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Actualizado
  • 03/12/2008 01:00
Creado
  • 03/12/2008 01:00
VENEZUELA. El 24 de noviembre, Hugo Chávez amaneció cercado. Los alrededores del Palacio de Miraflores, la sede de Gobierno, quedaron ...

VENEZUELA. El 24 de noviembre, Hugo Chávez amaneció cercado. Los alrededores del Palacio de Miraflores, la sede de Gobierno, quedaron en manos de sus adversarios tras las elecciones regionales del día anterior, pues la oposición conquistó la alcaldía mayor de Caracas, así como cuatro de los cinco municipios en que está dividida la capital y la gobernación del estado contiguo de Miranda. Aunque el presidente se mostró victorioso, el nuevo mapa político venezolano no es tan rojo como hubiera querido. La oposición ganó donde tenía que ganar.

El partido de Chávez se quedó con 17 de las 22 gobernaciones y la oposición sólo con cinco. Pero no todos los estados valen lo mismo, pues más del 60% de los venezolanos viven en un corredor que concentra el peso económico y político del país. Allí fue donde venció la oposición, que se quedó, además de Caracas y Miranda, con el petrolero estado de Zulia, el más poblado del país, y Carabobo, un polo industrial, entre otros. También recuperó la alcaldía de Maracaibo, la segunda ciudad del país, donde ganó Manuel Rosales, el rival de Chávez en 2006. En resumen, las grandes concentraciones urbanas se le escaparon de las manos al oficialismo.

Pero el mayor golpe simbólico se dio en el municipio de Sucre, donde queda Petare, una inmensa barriada popular. La victoria de Carlos Ocariz acabó con un mito. “Ahí hay un mensaje para el Chávez que quería dividir la sociedad en clases, el que decía ‘aquí hay dos Venezuelas, la de los pobres, que está conmigo, y la de los ricos, oligarcas, imperialistas y pitiyanquis que son una minoría’. Todo ese discurso se quiebra cuando pierde en Petare”, dijo a SEMANA Alberto Barrera, autor de Chávez sin uniforme.

El chavismo todavía concentra el poder en Venezuela. Su líder sigue siendo popular, pero va a llegar al décimo aniversario de su elección, el 6 de diciembre, en un momento desfavorable. En la Venezuela Bolivariana ha ocurrido de todo: una constituyente, un fugaz golpe de Estado, dos elecciones presidenciales y un referendo revocatorio. Chávez salió bien librado en todos esos episodios. Incluso alcanzó su pico electoral en las presidenciales de 2006, donde logró el 63% de los votos.

Una demostración contundente. El propósito era pisar el acelerador y “profundizar” la revolución bolivariana.

Pero después vino el impopular cierre de Rctv, las protestas estudiantiles y el referendo constitucional de diciembre de 2007, que proponía la reelección indefinida y fue rechazado. Chávez dejó de ser invencible en las urnas. “El chavismo se pensaba desde la eternidad. Chávez decía ‘voy a estar en el poder hasta que el cuerpo aguante’ y cada vez puede hacerlo menos”, asegura Barrera.

En algún momento, hubo un giro que parece confirmarse con esta elección. “Poco a poco la oposición va adquiriendo mayor envergadura, mayor rango de acción nacional, y avanza hacía dejar de ser el vehículo del voto en contra para pasar a ser el vehículo del voto a favor”, dijo a SEMANA Teodoro Petkoff, director del diario Tal Cual.

La coyuntura no favorece a Chávez. El crimen está desbordado, la inflación supera el 30% y esto ocurre mientras baja el precio del petróleo. Además, el plano internacional, que tanto le preocupa, tampoco pinta bien.

Su política exterior se basa en el antiimperialismo, como recordó la semana pasada la visita del presidente ruso, Dimitri Medvédev, que coincidió con la llegada de la flota rusa para realizar ejercicios en el Caribe. Insultar al impopular presidente estadounidense George W. Bush despertaba aplausos en muchos rincones, pero el texano ya está de salida y atacar a Barack Obama no produce el mismo efecto. El viento sopla en contra del presidente venezolano. ©PUBLICACIONES SEMANA

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