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- 30/07/2009 02:00
- 30/07/2009 02:00
En el paraje Jacaleapa, a unos 40 kilómetros de la frontera con Nicaragua, un nuevo retén militar interrumpe la carretera. A un costado de la ruta está acampando la familia del presidente depuesto de Honduras, Manuel Zelaya.
Está la primera dama, Xiomara Castro, su suegra, y en la parte de atrás de una camioneta, su hija la “Pichu”. Hay más vehículos, y un centenar de personas, sobre todo humildes, apoyándolas.
Se acerca y atiende amablemente a este cronista, fuerza una sonrisa aunque se le nota el cansancio en el rostro. Ya lleva más de tres días aquí, pasando todo el día en las camionetas y yendo a la noche a comer, bañarse y dormir a una casa que unos lugareños le abren.
Imagínate tú que yo voy a confiar en las personas que arrestaron al presidente, que ingresaron a mi casa a punta de bala, rompieron las puertas, y sacaron al presidente amarrado de las manos y de los pies y pretenden que vuelva a confiar en ellos. Y digo vuelva porque cuando el Presidente destituye al general Vázquez Velázquez y lo anuncia en un medio de comunicación el miércoles 24 de junio, el general estuvo llamándome tres, cuatro veces al día. Su última llamada fue a las dos de la tarde del sábado y me dijo: “Comandanta le quiero informar que aquí está todo controlado, que todo está tranquilo, el hecho de que las urnas la distribuyan a través de la sociedad civil nos puede permitir a nosotros los militares acompañar a la policía y resguardar el proceso, dígale al presidente que (los generales) lo esperamos en el Estado Mayor, y que queremos tomarnos un cafecito con él.
Yo llamé al presidente y le dije todo eso, y yo creo que él se confió después de mi llamada. Esa noche volvió a dormir en nuestra casa. El general dijo que amaba a su país, que las Fuerzas Armadas lo único que han hecho es resguardar, que los únicos que están deteniendo son los policías, pero en realidad, los que están reprimiendo más son los militares. Si ya confié una vez.
Sí, pensábamos que era un hombre leal. Cuando hablábamos con él y lo escuchábamos, nos inspiraba confianza. De hecho el presidente lo ratifica en este gobierno.
Exactamente. Ustedes tienen que tener claro, lo que está pasando aquí es lo mismo que sucedía en las décadas de los ’70 y ’80 en todos los países de América Latina. Era casi una tradición que los militares estuvieran gobernando ¡Y cuánto luchamos nosotros por la democracia!
Pero nunca habíamos visto una reacción popular como la de ahora, los golpes duraban 15 minutos y la gente sólo miraba y aceptaba. Hoy la gente tiene conciencia, hoy sabe lo que significa tener un golpe de Estado en nuestro país. La gente se ha rebelado.
Sí, antes del golpe hubo reuniones con el Presidente, en las que estaban los candidatos de los partidos Liberal y Nacional, estaba el propio Roberto Micheletti como presidente del Congreso y el embajador de los Estados Unidos, Hugo Llorens. Ellos estuvieron buscando una solución a algo a lo que no podían oponerse, que era la consulta por la cuarta urna en las elecciones generales de noviembre.
Ha existido una relación desde que el embajador Hugo Llorens llegó a nuestro país, y a través de él se pudo lograr sentar a estas personas. Él prácticamente era quien convocaba y él estaba allí y escuchaba, quienes hablaban eran los políticos hondureños. Llorens era como un mediador, tenía la capacidad de convocar a uno y a otro. Y las reuniones eran en la residencia del embajador, no en la embajada.
Lo que hace falta para construir una alternativa a los partidos tradicionales es darle más participación al pueblo. Bueno, eso era lo que se estaba haciendo y por eso nos dieron el golpe. Se le ha dado más poder al pueblo y se les han dado razones para luchar y exigir por sus derechos y vamos para allá independientemente de si el Presidente regresa o no.
En realidad, nuestros verdaderos amigos están firmes. Los amigos temporales, por circunstancias, esos no. Los verdaderos amigos son los que han estado con nosotros durante un mes, sobre todo los más pobres. Sabe la cantidad de gente común que me dice: ‘En este país hay muchos puntos por donde el Presidente puede entrar, dígale que sólo nos diga por dónde, y ahí estaremos’. Eso es lo que me da fortaleza.