‘La competitividad no es producto de la casualidad’

Actualizado
  • 11/12/2012 01:00
Creado
  • 11/12/2012 01:00
PANAMÁ. Hace ocho años en la CADE 2004 (Conferencia Anual de Ejecutivos) se desarrolló un ciclo de ponencias bajo el sugerente título: ‘...

PANAMÁ. Hace ocho años en la CADE 2004 (Conferencia Anual de Ejecutivos) se desarrolló un ciclo de ponencias bajo el sugerente título: ‘Competitividad y Desarrollo en Democracia’. Allí se propuso la creación del Centro Nacional de Competitividad que ha establecido mecanismos para un diálogo público-privado propiciando consensos en políticas públicas. Años más tarde resulta imperativo formular un balance crítico de cómo se ha desenvuelto Panamá en cuanto a su competitividad, su desarrollo y su democracia.

Quizá lo más prudente sea partir de premisas fundamentales. Desde nuestra perspectiva, el crecimiento y la competitividad son apenas mecanismos (medios), en tanto que la democracia y el desarrollo constituyen fines en sí mismos.

Las evidencias confirman que ha existido históricamente una estrecha correlación entre democracia, libertad y desarrollo.

Esta relación positiva supone por ende que a mayor nivel de libertad y democracia los países avanzan más hacia su desarrollo y viceversa.

No ha sido posible determinar una relación causa-efecto como tal entre estas variables, pero a largo plazo, en todo caso, está demostrado estadísticamente que estos dos objetivos (o condiciones) están estrechamente asociados. Visto así, cualquier situación de alejamiento o desviación de una condición respecto de la otra sólo puede ser una situación coyuntural e innecesaria de pasos ya que se debe y se puede procurar ambos objetivos en simultaneidad.

Existen aparentes excepciones como en el caso de China que ha experimentando un fenomenal avance en lo económico, mas no en lo democrático. A la luz de otras experiencias, por fuerza de las circunstancias más temprano que tarde emergerá en China una mayor libertad y democracia.

Sin embargo, pareciera más racional que una sociedad que ya funciona en democracia, aunque de manera imperfecta, procure de manera consensual y evolutiva remontar los obstáculos que impiden su avance.

Bien señalaba en días pasados el presidente del Banco de Desarrollo de América Latina, Enrique García , en el marco del séptimo Foro Nacional de Competitividad de Panamá, que la competitividad no es producto de la casualidad, a lo cual agregaríamos que tampoco lo es la democracia. El hecho es que el perfeccionamiento de ésta requiere ‘ex profeso’ políticas públicas, que de paso para beneficio de ambos objetivos se refuerzan mutuamente.

Según el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL), organización que mide el avance democrático, de un total de 169 países, en el 2010 Nueva Zelanda fue el más democrático y Myanmar el menos.

Panamá, por su lado, ocupó el sitial 46 superado en la región por la República Dominicana, que conquistó el puesto 37; Costa Rica, el 34; y Chile, el 16.

Tal pareciera que Panamá se ubica en un nivel relativamente avanzado democráticamente hablando. Sin embargo, de los indicadores elaborados por Economic Freedom House, otra organización de amplia credibilidad, se desprende que en la última década la democracia en Panamá ha reflejado pocos avances.

Cómo reconciliar ese estancamiento democrático con el avance económico registrado durante ese mismo periodo.

En ese sentido vienen al caso aspectos contenidos en los informes anuales del Foro Económico Mundial en cuanto al escaso avance de Panamá en ciertos indicadores claves de competitividad que incluyen: la falta de independencia del Órgano Judicial y de los poderes del Estado en general, así como una generalizada percepción de corrupción.

Una explicación plausible sería que estas falencias están generando un círculo vicioso que prolonga un desbalance entre el Estado y el ciudadano, lo que le impide al sistema superar su condición.

Más aun, desde el punto de vista económico esta situación genera la conformación de lo que Daron Acemoglu califica en su reciente obra Why Nations Fail como ‘instituciones extractivas’.

Según el autor, esto propicia un sistema que no genera riquezas sino que la redistribuye de los grupos débiles hacia grupos más fuertes, todo lo cual, además de constituir per se una injusticia, genera alta ineficiencia que menoscaba la competitividad de un país.

Resulta un hecho incontrovertible que Panamá ha logrado consolidar una democracia electoral. Sin embargo, también resulta claro que se requieren pasos firmes para, además de mantener incólume esta libertad de sufragio, reforzar el estado de derecho y la consulta ciuda dana, base para la gobernabilidad, que constituyen a fin de cuentas los únicos garantes de que el país se encaminará hacia su meta de liderar no sólo el crecimiento, sino el desarrollo y la democracia en la región.

ESPECIAL PARA LA ESTRELLA

El país centroamericano se encuentra en vilo ante las últimas acusaciones que vinculan al cuñado de la presidenta Xiomara Castro, Carlos Zelaya

Lo Nuevo
Suscribirte a las notificaciones