del sector tecnológico.

Steve Jobs (Apple) recibió la simbólica cifra de un dólar en 2008, Eric Schmidt (Google) tuvo una retribución de medio millón de dólares, mientras que Steve Ballmer (Microsoft) ganó $1,3 millones.

SALARIOS CUESTIONADOS

Los sueldos de los directivos han destapado en los últimos meses la ira de políticos, accionistas y contribuyentes.

Hay un consenso acerca de que la estructura de las remuneraciones, con gran peso de los incentivos por los resultados a corto plazo, ha sido una de las causas de la crisis del sector financiero, al precipitar una mala gestión del riesgo que, a su vez, ha acelerado la recesión económica mundial.

Esta ira ha ido en aumento a medida que se han tenido que rescatar con dinero público bancos cuyos directivos se han hecho de oro en los últimos años.

Todo este caldo de cultivo ha empujado a la nueva administración estadounidense a fijar una serie de límites a los salarios de los ejecutivos de aquellas entidades que reciben dinero público. Sin embargo, en la mayoría de los casos la propuesta es rechazada por los accionistas, como acaban de hacer en Abbot y J&J.

Algunos expertos en buen gobierno advierten que un número creciente de empresas están cambiando los sistemas de remuneración, pero a su favor.

La mayoría de los bonos están vinculados a ciertos niveles de facturación y beneficios.

Como la crisis económica global supone un lastre para los resultados, algunos consejos están cambiando el parámetro al que se vincula la retribución variable.

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