Adiós al símbolo de la democracia

Actualizado
  • 02/04/2009 02:00
Creado
  • 02/04/2009 02:00
BUENOS AIRES. “Con la democracia se come, se educa, se cura” fue la promesa que quiso encarnar en 1983 Raúl Alfonsín, convocando a mill...

BUENOS AIRES. “Con la democracia se come, se educa, se cura” fue la promesa que quiso encarnar en 1983 Raúl Alfonsín, convocando a millones de argentinos a dejar atrás la pesadilla de la dictadura militar (1976-1983).

Alfonsín gobernó Argentina entre 1983 y 1989. Cumplió a medias el sueño de desarrollo.

Pero en su recorrido se erigió en la figura del escenario político argentino que mejor simboliza el retorno a la democracia, más allá de disputas partidarias.

El ex presidente padecía cáncer de pulmón y metástasis ósea.

LÚCIDO HASTA EL FIN

Esta semana su salud se complicó con una neumonía y murió este martes, a los 82 años, en su apartamento de Buenos Aires. Médicos y allegados aseguran que estuvo lúcido hasta el fin, pero con tendencia al sueño.

En vigilia, sus seguidores, ex funcionarios y ciudadanos comunes, se quedaron frente al edificio en las últimas horas de agonía.

HOMENAJEADO EN VIDA

El obispo católico Justo Laguna, que lo visitó el pasado martes, contó que le había pedido la extrema unción en octubre.

Acongojados, simpatizantes y rivales coinciden que fue un hombre honesto, que pasó por el poder sin enriquecerse. A diferencia de sus sucesores, Alfonsín no tuvo que rendir cuentas ante la justicia por acusaciones de corrupción.

Así lo reconoció la presidenta Cristina Fernández en octubre de 2008 al rendirle un homenaje en la Casa Rosada, sede de la Presidencia, al cumplirse 25 años de democracia, sin las interrupciones que fueron estigma de la historia política argentina en el siglo XX.

“Los homenajes hay que hacerlos en vida”, dijo Fernández, y Alfonsín es “el símbolo del retorno de la democracia”, destacó. “Su vocación de unión nacional nos obliga a todos a un gran esfuerzo en la construcción de un diálogo”, declaró.

El ex mandatario aceptó el homenaje no a su persona, aclaró, sino a los 25 años de vigencia del régimen democrático. Pero en ese mismo acto lamentó que sus ambiciones de 1983 seguirán pendientes. “Tenemos la libertad, pero no la igualdad”, reflexionó.

POLÍTICO DE POR VIDA

Nacido el 12 de marzo de 1927 en Chascomús, sudeste de la provincia de Buenos Aires, Alfonsín se volcó a la política a los 18 años como militante de la Unión Cívica Radical (UCR), el partido fundado en 1891. Se recibió de abogado y fue varias veces elegido diputado en su provincia. En 1972 fundó una corriente progresista dentro de la UCR, el Movimiento de Renovación y Cambio, agrupación que 11 años después lo llevaría a la Presidencia. En los años 70 fundó la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, presentó recursos de hábeas corpus a favor de detenidos y desaparecidos por la represión dictatorial y colaboró con un foro de partidos políticos que empujó finalmente la convocatoria a elecciones, ya en los años 80.

ACABÓ CON LA DICTADURA

El 30 de octubre de 1983, con casi 52% de los sufragios, Alfonsín ganó los comicios que pusieron fin a la peor de las dictaduras militares vividas por este país, que dejó unas 30,000 personas desaparecidas, según organizaciones de derechos humanos.

El triunfo fue celebrado por millones de personas en las calles. Era el final de la pesadilla, y el comienzo de un sueño democrático. Su campaña había hecho pedagogía sobre valores republicanos oxidados por años de regímenes autoritarios y lucha armada.

FORMACIÓN PARTIDARIA

Sus actos finalizaban con el recitado del preámbulo de la Constitución Nacional, el momento más esperado por sus seguidores. Aferrado a su formación partidaria en defensa de derechos ciudadanos, su gobierno impulsó la ley de divorcio, una medida progresista que le valió el encono de la Iglesia Católica y de sectores tradicionalistas.

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